LA DEMOCRACIA PEQUEÑA BURGUESA EN ARGENTINA
Escrito por Red Nacional De Medios Alternativos el 28/11/2011
La pqb democrática y su consigna de democracia, en Argentina (quizás pueda ser extendida a algunos países de América Latina) actúa y desarrolla su política bajo la premisa ideológica que es posible y necesario “reformar” al Estado actual y los poderes de las corporaciones que lo condicionan (coaccionan), puesto que sus funciones han sido desnaturalizadas por ellas en connivencia con los intereses de la derecha “tradicional” (SRA, UIA, por ejemplo) y por la liberal financiera (holdings y rentistas), haciendo que funcione como una “parcialidad” a favor de sus intereses, con lo cual lo que han logrado es “desviarlo” del objetivo central que todo Estado tiene que tener: el bien común, o sea políticas, medidas, decisiones, y una administración para “toda la sociedad”.
El verdadero sentido político de la acción del gobierno bajo el kirchnerismo ha sido y es implementar una política para remodelarel Estado con un contenido cada vez más democrático. ¿Cuál es la premisa profunda de esta posición? Pues algo así como queentre la democracia política y los negocios e inversiones del capital corporativo habría una contradicción de base que es “antinatural”. Democracia y capitalismo corporativo financiero serían opuestos en lucha irreductible. Por eso se impuso la necesidad de reformar el Estado en un sentido democrático ya que esto era volver a dotar de condiciones sociales, jurídicas y políticas para un capitalismo de signo popular. ¿Cómo se podía volver esto posible? Pues mediante políticas “distribucionistas” y de “inclusión social” de la parte más vulnerable de la clases populares. La sociedad burguesa y el capitalismo democrático correctamente administrados desde el Estado, puede y debe eliminar las desigualdades, la pobreza, la marginalidad más escandalosas y accede al pleno empleo, el bienestar económico, la equidad social y la auténtica igualdad ante la ley.
Es esta la columna vertebral de la ideología política de la pequeña burguesía, de la democracia pequeño burguesa, que en la historia política argentina cada vez que accede a la administración del Estado choca inevitablemente con los intereses y poderes reales del capital financiero interno y mundial que la coacciona y la corrompe: así le llega el momento de la “real politik” y su discurso se transforma y manifiesta que una cosa es la oposición y otra el gobierno: ¡la política es el arte de lo posible y no de lo que se desea! Aunque, claro es, siempre lo posible es en favor del capital y la poderosa clase corporativa junto con la burocracia partidaria y gubernamental cooptada. Así es como sus consignas y objetivos políticos primeros defendidos y difundidos como un ideal ético que pretende representar al pueblo todo, en realidad engaña (¡y ella como clase se engaña!) a ese mismo “pueblo todo” y su impotencia siempre renovada es mostrada como ímpetu, siempre vivo para “democratizar” al Estado y respetar sus instituciones, las mismas con las que muchos del pueblo comen poco y mal, se educan pésimo o no se educan y tampoco se curan.
Escisión de la pequeña burguesía
La democracia pequeño burguesa está escindida en Argentina en dos fracciones, una de las cuales se comporta cínica hasta la genuflexión con las burguesías interna y externa (Alfonsín,Menem, de
La pequeña burguesía kirchnerista ha conseguido poner tras de sí a la clase trabajadora argentina, ha sabido transmitirle sus metas y prejuicios y hasta reducirla a la sola expresión institucional de la CGT en manos de la burguesía sindical peronista, y ha asumido el papel de “burguesía nacional”, aunque la burguesía argentina “tradicional” tomándola como un todo no se sienta representada por aquella, su drama es que carece de partidos políticos y de líderes políticos, carece de independencia y representación política ante el resto de la democracia, por eso apela y apura muchas veces los expedientes que le da el poder económico y financiero dominante en la economía argentina: golpes de mercado, corridas contra la moneda nacional, presión contra el tipo de cambio, fuga de capitales, intimaciones desde el capital financiero internacional (FMI, B.M. Club de París, etc.) para imponer sus interés económicos y políticos.
Los partidos políticos, organizaciones y líderes de la pqb, en mayor o menor medida, expresan pues siempre la situación económica y social de la cual provienen, sus condiciones de vida y de relaciones con las otras clases propietarias de la sociedad burguesa, se desenvuelven de un modo en el que no pueden dejar de engañarse: involuntariamente y fatalmente oscila entre los intereses de la burguesía como un todo y los trabajadores. Económicamente no puede tener posiciones independientes y políticamente siempre quiere “el justo medio” y no los “extremos”.
Hoy está, pues, al frente del país la fracción kirchnerista y luego del derrumbe del 2001-2002, desplegó sus esfuerzos en pro de uncapitalismo nacional inclusivo, éste su fin político mayor y su política económica de clase es que haya “espacio para todos”: gran capital – pequeño y mediano capital – trabajadores y clase media” una nueva versión de la “Comunidad Organizada” de Perón. Aquí está la raíz de clase de este gobierno su pro y también su contra. No menos cierto, sin embargo, es que esta fracción pequeño burguesa en ejercicio del poder político ha logrado un rotundo apoyo en su gestión gubernamental y liderazgo político, ha tenido un notable éxito en que sus intereses coincidan y se difundan con los de la mayoría popular, lo cual le permite gobernar de acuerdo con la voluntad o la anuencia de esa mayoría, es un gobierno fuerte para tomar decisiones de políticas económicas que tanto pueden ir en un sentido favorable al capital como en otro sentido a aliviar la situación de la vida cotidiana de una gran parte de los trabajadores asalariados (no de todos). Esta oscilación política y económica dentro de la sociedad del capital en Argentina ha sido, es y será lo central en la dirección del gobierno, los discursos y posiciones de la Presidenta Cristina Fernández son una demostración elocuente de esto: arenga, alienta, recrimina y castiga a ambos lados, a la derecha más recalcitrante y a los trabajadores en sus instituciones (CGT; CTA).
“Sintonía fina” en la política económica
Las políticas para el fortalecimiento de un “capitalismo nacional inclusivo” que pudieran manifestarse en decisiones hacia una democracia volcada más hacia lo popular y no hacia lo empresarial, para el próximo cuatrienio deberían encarar toda una actividad y voluntad que implique:
1º) Una reforma financiera profunda eliminando todas las leyes y decretos de la dictadura aún vigentes;
2º) Una reforma impositiva que haga recaer sobre el capital y no el consumo y el salario una parte de la fuente de ingresos fiscales;
3º) Denunciar los tratados firmados por los gobiernos tanto militares como democráticos respecto de la remisión de utilidades y en caso de litigio el acudir a Tribunales externos como obligación; firmados en el primer caso por un gobierno genocida y en los segundo firmados por coacción y extorsión de los capitalistas externos;
4º) Ley de participación de los trabajadores en las ganancias y en la administración de las empresas que tiene rango constitucional. El poder ejecutivo ya ha dicho que “lo va a imponer por ley” ¡todo un contrasentido! ¿cómo una ley emanada de un Congreso democrático que ha sido votado por más del 50% de la población es “imponer”? Pero ya está mostrando hasta donde llegan las bondades del “modelo inclusivo”.
5º) Eliminación del mínimo no imponible a los trabajadores asalariados cuyo nivel es alto sí, pero es un ingreso en razón del trabajo y no de la propiedad ¡otro contrasentido que el Ejecutivo no toca!
6º) Poner en ejecución inmediata toda la legislación sobre el trabajo en negro y el trabajo esclavo;
7º) Nueva legislación sobre la inversión directa extranjera;
Esta lista de “sintonía fina” es sólo ilustrativa y no exhaustiva como se ve, pero es indicativa al menos del rumbo que podría tomar el kirchnerismo y que pudiera mostrarlo como arremetiendo contra los privilegios del capital sino contra el capital mismo. Los indicios no son alentadores en tal sentido. Y para que no queden dudas al lector, no se presupone aquí que en algún momento Néstor Kirchner y Cristina Fernández hayan “defraudado” sus convicciones y cambiado los objetivos: jamás se propusieron ni propusieron a la sociedad suprimir la oposición entre el capital y el trabajo asalariado; lo que han proclamado es lo que han hecho, hacen y harán: atenuar tal oposición y transformarlo, si pueden y lo dejan, en armonía de clases como se dijo antes. Lo que sí podría establecerse es una comparación entre sus aspiraciones de juventud y sus realizaciones de senectud:
1º) Querían combatir el capital. Lo administran sin combatirlo;
2º) Querían tomar el poder. El poder los tomó a ellos;
3º) Querían cambiar el sistema. El sistema los cambió a ellos;
4º) Querían una sociedad sin clases. Pertenecen a una clase pequeño-burguesa de la sociedad.