EL CICLO SIN FIN DE LA DEUDA ODIOSA

Escrito por el 08/07/2020

Mientras se agudiza la crisis sanitaria, económica y social continúan las negociaciones del pago de la deuda, ¿qué impacto genera en la vida de nuestro pueblo? 

En el marco de la “Autoconvocatoria por la suspensión del pago e investigación de la deuda”, un grupo de organizaciones sociales de La Plata armaron la charla-debate “El Ciclo sin fin de la deuda odiosa”. El debate contó con la participación de Camila Barón, economista egresada de la UBA y militante feminista; Francisco Cantamutto del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (IIESS/UNS-CONICET)  e integrante de la Sociedad de Economía Crítica de Argentina y Uruguay y María Emilia Val del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) y CONICET. 

A partir de la asunción de Macri al gobierno, allá por el 2015, y con posterioridad al cumplimiento de su promesa expresa de dar solución al conflicto con los fondos buitres, se inició (nuevamente), en Argentina, un proceso acelerado de toma de deuda pública con el objetivo de obtener dólares para financiar la famosa “bicicleta financiera” y sostener la fuga de capitales*. 

El compromiso del macrismo en esta cuestión fue tal que, cerrados los mercados internacionales de deuda en 2018, Macri solicitó al FMI el mayor préstamo de la historia del organismo (por más de 50 mil millones, aunque no llegó a usarse en su totalidad porque el gobierno de Alberto Fernández no solicitó el último tramo). Según datos del Ministerio de Economía, La deuda pública total subió del 52,6% del PBI (valor de todo lo que produce un país durante un año) al 89,4%, alcanzando el monto de 323 mil millones de dólares.

Habiéndose consumado estos 4 años de Macri al frente del gobierno, éste alcanzó un lamentable récord: Argentina fue uno de los países que más deuda tomó en el mundo durante el gobierno de Cambiemos. A este hecho, Cantamutto agregó: “Lo de Macri no tiene antecedentes: se defaultió la deuda que tomó el propio gobierno”. En general, cuando un gobierno contrae deuda, el problema para su devolución lo tienen los gobiernos siguientes, pero en el caso del macrismo no fue así. Macri al final de su mandato declaró que no podía pagar los vencimientos de la deuda en pesos que él mismo había contraído: de allí nació el célebre reperfilamiento. Este consiste en aplazar dichos vencimientos de deuda (con legislación local) hacia más adelante, justamente porque su legislación era más flexible que sí tienen legislación extranjera. 

Pero ¿qué implica que  un país se declare en “default”? ¿y qué significa para un país como el nuestro? El default de la deuda, o entrar en default, significa que un país no puede hacer frente a los servicios de la deuda que tiene previstos realizar. En otras palabras, no cuenta con el suficiente dinero para pagar las deudas contraídas. 

Para Barón, la consecuencia de un default es “una cuestión abierta, habría que buscar minimizar los costos”, pero estos vendrían por el lado de dificultades para el comercio exterior, pérdida de reservas internacionales y nuevos juicios en jurisdicción extranjera. Hasta los 80’ el default era una salida al endeudamiento, explicó la economista, pero agregó que “con el refuerzo del neoliberalismo que va de la mano con la concentración de poder de los acreedores, empieza a ser cada vez más difícil oponerse al pago, es decir, plantear un default como una salida que podría ser más beneficiosa para la salida de un país”. 

¿Que está negociando el gobierno argentino? 

Con el nuevo gobierno y la designación de Martín Guzmán como ministro de Economía de la Nación, el escenario cambió. Hasta el momento, solo está en negociación un quinto (⅕) del total de la deuda de Argentina, toda la que se encuentra bajo legislación extranjera, exceptuando el FMI y otros préstamos menores (alrededor de 66 mil millones de dólares). “Detrás de la estrategia conciliadora de la Argentina está la necesidad de volver en mediano plazo a los mercados extranjeros. Eso está enmarcado en el claro deterioro que sufrió la economía en los últimos años, la caída del comercio internacional y la escasez de reservas [internacionales]. La idea del gobierno es conseguir deuda tras el arreglo a mejores tasas que Macri”, explicó Val. 

¿Qué implican esas negociaciones? ¿Con quién se negocia? Al momento de endeudarse, la Argentina tiene, en forma resumida, dos posibilidades: una es emitir bonos (que vendrían a ser un pagaré que pueden comprar muchas personas) o contraer préstamos. Luego, tiene que tomar otras dos decisiones, con dos posibilidades cada una: si la deuda va a ser en pesos o en otra moneda (generalmente dólares, aunque pueden ser euros, yenes, etc) y si la legislación a la que va a atenerse es local o extranjera. ¿Qué implica esto? Que en el caso de que Argentina no pague la deuda, quién es el acreedor (bonistas o prestatario) tiene que presentarse en dicha justicia para reclamarle a Argentina que le pague. 

Val explicó además que esta deuda con legislación extranjera está concentrada en pocas manos. La mayoría de estos acreedores son fondos de inversión extranjeros, “algunos, como BlackRock [uno de los mayores fondos de inversión globales] tienen mucha fuerza y capacidad de bloquear acuerdos”, especificó. Es por ello que desde el gobierno de Fernández, se buscó obtener apoyo en el FMI, realizó la gira por Europa a principios de año y se sondeó el apoyo de dirigentes políticos, organizaciones sociales, sindicatos. Todo ello, especialmente el apoyo del FMI, “trae condicionalidades que tenes que aceptar” advirtió Val, que pondrían ser desde un ajuste fiscal hasta la adopción de ciertas políticas económicas.

Las negociaciones, como analizó Barón, se centraron tanto en la quita como en aspectos legales. La quita es cuánto menos el gobierno va a pagar de lo que contractualmente debía hacerlo. Los acreedores, desde un principio, presionaron porque la quita sea lo menor posible y además, quieren cláusulas que le sean más favorables por si Argentina volviera a entrar en default. “En principio se esperaba una gran quita, pero el gobierno fue cediendo ante los acreedores”, agregó Val, quien coincidió que el problema de las cláusulas también era un punto álgido de la discusión. El gobierno quiere obtener ciertas mayorías, o sea, que un conjunto importante de acreedores acepte las nuevas condiciones para así evitar que queden márgenes sin resolver por donde puedan entrar los fondos buitres. 

Y como si fuera poco, en medio de la renegociación de esta porción de la deuda, se desató la pandemia: “Estamos en medio de la peor crisis económica conocida, la profundidad va a superar a lo que fue la [crisis] del 30’, en términos de desempleo, de redistribución negativa del ingreso que va a generar un parate económico y de recesión. El informe del FMI dice que el 93% de los países está en recesión y se espera un 7% de caída del PBI para toda América Latina”, dijo Barón. La economista, en este sentido, sostuvo que “es el momento de quemar los papeles”, en referencia a que Argentina podría haber tomado otras determinaciones en la renegociación e incluso pensar en el no pago de la misma, dado el nivel de incertidumbre que trajo la pandemia a nivel global y la posibilidad de que otros países encaren situaciones similares.  

Sobre el efecto de la pandemia y la posible ola de defaults, Val destacó que “va a caer el precio de materias primas, el turismo, el comercio, las inversiones, eso va a traer presiones para solucionar la crisis de la deuda de manera favorable pero los acreedores son poco propensos para soportar defaults.  Argentina se convierte en un caso testigo, el problema es cuál es el límite”. En este sentido, ¿vale la pena satisfacer las demandas de los acreedores? ¿a costa de qué?, se preguntó Cantamutto para alcanzar la tan nombrada sostenibilidad. 

¿Qué es la sostenibilidad de la deuda?

En febrero de este año [2020], el FMI declaró la insostenibilidad de la deuda argentina, en línea con el planteo del actual gobierno sobre la herencia macrista en cuanto a la situación de la deuda. Esta declaración de todas formas no es casual: el FMI continúa siendo el mayor acreedor de Argentina y por lo tanto tiene interés en el arreglo de Argentina por el resto de su deuda externa. En la cabeza del FMI gira la idea de que a un mejor arreglo de Argentina (mayor quita), habrá más dinero disponible para que el país le devuelva el préstamo que le otorgó este organismo a Macri. 

“En la sustentabillidad o sostenibilidad de la deuda hay un criterio político”, explicó Barón, “cuando Guzmán y el FMI dicen que la deuda es insostenible tiene que ver con lo insostenible que es el ajuste fiscal que requeriría el pago de esa deuda. Esto quiere decir que muchos sectores que van a sufrir en carne propia las consecuencias del re pago de la deuda, un ajuste que se siente sobre los cuerpos”. La sustentabilidad/sostenibilidad implica, técnicamente, que del arreglo de la deuda surja un nuevo cronograma de pagos y que la Argentina tenga el dinero disponible en ese momento para pagarlos.  

“La idea de obtener superávit de aquí para adelante implica que, en un país en llamas, deberían ser resarcidos un montón de situaciones de vida y de derechos que están vulnerados. Siempre que se privilegie la generación de un superávit para el pago de la deuda estas necesidades quedan soslayadas”, dijo Cantamutto. Sobre todo esto, agregó que lo que está afuera de esta discusión, aparentemente técnica y sobre ingresos y pagos, es la sostenibilidad de la vida: “El combo soja, litio, gas, petróleo de Vaca Muerta se presenta como la vía para conseguir las divisas [necesarias para el pago de la deuda] y son vías altamente insostenibles incluso del punto de vista ambiental”.

Para ponerlo en claro, el superávit (o déficit) fiscal implica tomar todos los ingresos del gobierno (principalmente impuestos) y restarle toda la inversión pública (léase gastos en términos macristas), excluyendo los de la deuda (por ej. sueldos de empleados públicos, jubilaciones, la AUH, inversión en infraestructura). Si hay superávit, hay dinero para pagar los servicios de la deuda, si hay déficit, este debe cubrirse con más deuda o emisión monetaria. Lo que señalaron tanto Barón como Cantamutto es si este superávit fiscal que promete el gobierno a los acreedores contempla todos los derechos aplazados de nuestro pueblo. Estamos hablando de derechos vulnerados como la educación, la salud, la violencia de género, la alimentación, etc.

El superávit o déficit comercial se mueve en otro plano. Esta suma-resta toma en cuenta todos los dólares (y otras monedas extranjeras) cobrados por exportaciones menos todos los dólares destinados a importaciones. Argentina, históricamente, tiene una estructura dual donde exporta commodities (la soja es la principal) e importa bienes para sostener su actividad industrial. Si hay superávit comercial habrá dólares que pueden destinarse para pagar la deuda, si hay déficit, estos dólares faltantes deberán cubrirse de algún lado. 

Es por ello que Cantamutto señaló que desde el estallido del 2008 “los flujos financieros y comerciales dejaron de ser quienes dinamizan el crecimiento de las economías y hoy están en caída”. Esto tensa la estrategia del gobierno para alcanzar dichos superávit a lo largo del tiempo para ir cumpliendo los vencimientos de deuda. “La idea de traer inversiones extranjeras o aumentar exportaciones no van a funcionar” advirtió finalmente Francisco.

¿Qué alternativas populares tenemos ante esta negociación?

Lxs panelistas coincidieron en cuestionar la legalidad de la deuda. “El gobierno no está planteando ningún proceso de auditoría”, dijo Emilia. ¿Qué implicaría hacer una auditoría ciudadana? Que se investigue en qué se gastaron los fondos pedidos por el gobierno de Macri para identificar el carácter ilegítimo de la misma, en tanto está se utilizó principalmente para financiar la fuga de capitales. De conseguirlo, el objetivo principal es el cese del pago de la deuda porque “pagar la deuda implica un esfuerzo social que va contra la reproducción de nuestra vida”, dijo Cantamutto. 

Recientemente, un informe elaborado por el Banco Central cuantificó y puso nombre y apellido a quienes se aprovecharon de la quita de todo control sobre el mercado cambiario durante la gestión de Cambiemos. Pero desde el gobierno aún no se han tomado acciones en esa vía. Cantamutto en ese sentido agregó que “Es necesaria una auditoría integral de la deuda, eso podría generar una fuerza social que acompañe este proceso, no esperar lo contrario”.

Barón fue más allá y propuso “discutir sobre la distribución del ingreso y la desigualdad, salir de la moral, es decir, no pensar si es bueno o malo pagar la deuda, sino poner en el centro a la vida”. La problemática de la deuda no es ajena al resto de los vejaciones que sufre el pueblo argentino, es por ello que es imperiosa la necesidad de “discutir un modelo de desarrollo distinto” en palabras de Cantamutto, un modelo de desarrollo que ponga en el centro a la vida y a la naturaleza, y no las demandas de las corporaciones multinacionales.  

En tanto Val planteó la necesidad de pensar acciones para presionar al gobierno y también plantear alternativas. En ese sentido, Barón retomó la palabra remarcando la importancia de internacionalizar el debate, es decir, unir fuerzas con otros países, más allá de la cercanía política, con situaciones similares de deuda. “Hay que buscar soluciones internacionales colectivas, incluso también con gobiernos que no sean afines ideológicamente porque esas son las posibilidades de lograr algún tipo de solución diferente” cerró Val. 

El conversatorio, organizado por Revolucionaria Guevaristas, Frente de Organizaciones en Lucha, Poder Popular, Movimiento de los Pueblos y Democracia Socialista, trajo nuevas preguntas para seguir reflexionando sobre qué implica el pago de la deuda.

Mirá la charla completa acá:

Deuda Odiosa

Gepostet von FPDS Corriente Nacional am Mittwoch, 24. Juni 2020

 

* La bicicleta financiera puede ejemplificarse de la siguiente manera. Supongamos que 1 dólar cuesta 1 peso. Una persona (sin importar si está dentro o fuera del país) cambia 100 dólares por 100 pesos y los invierte en un plazo fijo (o algún otro instrumento financiero). La tasa de interés que pagan estos plazo fijos o instrumentos financieros en Argentina es (mucho) mayor que la que pagan otros países. Supongamos que la tasa es del 10% y entonces quien invirtió los 100 pesos ganó 10 pesos. Posteriormente, esta persona quiere recomprar sus dólares y compra 110 dólares. Pero, ¿de donde salieron los 10 dólares de diferencia? Esos dólares se encarga el gobierno de conseguirlos tomando deuda. Las otras opciones es que sobren dólares de la diferencia entre el cobro de exportaciones y el pago de importaciones (aunque esta cuenta puede ser negativa y entonces deben también conseguir esos dólares), a través de la venta de tierras o empresas (como fueron las privatizaciones en los 90’) o a partir de la “lluvia de inversiones” (que nunca sucedió). Lo mismo aplica para la fuga de capitales: de algún lado tienen que salir esos dólares. Hay que decir que el macrismo levanto todas las restricciones para la entrada y salida de dólares, de tal forma de permitir este tipo de operaciones. Por otro lado, también es importante para el sostenimiento de estas operaciones que se mantenga estable el tipo de cambio, entre otras cuestiones.

 

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