Política exterior: EEUU y América Latina, capítulo Honduras

Escrito por el 04/07/2009

Desde aquella consigna de Monroe (1823) “América para los americanos”, que tuvo la interpretación de “América para los norteamericanos” por parte de los pensadores del sur del continente, las estrategias de los gobiernos Estadounidenses siempre han apuntado a  tener el control.

De una u otra forma, con las consideraciones que este país tenía  respectos de las independencias de los del sur, o, en una forma más directa, nombrando un embajador, mediante relaciones políticas y con, como es de público conocimiento, intervenciones militares EE UU se pretendió como salvaguarda del destino de todo el continente. Monroe, en carta del 2 de diciembre de 1823 decía:
“…de consiguiente, la franqueza y las relaciones de amistad existentes y los Estados Unidos y esas potencias (Gran Bretaña, Francia, el imperio Ruso del Zar, holanda, etc.) nos obligan a declarar que consideramos peligroso para nuestras paz y seguridad toda tentativa por parte de ellas para extender su sistema a una porción cualquiera de este hemisferio”[1].
  Desde fines del siglo XIX las políticas estadounidenses tienden a ser  directamente imperialista, lo que merece una reflexión por parte, no sólo de todos, si no más bien de la sociedad norteamericana. “La política del garrote”  del “colorario Roosevelt” no terminan, siguen en pie tomando otros colores. En 1929- 33 surge el “Nuevo trato” como política exterior, cuya política es puesta a prueba posteriormente, una vez triunfante la revolución cubana declarada socialista, en la Bahía de cochinos.  Los bloques siguieron, el imperialismo comercial también, ahora se agregaba la intervención militar.
 En 1965, la intervención militar de Nicaragua forzada por el presidente estadounidense Lyndon Johnson, quedó demostrado que por más que entre en crisis la educación,  la cultura, por mas que los avance tecnológicos nos acerquen cada vez más, la democracia es incompatible con el imperialismo, es pensar en algo irrealizable si no se corta la relación de dependencia con los Estados Unidos en particular y de todo imperialismo en general. Como algunos lo llaman la última estación de la política de una cultura, el imperialismo no se contrapone para nada con la democracia estadounidense, con las repúblicas hechas bajo el calco y la copia, con constituciones forjadas en una matriz Yankee. Entonces, lo que queda para las nuevas generaciones, como legado de todo pueblo despojado de identidad, es crear un nuevo tipo de política, un nuevo tipo de cultura, siguiendo los caminos de los rublos que vienen luchando por la autodeterminación y la soberanía política y económica. Ya Simón Bolívar, ya en 1826, en el congreso de Panamá pedía la federación de republicas sudamericanas y el mismísimo gobierno estadounidense no apoyaba.
  Hoy  Honduras  vive sobre las garras de los buitres y chacales, como diría el che, nuevamente los títeres del imperialismo Yankee someten con amas de todo tipo al pueblo generando el terror y la desesperación. En estos momentos se hace necesario apoyar al pueblo, no dejarlo caer, haces llegar nuestras adhesiones y poner el grito en el cielo ante la intervención militar.
  Nuevamente en nuestra América, así como en épocas de Sucre, Bolívar, San Martín Artigas, etc., o, como también en momentos de las revoluciones obreros y campesinas, los pueblos del mundo ven pasar nuevos vientos, depende de estos detenerlos y darles su heroica forma. Lo que sucede hoy en Honduras, necesariamente, necesita que la comunicación, como motor del flujo informativo, haga rodar por todas partes el repudio.
       
 
 
 
 

 

[1]  América Latina y Estados Unidos. Biblioteca fundamental del hombre moderno, CEAL S.A (1971).

 


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