El lugar de las fuerzas represivas en el patriarcado

Escrito por el 03/06/2018

Por María Fernanda Espejo (*)/ En un estado capitalista, patriarcal y represivo sin dudas, la institución policial tiene un lugar, que no es menor, en la reproducción del sistema patriarcal.

Existen numerosos relatos sobre las experiencias que transitan diversas mujeres en las comisarías ante la decisión de realizar una denuncia por violencia de género. Dichos relatos distan del acompañamiento ante la situación de denuncia, todo lo contrario, vuelven a ser violentadas y en varias ocasiones hasta se les niega la instancia de denuncia.

Paradójicamente en los barrios de los sectores populares, la Policía muchas veces se constituye en una institución referencial para resolver los conflictos tantos barriales como familiares y resulta cotidiana la desinformación intencional o no, ejercida por dicha institución sobre qué hacer ante las situaciones de violencia vividas por las mujeres.

Las mujeres que comienzan a ejercer su derecho de denuncia en los territorios donde la Policía forma parte de la dinámica cotidiana del mismo, muchas veces son cuestionadas y maltratadas reproduciendo discursos machistas justificando, de esta forma, el accionar del vecino violento.

El recorrido que vivencia la mujer ante estas instituciones producen grandes deterioros en las subjetividades de las mujeres introduciéndolas en circuitos de victimización y en el peor de los casos: no solo que no logran realizar la denuncia, sino que no intentan hacerla en ningún otro lado.

Por otra parte, cuando se problematiza un vínculo violento, no es un dato menor, que el hombre forme parte de alguna fuerza del Estado. El arma comienza a jugar tanto en las formas de opresión, manipulación y maltrato hacia las mujeres como también en el miedo de lo que implica realizar una denuncia a una persona que forma parte de las fuerzas por las mismas vinculaciones y por las posibles represalias.

De esta manera no se puede perder de vista que el hombre cuando forma parte de alguna fuerza del Estado y ejerce violencias hacia la mujer tiene que ser evaluado como un indicador de alto riesgo para la aplicación de medidas de resguardo de las mujeres.

A cuatro años de los #3J los gobiernos, y en particular, el de la provincia de Córdoba han demostrado una incapacidad para dar respuestas a la problemática. Por el contrario, las estrategias de vaciamiento y de incorporación de personal no idóneo en las jefaturas de las áreas, han sido las decisiones políticas que sostuvieron; incrementando la persecución de las trabajadoras/militantes en su labor como profesionales y precarizando aún más a las mismas en sus condiciones laborales.

Lo cierto es que, las trabajadoras organizadas y las organizaciones sociales, fueron tendiendo redes de solidaridad en cuanto a lo que implica las reivindicaciones laborales, por un lado, y por otro, en trabajo para la asistencia de las mujeres en las diferentes situaciones, construyendo así otras lógicas a las impuestas por quienes llevan la conducción de la institución.

Sin dudas la única respuesta certera, es que el movimiento feminista será quien
continuará la lucha, como lo viene haciendo hace años, y será quién no solo marcará la agenda de gobiernos patriarcales sino quien protagonizará la defensa de nuestros derechos y la conquista de los nuevos.

(*) Lic. en Trabajo Social Espejo María Fernanda, con experiencia en territorialidad en contextos de encierro e infancias

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