NO ROMPIERON EL PACTO DE SILENCIO
Escrito por Red Nacional De Medios Alternativos el 04/11/2012
El viernes 2 de noviembre, luego de siete meses de audiencia se produjeron finalmente las últimas palabras en el juicio a los genocidas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén (juicio Escuelita II). A partir de las 09:30 hs de la mañana, los acusados ingresaron a la sala de audiencia abucheados como ASESINOS- GENOCIDAS, gritos que fueron propiciados por el público que en su mayoría estaba integrado por testigos, víctimas, familiares, sobrevivientes, representantes de organizaciones y militantes de derechos humanos. De los 22 imputados, solo cuatro dieron sus últimas palabras. Al finalizar la última audiencia de este tramo “Escuelita II”, los jueces del tribunal anunciaron que LA LECTURA DEL VEREDICTO SERÁ EL MARTES 06 DE NOVIEMBRE, A LAS 07: 30 HS,. por lo que convocamos a las organizaciones a mantener una fuerte presencia ese día a las 06:00 hs., frente a AMUC. Nos concentramos temprano para hacer una gran mateada popular “esperando la sentencia” y para exigir la condena por genocidio en cárcel común, perpetua y efectiva para los culpables. Desde afuera del recinto se podrá escuchar el veredicto.
Para informes comunicarse con: Natalia Cantero al 0299154194241
Uno por uno los acusados del juicio “Escuelita II”, tuvieron la oportunidad de decir sus palabras finales. Diecisiete de ellos se negaron a hacerlo acogéndose a los argumentos dados por sus abogados defensores durante los alegatos y cuatro hicieron uso de ese derecho: el General Enrique Braulio Olea, era Jefe del Batallón de Ingenieros de Construcciones 181, unidad militar que fue designada como Jefatura del Área Militar 5.2.1., además era Jefe del Área Militar 5.2.1. del control operativo del territorio que abarcaba la misma Jefatura del BIC 181 y del área militar 5.2.1.; también hizo uso de la palabra el ex Capitán Gustavo Vitton, era el Jefe de la Compañía “A” del Batallón de Ingenieros de Construcciones 181 unidad militar que tenía asiento de la Jefatura del Área Militar 5.2.1. dependiente del Comando de la Subzona 5.2 del Ejército Argentino, a cargo del Comando Operacional del Ejército asentado en la Comisaría de Cipolletti, Provincia de Río Negro, desde el 24 de marzo de 1976; a su turno realizó su descargo el Mayor Oscar Lorenzo Reinhold, quien desde el 1976 revistó como Jefe de la División II Inteligencia de la Sexta Brigada de Infantería de Montaña de Neuquén y a partir del 31 de diciembre de 1976 revistó con el grado de Teniente Coronel, era quien atendía a los familiares de los desaparecidos; por último expresó sus palabras el Coronel retirado José Ricardo Luera, era Comandante de la VI Brigada de Ejército.
Sobre estos militares y la totalidad de los imputados pesan graves acusaciones por su participación indispensable en la aplicación del terrorismo de estado durante la dictadura militar en el que se cometieron hechos aberrantes perpetrados por el plan sistemático de exterminio y muerte que involucró a todas las fuerzas represivas de la zona (militares, policías provinciales de Neuquén y Río Negro, Gendarmería, Policía Federal). Decenas y decenas de testigos víctimas, sobrevivientes y sus familias indican a los acusados como ejecutores de las sesiones de torturas, detenciones ilegales, violaciones, y desapariciones de hijos/as nativos y adoptivos del Alto Valle.
Mantuvieron el pacto de silencio
Durante su descargo Olea se declaró inocente de los cargos que se le imputaron, aclaró que en relación a las responsabilidades que tuvo en el Batallón 181, durante los años 1976, 1977 jamás cometió delitos, que “las órdenes que recibí por la superioridad y las tareas que realicé, fueron correctas, legales y reglamentadas, no se podrían calificar de ilegales o criminales”. Como un golpe en la nuca a la verdad histórica planteó que “no existió ninguna vinculación entre los hechos que aquí se investigan” y las tareas que le tocó ejecutar. Antagónicamente con las declaraciones de los testigos-víctimas, y sus familiares, aclaró que el Batallón jamás recibió órdenes para secuestrar, o torturar a personas y que tampoco recibió nunca la denuncia de familiares. En absoluta oposición a lo relatado por nuestros compañeros/as durante estos meses de audiencia, expresó “que el Batallón no proporcionó personal a “La Escuelita” y que no tenía ninguna responsabilidad al respecto”. Ubicado en el lugar de víctima y no en calidad de imputado le preguntó al tribunal “cuáles son los delitos que se me imputan” y recordó palabras textuales del ex juez federal Guillermo Labate, que en la instrucción del juicio 2008 le dijo “Olea, usted estuvo en el lugar y en el momento equivocado”. Para coronar la impunidad de su exposición se refirió en particular a Oscar Alfredo Ragni, detenido-desaparecido durante la dictadura, rememorando la exigencia hecha por la familia Ragni en el juicio del 2008, cuando le preguntaro “dónde estaba Oscarcito y los desaparecidos”. Argumentó siniestramente que en aquella época no sabía nada y actualmente tampoco, por lo cual no contestó a la demanda realizada por el padre y la madre del desaparecido. Esta provocación generó la intervención de Oscar Ragni (padre) que se encontraba en la sala de audiencia, quien de pié le gritó a Olea: “decí la verdad viejo mentiroso”, a lo que Coscia, presidente del tribunal, le respondió que de continuar con la interrupción lo retiraría de la sala, Oscar expresó “si me quieren retirar que lo hagan por la fuerza”. Ante un público que con indignación abucheó las palabras de Coscia, el padre del desaparecido pudo permanecer en la sala hasta el final de la audiencia. Olea expresó “reconozco el dolor de ellos como padre frente a la incertidumbre. No sé qué le sucedió a su hijo. Lo que termino de decir es la verdad. Hoy comparto esa injusta imputación con Gaetani y Vitton a quienes considero que fueron oficiales de conducta intachable”. Para Olea y todos los culpables exigimos condena por genocidio, cárcel común, perpetua y efectiva.
En segundo lugar tomó la palabra Vitton quien hizo una descripción de su paso por las unidades de detención en los últimos años, victimizándose por las condiciones deplorables en las que soportó esos momentos y con el agravante de la falta de condiciones básicas de limpieza, alimentación y trato en las unidades penitenciarias en las que estuvo recluido. Resaltó el sufrimiento de toda su familia desde el año 1985 y negó haber estado a cargo de la Comisaría de Cipolletti. Dijo que fue designado a esa zona de Río Negro por el Jefe del Batallón a los efectos de que no se generaran disturbios. En un firme alegato contra la policía de Río Negro expresó que dicha Comisaría estaba a cargo de Camarelli y no de él. Se posicionó como una víctima ya que se lo acusa de hechos que no sucedieron en su rol de mando de las fuerzas militares, ya que no tenía rango militar para tal efecto. Directo al tribunal planteó que “no puede haber víctimas clase A o B” y en referencia a las querellas, principalmente la del Ceprodh sentenció que “hubiese preferido morir en el proceso y no caer en manos de estos fundamentalistas. Me convertí en el oficial del ejército con más años preso, más de cuarenta años de persecución, antes por los militares y ahora por este tribunal, el estado y los fundamentalistas mesiánico que querían intervenir la república. Si me hubiera negado a las órdenes de mis superiores podría haber terminado preso o muerto”. Decenas de víctimas de los compañeros/as de Río Negro reconocen a Vitton como uno de los jefes que daba las órdenes dentro de la Comisaría de Cipolletti, lugar donde funcionó como un centro clandestino de detención, secuestro y tortura. Desde allí se trasladó a las víctimas a otros centros clandestinos de detención. Algunas personas que pasaron por ese centro clandestino, continúa desaparecidos/as. Para Vittón y todos los culpables exigimos condena por genocidio en cárcel común, perpetua y efectiva.
A su turno Reinhold hizo su alegato a través de video conferencia desde el Consejo de la Magistratura de Buenos Aires. El Coronel retirado manifestó que “no es responsable de lo que se le imputa” y que siempre respeto la obediencia que se le debe a los altos mandos tal como lo ordena el código de justicia militar. Dijo no haber aplicado tormentos ni haber dado la orden de hacerlo y desestimó su rol de jefe en los hechos que se le imputan. En contraposición a sus palabras finales hubo decenas de familiares de víctimas sobrevivientes y desaparecidas, que durante el juicio del 2008 y la Causa “Escuelita II”, reconocieron a Reinhold como el jefe que los atendía en el Comando. Era quien les negaba la existencia de sus seres queridos en dependencias militares. Muchos sobrevivientes debieron presentarse frecuentemente frente a él luego de ser liberados del centro clandestino de detención y tortura “La Escuelita”. Según los testimonios que otorgaron los compañeros/as durante estos siete meses de juicios, Reinhold los atendía con los pies sobre el escritorio y los sometía a largas clases de moral, a la mayoría de los familiares le producía mucho miedo hablar con él. Para Reinhold y todos los culpables exigimos condena por genocidio en cárcel común, perpetua y efectiva
Luera fue quien cerró la última audiencia y en su descargo deslindó responsabilidades en los hechos y cargos que se le imputan. Dijo que “jamás podría haber tenido el mando operativo de una unidad de combate” porque sólo cumplía funciones como jefe de contratación. En sus últimas palabras Luera nombró a varios de los altos jefes fallecidos, tal es el caso del Comandante Liendo y Contreras Santillán. Para Luera y todos los culpables exigimos condena por genocidio en cárcel común, perpetua y efectiva
A siete meses de iniciado el juicio en la Causa “Escuelita II” los militares y el resto de las fuerzas que ejecutaron el plan sistemático de exterminio siguen sin romper el pacto de silencio. Los testimonios de las víctimas confirman la verdad histórica, solo resta que los jueces estén a la altura de esa verdad, luego de que el Estado les garantizara a los genocidas más de 35 años de impunidad.
Convocamos en Neuquén, el MARTES 6 DE NOVIEMBRE, a la gran mateada popular que se realizará frente a la sala de audiencias (AMUC), Buenos Aires 1500, a las 6:00 hs, para esperar la lectura de la sentencia que se realizará a las 07: 30 hs. Por nuestros compañeros desaparecidos que fueron parte de esta Causa: Javier Seminario, Orlando Cancio, Celestino Aigo, José Francisco Pichulmán, Miguel Ángel Pincheira y José Delineo Méndez; por los 30.000 compañeros/as desaparecidos/as, por Julio López y los sobrevivientes exigimos la condena por genocidio en cárcel común, perpetua y efectiva para los culpables.
“Los juzga un tribunal, los condenamos todos”
Activar, La verdad es revolucionaria, 3 de noviembre de 2012