AUNQUE DUELA, PERO SIEMPRE LA VERDAD

Escrito por el 04/03/2008

La historia argentina posee una larga y terrorífica lista de personajes que, amparados en acomodadas y oportunas leyes que avalan la injusticia, gozan los mismos privilegios que les son negados a los que anhelan un presente y futuro más amable y venturoso.

Subo desde algún lugar distante a la incógnita luz amenazada del olvido, me resisto a la entrega del esfuerzo destrozado,  en el intento desesperado del encuentro furtivo…
Sobre la sombra del pasado pesa la indecencia del olvido, ayudada por los personeros del destierro de sueños e ideas que desparramaron, sin inmutarse, entre las malezas, fosas comunes y las aguas de los ríos.
Suenan inconcebibles las excusas inescrupulosas de los detentadores de impunidad.
Es imperdonable la pasividad con que se mueven los encargados de ajustar las cuentas pendientes con la vida.
La historia argentina posee una larga y terrorífica lista de personajes que, amparados en acomodadas y oportunas leyes que avalan la injusticia, gozan los mismos privilegios que les son negados a los que anhelan un presente y futuro más amable y venturoso.
Hay discusiones tan absurdas que deberían provocar, en quién las esgrime, una emblemática vergüenza. Nada importa que sean uno, diez, mil, treinta mil, seiscientos millones; importa que desde el primero, se demostró cuanto se aborrece la vida y qué poco valor tienen las esperanzas.
La miserabilidad con que se manejan tiempos, paciencias, dolores incrustados en el alma y en la carne, no remite al olvidado sentido común de una justicia justa; lejos se aleja junto a la complicidad con los depravados maestros del terror.
Los detractores de la vida, plácidamente van dejando el transcurrir de sus días, en sus mullidos sillones, siendo venerados como viejos e inocentes sabios; llevando en su conciencia (si la tuvieran) todos los gritos, la sangre, los silencios…
Por otro lado estamos rodeados de pseudos eruditos que no se amilanan al criticar a quienes deseamos encontrar las hojas arrancadas o disfrazadas de la historia; empresa ésta, encarada para así construir (o reconstruir) el tejido identitario que se ha negado por privilegiar los inconfesables intereses de los aduladores de la falacia y la mezquindad. Éstos, maestros de la ignorancia conveniente, no sólo son un estorbo para alcanzar la claridad histórica que nos brinde un alto porcentaje de verdad, son además una humillación para la humilde intelectualidad que prefiere una dolorosa verdad,  a una cara mentira.
¿Cuántos años más habrán de pasar para alcanzar el gozo de la dignidad? ¿Cuánto tiempo será el suficiente para desenterrar los negados, aparecer  los desaparecidos, devolver los apropiados?
No solamente fue alguna vez en marzo, también fue en octubre y otros tantos meses de algún otro año, en que la saña fue la principal protagonista de una historia escrita con sudor y sangre; y fue  en junio y fue en diciembre… Pero siempre, con alguna que otra variante, del odio y la ferocidad haciendo gala de su desagradable presencia. Y sigue siendo, en cualquier mes, cualquier día, cualquier año, sigue allí, provocando, reprimiendo, desapareciendo, asesinando… Y sigue desterrando, empleando todas las formas concebidas y por concebir el genocidio; y sigue arremetiendo contra el desempleado, el desarraigado, el desposeído.
Oscuros nubarrones hacen presagiar un denso camino, hacia la posible ejecución de penas contra los inadaptados propulsores de tragedias. Nada garantiza que se pueda alcanzar una balanza equilibrada y sin dobleces. Es más, parecería que en el aire soplan vientos tormentosos y atemorizantes. No obstante se debe asumir una actitud responsable, madura y valiente, para sostener la verdad en los labios, las frentes y los estrados.
Leyes antiterroristas, acción represiva indiscriminada, lentitud en ámbitos judiciales, abuso de autoridad, desinformación por parte de la "prensa" acomodada, son algunas de las herramientas con que el poder de las sombras se arrastra para alcanzar el descontento popular y la desintegración de un tejido social, aún endeble.
A pesar de la desesperanza, me resisto a entregar los sueños de un mañana justo y propicio, necesito y pido un compromiso rotundo con la existencia, para lograr que el pasado sea sólo eso y no un presente resquebrajado y doliente.
Pero no solamente los deseos son los que construyen ese presente, no solamente las ilusiones de otra realidad son las que nos deparan la imagen que la retina prefiere retener. Es mucho más complejo, sumamente más difícil  asumir  el compromiso, la actitud consecuente y determinante de resguardar los senderos que vislumbren el desarrollo de una consciencia determinante y firme de un pueblo decidido a revalorizar su pasado; con todas sus consecuencias, convencido de un presente diferente y anhelando el futuro a pesar de las ausencias y sentencias; aceptando la verdad por más dolor que atraviesen las venas.
Será alguna vez la hora de la madurez, la que nos convoque para reivindicar las luchas, derrotas y victorias, la que nos anime a encarar la historia con todas sus fortalezas y debilidades, mezquindades y grandezas; será en alguna vez, la oportunidad de la verdad, la doliente, pero  valiente actitud de asumir que, a pesar de la vergüenza, la sangre de los sueños, la dignidad, nos comulgue en la convicción que la única realidad de asumir nuestros tropiezos y aciertos, nos hará garantes de la adultez necesaria para ser dignos de figurar en la memoria futura de la eternidad.
No vislumbrar el compromiso que nos imprime la historia, es la certeza de un certificado de inhabilidad para ser, existir y pertenecer.
En cada marzo, junio, abril, octubre y diciembre, en cada instante y en cada uno de nosotros, el compromiso con la verdad, a pesar de la vergüenza y el dolor, debe ser…, para ser dignos de Ser. 
Me asumo garante de la terrible verdad del dolor y la vergüenza; sentencio la existencia de la arrogancia y la soberbia; asumo el compromiso con la verdad y me revelo ante la mezquindad de la obsecuencia.  

NORBERTO GANCI -Director- elclubdelapluma@yahoo.com.ar     

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