Tucumán: Lomas de Tafí, una ciudad modelo… de precarización laboral

 Lomas de Tafí es una obra inédita por su envergadura en Tucumán, siendo desde su inicio, tapa de todos los diarios y noticieros locales. Según estos mismos medios de comunicación, es objeto frecuente de todo tipo de controles e inspecciones. A pesar de su relevancia, su exposición mediática y los permanentes controles, es uno de los ejemplos más notorios de la precarización laboral a la que es sometida la clase trabajadora.
Si tenemos en cuenta el real crecimiento económico desarrollado en la provincia y el país, los altos porcentajes de trabajo precario evidencian hacia qué sectores va dirigido ese crecimiento.
Patricio, un obrero que trabajó hasta hace poco en Lomas  de Tafí y que pidió a Contrapunto reservar su identidad para no comprometer sus posibilidades de empleo, describió las distintas maniobras que las empresas constructoras usan para avanzar sobre los derechos laborales.
Es realmente sorprendente como estas empresas, a pesar de tener a la mayoría de sus empleados registrados y con boleta de sueldo, usan múltiples caminos para avanzar hasta sobre los derechos laborales más básicos. Y esto ocurre en “Lomas de Tafí”, la tan promocionada ciudad modelo que está construyendo el gobierno, no en una pequeña obra de barrio.

 

Cuando el trabajo en blanco es en negro
El relato de Patricio sorprende: “La empresa para la que trabajé nos pagaba menos de lo que dice el convenio y todos los meses nos anotaban la mitad de las horas que trabajábamos”. El sistema está muy aceitado. La empresa paga cierto monto la hora, más allá de lo que diga el convenio de la UOCRA y de lo que figure en la boleta de sueldo, que no es más que un papel necesario para los trámites burocráticos que necesita hacer la empresa, totalmente en paralelo y al margen de lo que el obrero cobra. Los casos más emblemáticos son los de los subcontratistas o “tanteros”, que cobran sus trabajos `por tanto`, o sea por trabajo terminado”.
Sobre el sistema de tercerización del trabajo, nos relató: “En este caso la empresa fija un precio por un determinado trabajo y arregla con el tantero. Este trae su gente con la cual arregla los jornales. Al finalizar la quincena se paga al tantero la cantidad de trabajo avanzado, más allá de las horas invertidas. Este hace firmar las boletas a su gente sin importar que es lo que figura en ella, pagándoles lo pactado verbalmente”. Es el sistema de contratación de mano de obra preferida de las empresas, ya que al tercerizar, logran un trabajo a destajo de los obreros rasos, consiguiendo unos centavos más y asegurando un mayor rendimiento de obra. Así, se quedan, empresas y subcontratistas, con la mayor parte de sus cargas sociales. Patricio dice al respecto: “las condiciones son claritas: yo te entrego la ropa y los inscribo en los libros y nada más. Vos hacés firmar las boletas y cuando me las entregas, yo te pago”. Para los trabajadores no existen horas extras, presentismo, feriados, vacaciones pagas, aguinaldo, salario, ni justificación por enfermedad.

Ni higiene ni seguridad
La construcción tiene una triste estadística que crece cada vez más: los altos porcentajes de muertes en los lugares de trabajo. Esta situación producida por fallas en las medidas de seguridad laboral es ocultada sistemáticamente por los medios masivos de comunicación. Después de lo que Patricio nos cuenta, entendemos un poco mejor a que se debe: “Al ingeniero que nos da la charla de capacitación, de unos 15 minutos, solo le interesa que todos firmemos la asistencia, igual que a la empresa que le interesa más la firma que si los guantes nos duran sólo para descargar dos camiones de ladrillos o si andamos en el barro sin botas”.
Las inspecciones son todas una farsa: “cuando el gobernador va a venir a la obra, del Instituto de la Vivienda avisan dos días antes para que a todos nos den botines y cascos nuevos, que es lo que se ve en la televisión”.
Las empresas están obligadas a proveerles a los obreros ropa de trabajo cada 6 meses y de todos los Elementos de Protección Personal (E.P.P.) necesarios para la actividad que desarrollen.  Así también, de tomar todas las medidas de seguridad necesarias para los trabajos riesgosos. Todos estos insumos y medidas son vistos como gastos innecesarios y se evitan al máximo posible, sin importar las vidas que se pierden por causas totalmente evitables. Todo esto es posible gracias al guiño cómplice de las ART y el Gobierno, que sólo cuidan los intereses y ganancias de las empresas, y sólo fiscalizan si se firmaron todas las entregas de los EPP.

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