Nuevas formas de trata
Escrito por Red Nacional De Medios Alternativos el 31/10/2016
Desde el año pasado docentes y familias de escuelas públicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires comenzaron a detectar desapariciones temporales de jóvenes. Los casos visibilizados y denunciados se dieron principalmente en el Bajo Flores. No obstante la cooptación con fines prostituyentes de jovencitas, algunas veces niñas, de entre 11 y 16 años no está focalizada territorialmente sino que atraviesa a las poblaciones más vulnerables. En todo caso es visibilizada en los sectores que tienen más posibilidad de organizarse.
En octubre de 2015 desapareció por primera vez Laila Sainz, una chiquita que en ese momento tenía 14 años y cursaba en el Normal 4 de Caballito y ese hecho encendió una alarma intensa sobre estas situaciones. Paralelamente, en los barrios comenzaron a organizarse y así nació la Red de Docentes, Familiares y Organizaciones del Bajo Flores. Esta red ha sistematizado la recopilación de casos y denuncia 15 secuestros en 10 meses. La segunda desaparición de Laila y su segunda reaparición, cuando se creía que estaba todo encaminado para la detención de los responsables del primer hecho, volvió a mostrar la impunidad de estas otras redes, las de trata.
Gabriela Ramos es pedagoga, trabaja en la Escuela de Capacitación Docente y en varios institutos de formación. Su labor le permite estar vinculada con grupos de docentes que trabajan en toda la ciudad y por lo tanto tiene un panorama amplio de como se ha desarrollado esta nueva forma de trata. Con ella hablamos el martes 25 de octubre en Enredando las Mañanas y nos brindó su mirada desde la escuela.
“Cuando hablamos de esto no sólo estamos pensando en Laila y todas las chicas del Bajo Flores, también estamos pensando en otros distritos donde esto se repite, donde hay un población migrante importante. Muchas familias indocumentadas que viven en inquilinatos, en hoteles. En situaciones de escuela primaria, en capacitación docente hemos escuchado esta preocupación de las docentes. Se sabe que las niñas de sexto y séptimo grado, púberes, faltan una semana de la escuela y después retoman y cuando se habla con las familias, bueno, las familias saben muchas veces y muchas veces también están viviendo de este dinero que ella puede aportar durante esa semana que se va. A veces ahí no más, a media cuadra o al departamento o la habitación de algún vecino, para la situación de prostitución. Acá hay algo que no estamos pudiendo ver del todo en el programa de educación sexual integral, que no lo estamos abordando, que no lo tenemos claro en la capacitación docente tampoco y que efectivamente está haciendo estragos en el cuerpo de las chicas. Y sobre todo de las chicas más vulneradas, de las chicas pobres, de las chicas migrantes, de las chicas adolescentes”, así plantea Gabriela Ramos lo que está ocurriendo y las dificultades para abordarlo desde la institución. Por otra parte, también abre el panorama territorial de donde están ocurriendo estas situaciones y la extensión escapa al trabajo que desarrolla la Red de Docentes, Familiares y Organizaciones del Bajo Flores.
Respecto de esta disparidad en la visibilización y organización, Ramos explica que “En realidad esto es así porque la visibilidad está dada más en el Bajo Flores porque efectivamente está este grupo de docentes y de familias más acercadas a la perspectiva de derechos, más acercadas a organismos que estuvieron defendiendo derechos. Pero en estas zonas de Almagro, Monserrat, Once donde los migrantes no son de origen boliviano o paraguayo, como sí la mayoría de las familias que habitan el Bajo Flores, sino que son dominicanas o senegalesas, la situación es bien distinta. Todavía a nivel de conocimiento de sus derechos, de organizaciones que garanticen sus derechos o que puedan hacer reclamos están mucho más lejos de la posibilidad que tienen las familias del Bajo Flores.”
Le preguntamos a Ramos si había algún tipo de articulación entre los docentes y otras áreas del gobierno, tanto nacional como de la ciudad, como por ejemplo la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX) y otros organismos que deberían tomar cartas en asuntos de niños, niñas y adolescentes. “Esto es un silencio a voces. Cuesta mucho que estos organismos se hagan cargo de la situación. También está la PROTEX, que es quien debería tomar rápidamente las denuncias y derivar esto a los juzgados federales pero como todo esto inicialmente debe pasar por comisaría, ahí tenemos una gran dificultad. Muchas veces el personal policial no ha sido formado en perspectiva de género, muchas veces el personal policial comparte buena parte de la dinámica que se da en el barrio. También el Ministerio de Seguridad debería estar comprometido en esta situación pero muchas veces es el primer nexo, el primer eslabón que es la policía quien no acompaña como nosotros esperaríamos”.
Estas situaciones a las que son sometidas las chicas, no se dan dentro de la modalidad conocida de trata: “…no siempre estas capturas se dan forzadas como veníamos históricamente conociendo. Ahora puede haber alguien que funciona como nexo y se hace el novio, o la novia, alguien que funciona como nexo con estas bandas y se hace la mejor amiga. (…) por otra parte se trata de familias en situación de extrema pobreza. Las madres o los padres trabajan más de 15 horas por día en talleres clandestinos muchas veces y esas adolescentes quedan solas en la casilla. Muchas veces quedan encerradas porque sus madres conocen esta situación, entonces, al quedar encerradas, su único modo de contacto es el celular, es el facebook, el whatsapp y se arman a partir de allí estas redes. Son redes extorsivas porque las chicas están solas, incomunicadas y entonces empiezan a chatear con estas personas que no se sabe muy bien quiénes son. Estas personas empiezan a conocer su situación, donde viven y les proponen una salida, una posibilidad. Les ofrecen la posibilidad de irse a otro lado o algún casting. Comienzan a pedirles fotos, muchas veces en poses íntimas o seductoras o sin ropa. O empiezan a buscar algunos otros enlaces para tener sexo y ser filmadas en esas situaciones íntimas. Una vez que está este material es muy difícil que la adolescente pueda salir de la red. Entonces la red no siempre se arma de manera coercitiva o forzada sino que muchas veces hay una entrada esperable”.
Le preguntamos a Gabriela Ramos sobre las herramientas que se tienen o se podrían tener en las escuelas para aportar a la protección, detección temprana de estas situaciones, mecanismos de difusión rápida de las desapariciones. “Contamos con un conjunto de docentes muy comprometidos con esta temática y sostenemos que esto va en la misma línea, más allá de encuadrarlo en el tema de la violencia en general, de la violencia social, del narcotráfico, de la pobreza, va en la misma línea de la formación antipatriarcal que estamos proponiendo. Mujeres y varones podemos abusar, podemos tener la presunción de dominio sobre el cuerpo de otros y de otras para la explotación sexual, sólo si sospechamos que ese cuerpo es una cosa de la que me puedo apropiar para mi placer o para mi beneficio económico. Entonces hay que empezar a pensar en la formación docente en educar en una cultura que claramente critique todo lo que tiene que ver con el consumo del cuerpo, la pornografía, la prostitución, cómo esta sexualidad es consumida exactamente igual que el resto de las cosas materiales que nos vende el mercado. Tenemos que empezar los adultos que estamos en formación docente a descubrir esta cultura prostibularia que todo el tiempo hace de la sexualidad un bien de consumo y no nos damos cuenta. Si no, el o la docente que salen de su formación y llegan a la escuela, se encuentran con muy pocos recursos para hacer una lectura a esta realidad”.