26 de junio, la rabia que empuja

Escrito por el 28/06/2010

25 de junio para 26. La noche se arrimaba, el frío de todos los inviernos allí. Aún perduraban en los cuerpos, como una sensación que conoce la alegría de la bronca y el repudio, las expresiones artísticas que se desenvolvieron el viernes en la “Estación Darío y Maxi”. 8 años pasaron de esa matanza y el fuego de las antorchas artesanales dibujaba la atmósfera de la marcha hacia el Puente Pueyrredón. Luego de la vigilia a la vera del puente, donde tantos sueños siguen tejiéndose, las columnas se multiplicaron. Quince mil personas recordaron a Santillán y a Kosteki, al tiempo que reclamaron juicio y castigo para los responsables políticos.

“Yo estaba junto a vos sobre tu grito besándote feroz
la indigna muerte mientras te ibas volando
al infinito fulgor de la mañana indiferente”

Jorge Fandermole

 

Por Valeria(ANRed) / Fotos: Romina, En La Vuelta y ANRed

 

25 de junio para 26. La noche se arrimaba, el frío de todos los inviernos allí, entremezclado, desorbitado. Aún perduraban en los cuerpos, como una sensación que conoce la alegría de la bronca y el repudio, las expresiones artísticas que se desenvolvieron durante todo el viernes en la estación Darío y Maxi.

Tal vez el mismo viento que aquel 26 de junio de 2002 se imponía férreamente mientras en el Puente Pueyrredón se resistía. Mientras las balas asesinas cubrían el territorio, montaban la cacería, aplicaban el plan, mataban.

8 años pasaron de esa matanza. La organización y la lucha persistentes van hacia las calles y enjuician desde la acción y desde la palabra de denuncia a los mayores responsables de la masacre. Entonces y por ello: juicio popular, condena social.

“Gracias por el hecho de que estuvieron. Gracias por el hecho de que están. Hermosa noche: se huele la solidaridad, se huele la fidelidad, se huele lo que es la militancia, se huele que acá están los espíritus alegres de Darío y Maxi. Las palabras pertenecen a Alberto Santillán, papá de Darío, y fueron expresadas durante el acto realizado hacia el final de la jornada cultural.

Y continuaba Alberto su relato cargado de ‘la rabia que empuja’. En la estación ex Avellaneda, colmada de luchadores y luchadoras, hablaba desbordando la emoción de un padre que jamás bajó los brazos y se lo sigue viendo allí, firme, hablando con el odio, vital por cierto, desde la bronca: “Darío siempre se consideró sangre de los caídos. Y yo sé que muchos de los jóvenes que están acompañándonos acá se consideran la sangre caída de Darío y Maxi. Esto es una demostración cabal para decir: ¡Mirá, Duhalde asesino! ¡Mirá, Solá asesino! ¡Mirá, Kirchner cómplice! Mirá justicia, que hace 8 años que estamos acá esperando y que lo único que hacés es ser rápida para cagar a los luchadores sociales, para meter presos a los que menos tienen. Pero que realmente lo que tiene que hacer es meter presos a los asesinos de Darío y Maxi que siguen encolumnados en el poder presentándose a elecciones como candidatos a presidentes: ¿Candidatos a presidentes de qué? ¡Candidatos a la cárcel!

 

 

 

Con Luciano y Fuentealba

Hace casi un año y medio que Luciano Arruga se encuentra desaparecido. Hace casi un año y medio que la familia, junto a varias organizaciones, buscan respuestas, denuncian, exigen condena para los responsables. Vanesa Orieta, hermana del joven, estuvo presente en la jornada manifestando su repudio frente al accionar tanto de las fuerzas represivas como respecto a los procedimientos judiciales: “El pedido de justicia tratamos de llevarlo siempre adelante, aunque sabemos que es un poco imaginario de nuestra parte pensar que la vamos a obtener salvo que la organización y lucha genere algún temblor para que estos hijos de puta que tenemos en el poder judicial empiecen a tener un poco de miedo del movimiento del pueblo cuando sale a la calle, cuando se indigna porque ya no soporta más que maten a sus hijos y que no se haga justicia”.

Este caso se suma a miles de otros tantos que día a día sufren los jóvenes de los barrios más pobres del conurbano bonaerense, la Capital Federal y las provincias del país donde la práctica del gatillo fácil es la constante, donde la desaparición de sus cuerpos también es la opción, como ocurrió en La Matanza. “Todos los que están acá llevan 8 años de lucha y nosotros llevamos apenas un año y meses y la verdad es que ya se empieza a sentir el cansancio. Nos proponen cansarnos. Lo que queremos es estar con la cabeza fría para pensar, para seguir avanzando, para seguir generando la solidaridad, para que los vecinos no sigan mirando a los chicos como delincuentes. Porque los jóvenes de los barrios humildes son víctimas de un sistema que no brinda posibilidades, que nos excluye. Pero estos momentos no hacen más que fortificar nuestras ganas de seguir adelante para que el nombre de Luciano sea recordado siempre”, concluyó la hermana de Luciano, quien rápidamente encontró el abrazo solidario de Alberto.

“Estoy muy emocionado y esta emoción viene desde el sur con Sandra, mi hermana, la compañera de lucha de Carlos”, arrancó Beto Rodríguez, cuñado del maestro asesinado en 2004 presente en la jornada de lucha.

“Traigo la solidaridad y este sentimiento de tanto dolor que nos iguala al haber existido un operativo criminal tanto en Arroyito, Neuquén, el 4 de abril de 2004 como en 2002, en aquel terrible 26 de junio. Hay que recordar que los asesinos se siguen uniendo. Duhalde estuvo en Neuquén solidarizándose con Sobich que dio la orden de asesinar a Carlos en la ruta. A través de la lucha hemos logrado condena a cadena perpetua para el asesino material Carlos Poblete, pero como dice Sandra a través de la Comisión, queremos justicia completa, como así reclama la familia y los compañeros de Darío y Maxi. Y esa justicia se va a lograr cuando pongamos en el banquillo de los acusados a los responsables políticos de los asesinatos”, expresó, uniendo en ambos casos el grado de impunidad que los caracteriza.

 

 

Hacia el Puente

Ya el viento se perdía cuando el fuego de las antorchas artesanales dibujaba la nueva atmósfera que daría inicio a la marcha hacia el Puente Pueyrredón.

La enorme bandera de las banderas (unión de miles de luchas plasmadas en trapos) se desplegaba una vez más en la Av. Mitre. Las y los manifestantes se juntaban en el medio de la calle, aprontándose para salir. Antorcha en mano. Murga y la mística de las entonaciones.

Marchar hacia un Puente. Lugar de tránsito constante cuya mayor significación de lucha y resistencia arrancó cuando trabajadores y trabajadoras desocupados decidieron llevar adelante la medida de fuerza aquel 26 de junio. Puente manchado de sangre, cubierto de insignias de represión salvaje, que se encontró luego con un 3 de julio del mismo año, cubierto con la lluvia penetrante, manifiesto de indignación, bronca, llanto. Puente surcado por los pasos firmes de miles y miles de mujeres y hombres que en aquella primera marcha manifestaron el repudio por los asesinatos cometidos. La primera vez que los nombres de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki comenzaron a escucharse en el grito: Presentes, ahora y siempre.

“Darío nos ayudará a sostener la ira para que las lágrimas se nos hagan escorpión o látigo, para pegar justo en el centro de la magia a la hora de la rebelión, para que la piedra se haga palabra y las canciones se hagan suburbio, para que la conciencia se encuentre con la dicha y viceversa”. Después de aquel 26 de junio de 2002, el historiador y militante del Frente Popular Darío Santillán, Miguel Mazzeo confeccionaba un escrito que tituló “Los Oficios de Darío”.

En ese pequeño texto-homenaje si bien las palabras allí plasmadas representan especialmente a Darío también reflejaban a Maxi y a la multiplicación de ellos en mujeres y hombres que eligen, que buscan el camino de la lucha, en las calles y en los barrios, en las fábricas, en cada esquina: “Un militante joven sin el lastre de los desengaños de las pasadas peripecias y, por lo tanto, no paralizado por la desconfianza; nada proclive a la descalificación política del otro por pertenencias presumibles, dispuesto siempre a relativizar la carga semántica de las definiciones político-ideológicas estrictas o estridentes. Un militante que nunca cede ante las lisonjas de los juegos falsos y fáciles y que sabe esperar -paciente- en los remansos de la historia, un militante que le pone rumbo a la deriva y que funda un nosotros; en fin, un militante que sabe prescindir de los dictámenes y los presagios y andar por ahí, grávido de rebeldía y afecto, diciendo en voz baja que la libertad requiere de nuevas labores e indocilidades”.

 

 

 

8 años después

Luego de la vigilia, de dormir a la vera del Puente Pueyrredón, donde tantos sueños siguen tejiéndose, las columnas se multiplicaron. Quince mil personas alojó el puente bajo cánticos que recordaban a Darío, a Maxi, a tantos luchadores asesinados, al tiempo que el reclamo de juicio y castigo a los responsables políticos se hacía escuchar.

La lectura del documento conjunto, firmado por organizaciones de trabajadores desocupados, de Derechos Humanos, estudiantiles, culturales y otras, fue seguida por la palabra de Vanina, la hermana de Maxi, y de Alberto, papá de Darío.

Las lágrimas se mezclaban con la lucha. La bronca, con la alegría de reconocer que Darío y Maxi estaban ahí. Y también con la certeza de que seguirán estando.

Y así es como entona Jorge Fandermole: “La mano que me mata no me llega ni al límite más bajo de mi hombría aunque me arrastren rojo en las veredas con una flor abierta a sangre fría. Hoy necesito un canto piquetero que me devuelva la voz silenciada, que me abra por la noche algún sendero pa’ que vuelva mi vida enamorada…”

 

 

 

Adjuntamos el Documento leido en el Puente Pueyrredón

 

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