La huelga y ocupación obrera de la central hidroeléctrica Chocón-Cerros Colorados conocida como «El Choconazo» tuvo lugar entre el 23 de febrero y el 14 de marzo de 1970, en el medio de la dictadura de Onganía, Levinsgton y Lanusse. Participaron entre 3.000 y 4.000 obrerxs de la industria, la mayoría trabajadorxs de la compañía constructora de El Chocón, aunque también había trabajadorxs de las empresas constructoras de viviendas y hospitales, y sus familias, no menos protagonistas de esta historia. Pese a que la huelga fue declarada ilegal por la dictadura con la complicidad de la burocracia sindical, fue sin dudas un triunfo obrero que contribuyó en gran medida a la destrucción del gobierno de facto.
En el marco de los 50 años del Choconazo, lección de clasismo combativo, El Zumbido se suma con un especial: entrevistamos a Pablo Hodola, hijo de Oscar, a Carolina Alac, hija de Antonio, y a Emilse Kejner, quien realizó una investigación sobre el rol de las mujeres en esa gesta obrera.
I “La huelga de El Chocón fue un hito en los trabajadores de nuestra provincia”
Oscar Hodola fue un militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores que permanece desaparecido desde que se lo llevaron junto a su compañera, Sirena Acuña, en la última dictadura cívico militar eclesiástica y económica. Antes de su incorporación al PRT-ERP, fue uno de los protagonistas de la histórica gesta obrera de El Chocón. En diálogo con El Zumbido, su hijo Pablo aseguró que “su participación política tuvo que ver con el compromiso que él tenía con la sociedad”. Nos contó que su padre llegó al Chocón por la oportunidad laboral en la “Obra del siglo”, a la que ingresó gracias a la ayuda de Pascual Rodríguez, en el año 1969: “él llega al Chocón en un contexto de muchas necesidades que venían padeciendo los trabajadores, esas necesidades hacían necesaria la participación y el compromiso por las mejores en las condiciones de trabajo en las que se encontraban en algo que fue tan significativo y hoy lo es para nuestra Patagonia; así es como se suma a la huelga de El Chocón”.
“Charlando con Pascual Rodríguez, me cuenta el contexto que se daba en el país, donde veníamos del Rosariazo y el Cordobazo”, explicó: “era una clara evidencia del gobierno de turno” y había que “activar una lucha por las mejoras laborales y las condiciones de vida de los trabajadores, eso conllevaba visibilizar y producto de esa conciencia poder posteriormente organizarse”.
“Los sindicatos estuvieron ajenos a esa situación: el sindicato de la UOCRA se negaba a participar y eso lo ponía del lado del gobierno”, contó el hijo de Oscar Hodola, quien además afirmó que “la burocracia sindical sigue haciendo lo mismo que en aquella época, manteniendo a los trabajadores desunidos” y reflexionó que “los sindicatos están muy distantes de sus orígenes, eso hace que hoy la clase trabajadora esté desmembrada y cada delegado se presente en su sector cual patrón de estancia, hay una falta de conciencia y las luchas se ven desmembradas unas de las otras”.
“El Chocón no es solamente los dinosaurios y no es solamente la represa: hay un escalón, que es el más grande y el más importante, que es la huelga obrera que dio lugar a marcar un hito en los trabajadores de nuestra provincia”, remarcó Pablo Hodola: “hoy en día se debería promover naturalmente desde la lucha y la conciencia de los trabajadores para estas nuevas dictaduras que se dan, ya no militares, sino en los nuevos desaparecidos, en los casos de desocupación, de atención en los hospitales que ya no alcanzan, de las escuelas; estas son las nuevas dictaduras de este modelo de globocolonización o globalitarismo, porque se trata de imponer un modelo por la fuerza y eso hace que debiéramos estar unidos para mejorar”, concluyó haciendo referencia a retomar las luchas y las formas de luchar de lxs rebeldxs de 1970, que dejaron huellas menos comerciables que las de los dinosaurios, pero más profundas.
II “Las mujeres no eran parte del decorado de la huelga, cumplían un rol central”
Emilse Kejner es una de las investigadoras que junto a Griselda Fanese publicaron en 2006 “La Aneida: una epopeya de mujeres en una huelga de obreros”, un artículo sobre las representaciones de las mujeres que participaron en el Choconazo (que se puede leer completo
aquí).
En comunicación con El Zumbido, explicó que en el marco de la huelga, en los medios “las mujeres aparecían solamente en las imágenes, pero no en el cuerpo de los textos del diario Río Negro y de los diarios nacionales, como La razón y La Nación que cubrieron la huelga casi a diario”, entonces, “para reponer ese hueco, decidimos hacer algunas entrevistas con la metodología de historia oral para recuperar un poco esa historia que no estaba contada ahí”.
La investigadora relató que “las empresas que estaban trabajando ahí empleaban a más del 90% a obreros varones, pero no había muchas mujeres trabajando, eran muy pocas”, sin embargo “hay un grupo de diez mujeres que se organiza en el contexto de la huelga, la mayoría eran hijas o esposas de los trabajadores de las empresas que estaban construyendo la represa; de ese grupo, la que figura como referente, que es la que aparece en las imágenes y que se transformó después de la huelga en una militante de reconocimiento nacional, era esposa de uno de los trabajadores”, en referencia a Ana Egea. Sobre ella, remarcó que “cuando va armando el relato de su participación en la huelga se ve que no era solamente un decorado de la prensa, sino que cumplían una función central”. Detalló que “son funciones que si una las piensa desde las categorías que trabajamos en el feminismo de hoy, es como un traspaso de las tareas de cuidado del ámbito doméstico al ámbito público: si en el ámbito doméstico las mujeres garantizamos la reproducción de la vida cotidiana, el alimento, los cuidados, el afecto, en el contexto de huelga en el que toda la vida de las personas de El Chocón está puesta en la huelga, porque no están trabajando, las mujeres arman las ollas populares, gestionan las donaciones para que todos puedan comer, atienden a personas que están heridas”.
“Este grupo que estaba organizado le vio la veta al pensamiento dominante de que las mujeres no podían hacer nada y lo aprovecharon, por ejemplo robándole la nafta a los patrulleros porque nadie iba a sospechar que las mujeres iban a estar robando nafta o armando una molotov”, señaló Emilse Kejner: “no están en el imaginario como personas con capacidad de robar nafta o de tirar una molotov”.
La autora de la investigación contó que Ana Egea “utiliza un ‘nosotros’ en el que está ella incluida en el conjunto de los obreros huelguistas y un ‘nosotras’ en el que está claramente ella más las otras mujeres”. También detalló que “había mujeres que no querían participar, que no querían exponerse”, pero “ella nombra entre ese grupo a una mujer que llamaban ‘la boliviana’ que era la que se quedaba a cuidar los hijos de todas, y la nombra porque sabe su propia participación en la huelga, ella sabe que no podría haber hecho nada de lo que hizo si no fuera porque la boliviana se quedaba en su casa con los hijos de todas”. Kejner explicó “estos distintos niveles de participación de las mujeres: Ana es la que tiene prominencia porque después empieza a militar en el Partido Comunista, a viajar a congresos nacionales, pero las demás son un grupo de mujeres anónimas que garantizaron parte de la huelga”.
III “Tenían claro que era una cuestión de lucha de clases”
“Antonio es un símbolo histórico del sindicalismo argentino y latinoamericano. Pertenece a ese conjunto de entrañables compañeros que, desde diversas tendencias y corrientes, se jugaron toda su vida en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo y en defensa de sus hermanos y hermanas de clase”, escribió Néstor Kohan cuando Antonio Alac, uno de los impulsores de la gesta rebelde del Choconazo, falleció (se puede leer el artículo completo junto a una entrevista aquí).
“En El Chocón los dinosaurios se comieron al hombre”, comienza diciendo Carolina Alac, su hija, a El Zumbido: “durante muchos años fue muy triste pasar por ahí y darnos cuenta que no había señales de esa gesta tan heroica de un montón de personas que en una época difícil como una dictadura con Onganía a la cabeza, con los sindicatos que como sigue pasando eran burocráticos y vendidos, traidores, con patrones que venían con capataces italianos acostumbrados a tratar a los esclavos sudafricanos en las minas de los diamantes; ante todo eso este grupo de hombres y de mujeres se pararon y dijeron basta”.
Carolina Alac aseguró: “estamos peleándole al olvido, esa lucha nos tiene que servir; estos héroes no son los próceres de bronce allá lejanos, sino hombres y mujeres que hasta hace poquito estuvieron acá con nosotros trasmitiéndonos esa coherencia hasta su nombre”.
La hija de Antonio Alac narró que “El Chocón fue la obra del siglo: la dictadura militar se encargó de hacer la propaganda en todo el país y a nivel internacional de que iba a ser su mayor logro, se apropiaron de esa idea porque políticamente se venían dando los ‘azos’ que hacían temblequear a esa dictadura, en ese momento histórico El Chocón empieza con mucha fuerza”. Explicó que “les habían prometido una cosa y se encontraron hacinados en galpones y en camas cucheta hechas con cajones de manzana, los trabajadores apenas tenían algún que otro baño, no tenían acceso al agua, no cobraban lo que tenían que cobrar, trabajaban en exceso y tuvieron ocho muertes hasta que se desató la huelga, además de todos los lastimados; había un montón de condiciones que no se estaban cubriendo y a partir de ahí se empiezan a movilizar”. En ese momento comienzan a encontrarse desde distintas tendencias políticas y arman una primera elección “que la UOCRA burócrata no les reconoce, así que ahí empiezan los problemas, en diciembre de 1969”.
En relación a la organización y a la seguridad, Carolina Alac contó que “entre ellos mismos hacían comisiones de guardia permanentes, la organización de la seguridad incluía todo lo que tenían a mano con lo que se podían defender, eran miles de obreros en el medio del desierto rodeados por el ejército, por la policía, por gendarmería, si ellos no hubieran tenido la postura de defenderse podría haber sido una masacre”. Tenían “dinamita, barricadas y control permanente, tenían hasta comisiones de conducta, estaban muy organizados, y en el medio de todo eso aparecían figuras como la de la gorda Ana, que con su olla popular hacía maravillas con lo poco que tenía, mujer que de a ratos cocinaba y a la noche en medio de la oscuridad salía a afanarse la nafta de los patrulleros para dársela a los obreros para que tengan para defenderse”.
“Ellos tenían una visón muy amplia de la reivindicación de derechos, eso los hacía pararse más firmes, más sólido, tenían claro que era una cuestión de lucha de clases, era una dirigencia clasista y combativa desde el principio y contaron con esta visión más amplia de que esa dictadura la tenían que parar de alguna manera, y por eso se abrió rápidamente la huelga a la cuestión solidaria, a Neuquén, a los estudiantes, a los docentes, a los ferroviarios, a toda la gente que sostuvo esta medida y que sin todos ellos les hubiera resultado muy difícil; ellos en un momento empezaron a pasar hambre y si no se acercaban las organizaciones solidarias de Neuquén no sabían cómo iban a hacer”, concluyó la hija del dirigente: “entonces creo que hay una conjunción hermosa de ideas, hay una unión en la base, genuina, y aparte se suma la solidaridad de afuera, y eso hace que ellos peleen más sólidos, más fuertes”.
IV Pelear contra el olvido
La resistencia, la rebeldía y la fuerza de estxs luchadorxs y de todxs lxs que se solidarizaron hace 50 años no puede seguir durmiendo a la sombra de los dinosaurios.
¡Viva la lucha de lxs obrerxs del Chocón!
Carlos Nuss On 09/03/2021 at 09:37
Había leído algo de esta huelga pero no con tanto detalle. Gracias por recuperarla.