MUJERES
Escrito por Red Nacional De Medios Alternativos el 14/03/2008
El 11 de marzo se realizó en la Legislatura porteña, en conmemoración del 8 de Marzo, una sesión simbólica en la que mujeres de diversos sectores pudimos dar nuestra palabra.
La iniciativa fue promovida por Diana Maffía, y resultó una verdadera caja de resonancia de los derechos de las mujeres, y de la diversidad de miradas entre nosotras, que se fue expresando a lo largo de las más de cuarenta intervenciones, que incluyeron las de algunas legisladoras de diferentes bloques.
Cerca de cuarenta mujeres nos sentamos en las bancas y esperamospacientemente nuestro turno para hablar. También lo hicieron algunas legisladoras.
Detrás de las bancas otra cantidad de mujeres de distintas organizaciones nos hicieron el aguante, cantaron consignas, aplaudieron y escucharon en silencio, incluso, aquello con lo que seguramente no estaban de acuerdo.
La reunión, -o sesión simbólica-, fue presidida por la vicejefa de gobierno Gabriela Michetti quien, por votación unánime, dio su aprobación, -también simbólica-, a una carta presentada por la militante comunista Fanny Edelmann que proponía la liberación de Ingrid Betancourt y de todas las presas de la selva y las cárceles de colombia…
Al cierre de la sesión, la vicejefa de gobierno, Gabriela Michetti, se sintió en la obligación de intervenir para expresar sus diferencias con lo que expresamos una gran cantidad de mujeres, en defensa al derecho al aborto y a la capacidad de decidir sobre nuestros cuerpos. Aclaró que estaba en contra del aborto, y se preguntó cuáles serían los temas comunes entre las mujeres…
Seguramente podremos compartir más impresiones. Aqui les envío las intervenciones que hicimos allí Liliana Azaraf, Liliana Daunes y yo (feministas inconvenientes que formamos parte de la colectiva La Caldera…), y la de Graciela Collantes de AMMAR Capital y la de Fanny Edelmann (militante del Partido Comunista de Argentina)
Intervención de Liliana Azaraf
El 8 de marzo para nosotras, feministas, es una jornada de lucha, que no rinde honores sino que significa compromiso con todas las mujeres que fueron y que son hasta el día de hoy víctimas de la violencia patriarcal capitalista.
Luchamos por transformar las relaciones de opresión en los espacios privados, y también por ocupar nuestros lugares en los espacios públicos, y cuando digo espacios públicos no me refiero a cuotas del poder existente. Me refiero a aquellos lugares en los que se interpela colectivamente el poder del Estado. A aquellos lugares, calles, plazas, también ámbitos del Estado, que día a día vienen siendo privatizados al servicio de la clase y de los grupos de poder. Que son negados a los sectores expulsados y excluidos por sus políticas, a los sectores que se han vuelto vulnerables por falta de trabajo, de educación, de salud, de vivienda, o por la ausencia de políticas que permitan la igualdad de oportunidades para las personas que sufren alguna discapacidad.
Esta situación de injusticia se agrava cuando a la exclusión se le agregan medidas represivas.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, el primer Código de Contravenciones del año 1998, no establecía penalizaciones para las personas en situación de mayor vulnerabilidad social.
En el año 1999, comenzó el retroceso en las libertades ganadas luego de tantos años de gobiernos dictatoriales y autoritarios, con la reforma del artículo 71, que comenzó a penalizar a las mujeres y travestis en situación de prostitución. Repudiamos a las legisladoras y legisladores que pretenden resolver con represión los problemas sociales.
La violencia legal y policial es una forma de violencia institucional que en este caso, tiene un fuerte contenido discriminatorio de género, clase, orientación sexual.
Demandamos que se cumplan los tratados internacionales firmados por Argentina.
Las personas que vivimos y transitamos en la ciudad de Buenos Aires somos ciudadanas y ciudadanos. Somos sujetas y sujetos de derecho, y no objeto de represión.
Intervención de Claudia Korol
Soy educadora popular, feminista. Transito lugares habitados por el dolor y la esperanza de muchas mujeres que no entraron nunca en estos recintos.
Mujeres que sobreviven cotidianamente, a pesar de las leyes y reglamentaciones que aquí se aprueban sin tenernos en cuenta. Quisiera acercar las voces de las excluidas, de las que no se cuentan en los
conciliábulos que preceden las votaciones de las leyes. Aquí llega un eco de sus voces.
Somos desaparecidas sociales. Somos quienes ustedes nombran con el eufemismo que no designa ni a seres humanos ni a sujetos de la historia. Somos, cuando existimos, un problema.
Somos las mujeres, las travestis, las lesbianas, los gays, las vendedoras ambulantes, las personas en estado de prostitución, que no pudimos entrar a esta Legislatura cuando se votaban las reformas al código contravencional, para retrotraerlo como código de intolerancia, como ley del orden burgués y patriarcal. Somos las que recibimos el golpe de estas puertas cerradas en nuestras narices. Les preguntamos, señoras legisladoras: ¿Qué vale nuestra palabra cuando se decide sobre nuestros cuerpos? Les preguntamos también: ¿Qué sienten cuando deliberan entre vallas? ¿Para quiénes legislan? ¿Contra quiénes? ¿Cómo se sienten legislando en el corralito?
Somos desaparecidas sociales: víctimas de las redes de la trata y de las redes de prostitución. Las secuestradas en democracia que no se nombran, las superexplotadas. Las expropiadas como identidades, como cuerpos, como vidas.
Somos las mujeres que morimos en abortos clandestinos, porque no se legisla ni se reglamentan las leyes que permitan que decidamos con libertad sobre nuestros cuerpos.
Somos adolescentes que nos hicimos mujeres muy rápido, porque no tuvimos derecho a una adecuada educación sexual. Somos niñas que debemos asumir el cuidado de nuestros hermanos, porque nuestras madres solteras no tienen el apoyo estatal que necesitan para criarnos. Somos mujeres golpeadas, maltratadas, porque no hay programas reales que tengan el respaldo suficiente para proteger a las víctimas de la violencia contra la mujer.
Somos trabajadoras desocupadas. Las mujeres que su gobierno, señora Michetti, dejó sin trabajo, sumándonos a la enorme lista de desocupados y desocupadas que habitan la ciudad y el país. Somos las trabajadoras que después de quedar desocupadas fuimos maltratadas, estigmatizadas. Nos dijeron que somos ñoquis. No somos ñoquis. Trabajábamos antes de ser despedidas, y exigimos nuestro derecho a seguir haciéndolo.
Somos las mujeres del Casino. Una y otra vez golpeadas por reclamar trabajo para nosotras o para nuestros hijos.
Somos las mujeres de las empresas recuperadas, que aún no podemos dormir tranquilas porque no se deciden a aprobar las leyes de expropiación. Porque la propiedad privada de los usureros, vale más que nuestras vidas.
Somos cartoneras. Las que revolvemos entre sus sobras, entre sus excrementos, para que no contaminen la ciudad vidriera del turismo y del shopping, en la que la cultura, la educación, la salud, cotizan en el mercado. Nos golpearon, nos echaron del espacio que llaman "público", pero no nos pueden compactar. No somos basura. Nos desaparecen y aquí estamos. Resistiendo.
Somos las madres de los chicos asesinados en Cromañon. Somos los pibes y las pibas muertas en Cromañon. Somos sobrevivientes que no reciben todavía el apoyo social que necesitan, porque la corrupción y la impunidad se sientan a legislar en este recinto como una prueba más del olvido.
Somos mujeres migrantes, mujeres de los pueblos originarios, afrodescendientes. Las que no contarán en sus planes sociales que exigen ahora certificado de domicilio y documentos. Somos despreciadas por el racismo que exhuda el cuerpo demacrado de la ciudad. Sus hospitales nos reciben, cuando lo hacen, después de colas más largas que cualquier dolencia.
Vivimos y morimos en talleres de trabajo esclavo. Cuando hacen políticas para nosotras, es para que sigamos siendo esclavas pero sin trabajo; o para ser expulsadas violentamente de su ciudad, de su país.
Para nosotras, desaparecidas sociales, la cara del poder tiene el rostro de la policía. Porque ante nuestras demandas, lo que recibimos son sus golpes. Por eso nos hartan sus debates sobre la jurisdicción y el presupuesto para la policía. Los cuerpos que ustedes llaman de seguridad, nosotras los llamamos fuerzas represivas. Son los asesinos de nuestros hijos, muertos por el gatillo fácil, que castiga el delito de ser pobres.
Señoras legisladoras: Les sugerimos que antes de aumentar el presupuesto a la policía, antes de definir sus jurisdicciones, antes de inventar nuevos cuerpos represivos, revisen sus prácticas, depuren sus fuerzas, para que no queden más asesinos, corruptos y coimeros. Tal vez entonces descubran que pueden achicar el presupuesto, porque sean muy pocos los que queden.
Señoras legisladoras: Su poder nos condenó. No les vamos a pedir permiso para manifestarnos, para ejercer nuestros derechos. Exigimos que se asegure la voz y la participación de las organizaciones populares en el debate político. Para estar en este recinto, no simbólica sino políticamente.
Somos desaparecidas sociales. Aparecemos cuando luchamos y nos organizamos para existir y vivir con dignidad. Somos mujeres luchadoras, como aquellas trabajadoras a las que les rendimos homenaje cada 8 de marzo.
Somos feministas que queremos terminar con todas las opresiones de una cultura androcéntrica que refuerza el sistema capitalista, patriarcal, racista. Luchamos por transformar el mundo, por conquistar todas las emancipaciones que humanizan la vida.
Las personas que vivimos y transitamos en la ciudad de Buenos Aires somos ciudadanas y ciudadanos y somos sujeto de derecho, y no objetos de represión.
Intervención de Graciela Collantes
Señora Presidenta Gabriela Michetti
Señoras Legisladoras
Compañeras
Como mujeres y como personas en situación de prostitución, no permitiremos que se nos sigan negando nuestros derechos.
Exigimos el cumplimiento de los tratados internacionales que Argentina firmó y ratificó, pero sin embargo, como muchos tratados de derechos humanos y de derechos de las mujeres, no se cumplen.
Quiero recordar que nuestro país es abolicionista. Sin embargo, por cuestiones que se dicen morales, pero que expresan la profunda hipocresía social, se sigue pensando en más y más leyes represivas como respuesta a la prostitución, o a otras problemáticas que afectan a los sectores más vulnerables y que no están resueltas. La prostitución no es una amenaza para la sociedad. El verdadero flagelo es el hambre y la ignorancia.
En Argentina, lo único que se hizo para las mujeres y travestis en situación de prostitución, son Códigos Contravencionales que nos criminalizan y discriminan, colocándonos en estado de mayor vulnerabilidad.
Cuando en la Ciudad de Buenos Aires en el año 2004 se cambió el Código Contravencional, no se nos permitió ingresar a esta Legislatura. Quisimos que se escucharan nuestros reclamos, que conocieran nuestra problemática, que entendieran que con represión lo único que se logra es más ignorancia.
Quisimos que supieran que no queríamos eso para nosotras. Que nos hemos pasado la mitad de la vida en calabozos. Que nuestros hijos crecieron sin sus madres. Que no queríamos más retrocesos. Que queríamos avanzar. ¿Cuál fue la respuesta? Fuimos reprimidas. Quince compañeros detenidos en la cárcel. Entre ellos dos compañeras nuestras conocieron la cárcel, una de ellas con su hija de dos años. Después de un año y cuatro meses, en juicio oral, fueron sobreseídos todos.
¿Qué queda del abolicionismo? ¿Qué nos enseñan con estos "ejemplos" de injusticia? ¿Quién paga el daño?
Pero no fueron ellas solas las que sufrieron la prisión. Sus familias, sus compañeras, nuestra organización vivimos cada día de su prisión con rabia, con impotencia ¿Dónde estaba la justicia? ¿Dónde estaba la Legislatura en esos días? ¿No les parece que es demasiado?
Demandamos a las autoridades, que antes de discutir algún proyecto de ley que esté destinado a nuestro sector, seamos incluidas en el debate. Porque realmente nosotras sabemos lo que nos ayudaría para una mejor inclusión social.
Argentina, como país abolicionista, se comprometió a trabajar en prevención de la prostitución. Y la prevención se hace con políticas públicas claras, que lleguen directo a las mujeres pobres.
Lo que necesitamos no es más y más represión. No son estas reformas al Código Contravencional que nos criminalizan. No son más cárceles. No son zonas rojas que nos estigmaticen. Las mujeres en estado de prostitución, para poder superar la situación en que nos encontramos, necesitamos educación, capacitación laboral que garantice salidas laborales dignas, trabajo digno, vivienda digna.
También en este día quiero recordar a las mujeres asesinadas, cuya muerte nunca se investigó. Niñas y mujeres que fueron secuestradas para la explotación sexual en plena democracia. Quienes se suponen responsables de la seguridad, y de crear las leyes de la democracia, actúan con complicidad.
Exigimos la sanción de una ley federal que sea rápida y eficaz, para que se pueda combatir la trata y el tráfico de personas. Para que las niñas y mujeres dejemos de ser objetivo de las redes para la explotación sexual. Una ley donde se castigue a los verdaderos responsables.
Lo que mata a millones de mujeres es, además de la violencia, la indiferencia de todo un sistema que la naturaliza.
Las personas que vivimos y transitamos en la ciudad de Buenos Aires, somos ciudadanas y ciudadanos. Somos sujetas y sujetos de derechos y no objeto de represión.
Intervención de Liliana Daunes
Como trabajadora de la comunicación y como feminista, quiero expresar que es imposible en este tiempo transformar el lugar de las mujeres y de los sectores más vulnerables de la sociedad, mientras los grandes medios de comunicación, privados y públicos, sigan siendo fuentes fundamentales de la reproducción de una cultura patriarcal. Sigan siendo voceros del gran capital, y formadores de un imaginario consumista, en el que todo se vuelve mercancía, desde el agua hasta la basura, desde la educación hasta el cuerpo y las vidas de las mujeres.
Medios de comunicación que construyen y defienden valores funcionales al poder, negando o banalizando derechos fundamentales como el derecho al trabajo, a la educación, a la salud, a la vivienda. Medios en los que se criminaliza a las trabajadoras o a los trabajadores en huelga, a las desocupadas o a los desocupados que demandan su lugar en la sociedad, a las maestras o a los maestros que defienden la educación pública, y hasta pueden reproducir impunemente la propaganda electoral de quien dio la orden de represión que terminó con la vida de Carlos Fuentealba. Medios de comunicación en los que Julio López vuelve a desaparecer. Medios que minimizan la violencia machista e invisibilizan los feticidios. Medios de comunicación en los que las mujeres que exigimos educación sexual, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir, somos estigmatizadas por el coro patriarcal de la Santa Inquisición.
La democracia en la comunicación es mucho más difícil aún, cuando se recorta o condiciona el lugar para la pluralidad de voces que intenta expresar la comunicación alternativa. Cuando se cierran espacios públicos como el canal de la ciudad, con el consiguiente despido de trabajadores y trabajadoras de la comunicación, y se siguen desvalorizando los espacios con perspectiva de género en la radio pública. Se trata de políticas que precarizan aún más el empleo, como parte de las políticas flexibilizadoras con que el gobierno de la ciudad y sus legisladores y legisladoras vienen castigando a las trabajadoras y trabajadores, para dibujar los éxitos de su presupuesto.
Son políticas que al mismo tiempo, recortan o niegan la posibilidad de promover las voces que visibilizan las demandas, las historias, el lenguaje y las prácticas de mujeres que han venido bregando históricamente por su emancipación, como parte de la emancipación general de la humanidad. Y es preciso aclarar: no me estoy refiriendo solamente a la inclusión de más mujeres en los medios.
El ser mujer no asegura una posición de lucha contra las opresiones. Lo que estoy planteando es el derecho a la pluralidad ideológica, en medios de comunicación que hegemónicamente reproducen la cultura androcéntrica. Es la posibilidad de que se exprese una mirada del mundo, no la propia, no la de una u otra periodista, sino la de una corriente histórica y la de un movimiento, que se va creando a sí mismo desde la identificación de la opresión de las mujeres que realiza el patriarcado, y desde las batallas por nuestra emancipación. Es la palabra de un feminismo que no pretende lograr un cupo para integrarse en la dominación, sino que aspira a deconstruir todas las dominaciones de una cultura opresora en la que se refuerzan mutuamente, el capitalismo, el patriarcado, el racismo, la violencia.
Es sabido que si unos pocos controlan la información, no es posible la democracia. En Argentina aún nos rige una Ley de Radiodifusión de la dictadura. Es algo vergonzoso. Es la ley hecha a medida de los Videla, de los Massera, de los Martínez de Hoz.
Es indispensable una nueva ley que garantice el pluralismo informativo y cultural. Si bien se trata de una ley nacional, demandamos que también en la Ciudad se vaya haciendo camino en esta dirección. Necesitamos que los medios públicos sean fuertes, y estén al servicio de todas y todos y no de los gobiernos de turno o de los sectores del poder.
El derecho a la comunicación es un derecho humano y no un negocio. La mercantilización de la cultura, agrava y profundiza la realización de una programación de los medios de comunicación que desbordan de lenguaje sexista, de humor misógino, de estereotipos machistas, de vulgaridad en el tratamiento de problemas constituyentes de la identidad de las personas como por ejemplo la sexualidad, de naturalización de los roles subalternos de las mujeres, de bastardeo a la libre opción sexual de lesbianas, gays y travestis.
Es imprescindible que se cumplan con los avances que ya fueron logrados por el movimiento de mujeres, y que en este momento están amenazados por la política proteña.
Quiero recordar que la Constitución de la Ciudad, establece en los artículos 36, 37 y 38 que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires debe garantizar la igualdad real de oportunidades y de trato entre varones y mujeres en el acceso y goce de todos los derechos y la incorporación de la perspectiva de género en el diseño y ejecución de las políticas públicas. Por lo tanto, se dispone que el Gobierno porteño debe respetar la perspectiva de género en todas sus políticas públicas, incluyendo las comunicacionales. Esto se afirma también en la ley 474, que crea el Plan de Igualdad de Oportunidades y de Trato entre varones y mujeres. No queremos que estas leyes sean letra muerta.
Los medios de comunicación suelen ser en su gran mayoría los fieles voceros de un orden que mata, reprime, discrimina y excluye. Los problemas sociales, las demandas de las mujeres, no pueden tener como respuesta la represión.
Las personas que vivimos y transitamos en la ciudad de buenos Aires somos ciudadanas y ciudadanos. Somos sujetos y sujetas de derecho y no objetos de represión.
Intervención de Fanny Edelman
Gracias a la generosa invitación de la distinguida feminisrta Diana Maffía, tenemos la oportunidad de exponer ante este significativo panel nuestra posición ante la realidad económico-social de nuestro país.
Lo hacemos en homenaje a Clara Zetkin, la gran revolucionaria alemana que dedicó su vida a la lucha por la emancipación de la mujer y por la paz.
El feminismo político clasista con identidad comunista del que formo parte, ha denunciado y denuncia la doble explotación que sufren las mujeres: la de género, por parte del sistema patriarcal, y la de clase, por la explotación del sistema capitalista.
La privatización de las empresas estatales y la destrucción de la industria nacional del capitalismo denominado neoliberalismo, de los años 90, con su lacerante incidencia en nuestro pueblo y particularmente en los sectores más desposeídos de la base social, aún no ha sido superada.
Los indicadores sociales de los últimos años, tras la opulencia de las cifras macroeconómicas reveladas, prueban que aún varios millones de compatriotas siguen por debajo de la línea de pobreza, como lo prueban también el trabajo infantil y la escandalosa inequidad de la distribución de la riqueza.
Este es el capitalismo y para superarlo es preciso construir con todos aquellos afectados por el sistema vigente, un proyecto alternativo antineoliberal, humanista, socialmente justo, verdaderamente democrático, coincidente con los procesos que viven pueblos hermanos rescatando sus riquezas de manos ajenas, afirmando su soberanía nacional, en dura confrontación con la política de agresión y de guerra.
Son procesos de cambios profundos, revolucionarios, con una elocuente participación de las mujeres cuyas demandas están incluidas en dichos procesos.
La paz, tan gravemente amenazada en nuestros días en nuestra América es otro de sus grandes objetivos .Y a propósito de la paz, que tanto importa a las mujeres, me he permitido traer a este importante panel, una propuesta:
UN LLAMADO URGENTE POR LA VIDA Y POR LA PAZ.
Ante la dramática situación que vive la hermana República de Colombia y que amenaza la paz en la región, las mujeres argentinas elevamos nuestras voces por la vida de Ingrid Betancourt en riesgo de muerte por su salud quebrantada.
Nos pronunciamos fervorosamente por el intercambio humanitario que ponga fin al padecimiento de centenares de prisioneros de ambas partes, y favorezca la búsqueda de una solución negociada a un conflicto armado que ya lleva más de cuarenta años. Abrigamos la esperanza de que por este camino se abra paso una paz con justicia para el pueblo colombiano.