¿Retenciones para quiénes y para qué?

Escrito por el 25/03/2008

Tras 14 días de paro agrario habló la presidenta Cristina Fernández, se refirió a un piquete de la abundancia. Esto provocó a sectores de clase media y alta. Los mas perjudicados los pequeños y medianos productores (Red Eco) Argentina – El conflicto se desató el pasado 11 de marzo cuando el ministro de Economía Martín Lousteau anunció que aumentaban las retenciones a las exportaciones de soja y girasol pasando del 35 % al 44 %
El sistema no seria de porcentaje fijo sino que se moverá de acuerdo al precio internacional. El argumento es que el aumento en el mercado mundial de los precios de las materias primas vinculadas al agro engorda cada vez mas la renta de los dueños del Agro por lo tanto aumentar el porcentaje no hace mas que volver lo recaudado por las retenciones al nivel que tenia en noviembre de 2007 (fecha en que fue el último incremento)
Ayer, luego de varios días de cortadas 300 rutas, especialmente en el litoral como protesta a estas medidas del gobierno, la presidenta Cristina F. de Kirchner habló en la Casa Rosada y dijo que este es un “piquete de la abundancia” y que no se iba a dejar extorsionar. Esto provocó que sectores de clases medias y medias-altas salieran con las cacerolas a la calles de la zona mas ricas de la capital y se concentraran luego en Plaza de Mayo como rememorando las jornadas del 19 y 20 de 2001. Solo que en este caso las cacerolas sí fueron expresión de “solidaridad de clase”. Recordemos que en las ultimas elecciones de esta ciudad fue electo Macri, representante de la derecha porteña.
Entre el gobierno y los grupos más concentrados de la actividad agropecuaria hay acuerdos básicos que apuntan a concentrar la actividad del agro al “agronegocio” por lo cual los principales beneficiarios con esta política pertenecen a un sector transnacionalizado de la economía.
Lo cierto es que a la oligarquía argentina exportadora esta medida no le afecta porque las retenciones que les hace el Estado las trasladan a sus compradores internos (de semillas, maquinarias, agroquímicos y demás insumos para el agro) que son fundamentalmente pequeños y medianos productores.
Estos sectores son beneficiarios de una estructura impositiva regresiva que grava al consumo y la producción pero no la ganancias.
Veamos algunos datos: La soja ya ocupa la mitad de la tierra cultivada (17 millones de hectáreas). Solo 2.800 de los 70 mil productores de soja se quedan con las mayores ganancias de este cultivo.
Hace 3 años, la zona productora de hortalizas, legumbres y frutas de la provincia de Córdoba ocupaba 10 mil has. Hoy solo llegan a dos mil quinientas. El resto tiene cultivada soja.
La tierra se concentra cada vez más (300 mil has en manos de “Los Grobo”, 600 mil en manos de “Irsa”) y se han extranjerizado 17 millones de has.
De las 170 millones de has. agropecuarias en todo el país, el 45% está en manos del 1% del total de los dueños de tierras (o sea que de los 300 mil dueños, sólo 4.000 tienen casi la mitad de las tierras cultivables) Un puñado de monopolios concentra la producción de insumos agropecuarios encabezados por Monsanto. El comercio exterior es monopolizado por pocas empresas transnacionales como Cargill, Bunge & Born y Monsanto.
La oligarquía tradicional está hoy acompañada de grupos de siembra financiados por multinacionales.
Sobre las retenciones la mayoría de las opiniones coinciden en que es socialmente justificable pero que debe ser integrada a una política impositiva que grave más a los más ricos. Agregan que es justa la aplicación de retenciones diferenciadas hacia dentro de los distintos sectores de la producción primaria, no sólo del campo, sino también de la minería, la pesca, etcétera, en función del desarrollo integral de la economía nacional. Pero además hay que definir claramente retenciones a quién y para qué.
Retenciones a los sectores concentrados; no para la especulación, los negociados, el pago de la deuda externa, sí para distribuir la riqueza.
El periodista Alejandro Jasinski señala en un articulo que: “Dentro del frente agropecuario, son los pequeños y medianos productores los agentes más radicalizados en la protesta por ser los más afectados, no sólo por las recientes retenciones, sino por la carencia de una política nacional hacia el campo”. (..) La asociación que representa a estos pequeños y medianos productores es la FAA, de origen históricamente socialista, cuyo principal dirigente, Eduardo Buzzi, ha tenido que salir una y otra vez ante los medios de comunicación a explicar por qué comparten un frente de lucha con sus verdugos, los terratenientes. Sentarse a la mesa junto a los sectores dominantes tradicionales, le ha valido a la FAA duras críticas, pero es resultado de la impotencia de sus bases, cuyos intereses inmediatos no están a la orden de comprender relaciones de fuerza mayores y no aceptarían una tibia política de su dirigencia ante la actual medida."
A pesar del erróneo alineamiento, el dirigente de los pequeños y medianos productores ha dicho lo correcto: sin lograr demasiado ruido, explicó que "Este gobierno está concentrando la riqueza en muy pocas manos, las compensaciones (subsidios a los alimentos) son para los mismos ganadores de siempre: las multinacionales, los grupos exportadores y un puñado de grandes industrias”.
Por ultimo es difícil no pensar en todo este conflicto en los miles de aborígenes, de pequeños agricultores, de familias rurales que vienen de la ganadería familiar, de campesinos, quienes vienen enfrentando desde hace mucho tiempo los intentos, que se han concretado en varias ocasiones, de desplazarlos violentamente de sus tierras para seguir ampliando la frontera sojera.
En este conflicto los sectores populares están representados por los pequeños campesinos excluidos que defienden sus tierras y su cultura y los pequeños productores (la mayoría nucleados en la FAA) que defienden su derecho al trabajo frente a medidas del gobierno que no discrimina entre grandes y pequeños productores. Por el otro lado están las entidades de la oligarquía, el gobierno que hace del modelo de las retenciones la principal vía de recaudación sin diferenciar sectores y favoreciendo en la práctica a los que siempre ganan, la derecha política y comunicacional dedicada a generar análisis alarmistas, y el rol patotero de la burocracia sindical.


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