Conversación sobre resistencias con Nora Maggi y Oscar Camejo

Escrito por el 24/03/2020

Este 24, los represores están en la calle y nosotrxs adentro. Apelando a la creatividad rebelde, sin dejar de repudiar el terror que buscan imponernos, pero también cuidando a lxs nuestrxs, hablamos de resistencias con Nora Maggi y Oscar Camejo. Resistencias de ayer y de hoy. De siempre. Que se adaptan, pero no se entregan. Nunca. Aunque nos digan que tenemos que estar encerradxs y nos pongan candados de miedo.


Con estos dos ex militantxs del PRT, hablamos de todo un poco. Resignificamos. Conversamos sobre cómo llegaron a militar, por qué siguen militando, sobre experiencias de resistencia en la cárcel, sobre solidaridad como modo de existencia, sobre lucha armada como estrategia, sobre el después, sobre los estigmas, sobre la rebeldía como elección de vida colectiva.
Y si decimos nunca más, es nunca más sin olvido, sin perdón y sin reconciliación. Porque no fueron inconductas, fue un genocidio. Porque sabemos que el aparato represivo sigue intacto y la complicidad civil está a la orden del día.

 

Memoria es resistencia

“En tu carta me preguntás si esas historias de los viejitos las inventé, si son ciertas o si las imagino. Yo te diría que no importa, que es lo mismo, vos leelas como un cuento, pero pueden ser verdad” (extracto de carta a Marcela, 16 de agosto de 1982, desde la cárcel de La Plata)

Entre 1982 y 1983, Marcela intercambió cartas con su tío Oscar. Ella era la mayor de sus sobrinas y tenía 8 años en aquel momento. Él estaba preso desde 1975 por ser militante revolucionario. Su encierro transcurrió en Sierra Chica, Mar del Plata, La Plata y Villa Devoto. Adentro siguió militando y hoy asegura que la cárcel funcionó como una “escuela de revolucionarios”.

Oscar Camejo nos contó que, si bien se comunicaba con toda su familia, “encontré esta posibilidad a través de la única niña que me podía leer”, con quien “entablaba una comunicación más directa” y que “ella fuera el vehículo transmisor hacia los otros primos y hermanos que tenía”.
“Eso fue una forma, una posibilidad, y yo creo que, como eran cartas a una sobrina, también había muchas cosas que esquivaban la censura porque no se le prestaba importancia”, explicó: “uno transmitía lo que tenía adentro, y uno tenía adentro esos conceptos generales sobre la ecología, sobre el valor de la vida, la libertad, la igualdad, el respeto, la dignidad humana; un montón de valores que ya los tenía incorporados y, simplemente, en la comunicación con una niña, volcaba y eran bien recibidos”. Relató que las respuestas que recibía de ella significaban “un aporte de lo que se comprendía, y, si bien no había la formación política específica, sí había contenidos humanísticos que se traslucían de cualquier manera”.
Oscar habla a su sobrina a través de historias y dibujos. Historias que en general atribuye a viejos. Relatos que hablan de cuidar la naturaleza, de animales que se enamoran, que escapan, que se organizan. Le cuenta de miedos y de libertad, de esperanza. Le manda regalos. Le pide pistas del afuera. Mientras, adentro, sigue militando. Y estas cartas son una pieza más en esa red de resistencias.
31 años después de esos intercambios, Marcela volvió a escribirle para enviarle las cartas que aquí publicamos, y en esos nuevos párrafos reconoce que lo identificaba como al “supertío”, preso por robar gallinas, que en la actualidad la llena de orgullo: “me despido de este recuerdo escrito que forma parte de quien soy, para que otros puedan admirar tu maravillosa imaginación a la hora de escribir a una nena de 8 años, en medio del contexto en el que te encontrabas”.

Adjuntamos todas las cartas que solidariamente nos cedió Oscar Camejo. Las mismas se encuentran hoy en la Biblioteca Nacional.

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