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  						Más de cien años pasaron del asesinato de las 129 trabajadoras  						estadounidenses que reclamaban condiciones laborales más justas; hoy los 						reclamos continúan y las calles céntricas de Tucumán fueron el  						escenario de organizaciones sociales y partidos políticos que  						reivindicaron algunas luchas de las mujeres. 						 						 
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 			 Esta vez la marcha del 8 de marzo se realizó al otro día, quizás  			para evitar la quietud del feriado y las ausencias del fin de semana  			largo, de todas formas, la estrategia sirvió puesto que a las horas pico 			de la tarde, las principales calles céntricas tuvieron que detenerse  			para dejar pasar a las diferentes columnas que marchaban por el Día de  			la Mujer Trabajadora.			 			 
 			 
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  						Alrededor de trescientas personas asistieron a la movilización que 						arrancó desde plaza Urquiza a Plaza Independencia; entre las  						organizaciones que marcharon estaban La casa de las Mujeres Norma  						Nassif, Pan y Rosas, Plenario de Trabajadoras, COBA (Coordinadora de  						Organizaciones Barriales) y Las Juanas, entre otras.						 						 
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  						Durante la marcha se cantaron consignas relativas a los problemas  						que más inciden en la inequidad entre hombres y mujeres en el acceso a  						los derechos y libertades, tales como la violencia de género, que en la  						última decena de casos de mujeres quemadas por sus parejas ha demostrado 						que es una práctica que no disminuye.						 						 
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  						El acoso sexual, la impunidad de los violadores y de las redes de  						trata y prostituyentes también fueron un reclamo protagónico durante la  						marcha.						 						 
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  						Sin embargo, menos fuerza tuvieron las reivindicaciones por el  						derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Y es que parece ser un tema  						que, a pesar de estar esperando las sesiones en el Senado, se diluye  						tanto de las agendas de los medios, como las políticas también.						 						 
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  						En palabras de la presidenta, “el aborto no constituye la  						principal causa de mortalidad materna, sino la inequidad social”, muleta 						que le sirvió para anunciar la nueva asignación universal para  						embarazadas desde tres meses, una apuesta fuerte “a la vida”, como  						pronunció en el discurso de apertura de las sesiones legislativas.						 						 
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  						Con ésto, generó desconcierto general entre las organizaciones que 						apuestan a que el aborto sea una práctica legal y autónoma de las  						mujeres, sosteniendo un discurso ambiguo que por momentos parece hacerle 						un guiño a la despenalización del aborto y por otros parece mantenerse  						del lado que se pronuncia “por la vida”. 						 						 
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  						De todas formas, a pesar de que el gobierno diluya la discusión  						sobre las muertes que produce el aborto clandestino o que algunas  						organizaciones o partidos políticos reduzcan su apuesta a esta lucha,  						las muertas por aborto y la necesidad de que ésta práctica se legalice,  						será una discusión que llegará al Senado, donde las consecuencias de la  						penalizacion e ilegalidad de esta práctica quedarán expuestas ante la  						sociedad que se niega a verlas.						 						 
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