Declararon los hermanos de Miguel Ángel Pincheira y Pedro Maidana
Written by El Zumbido on 30/06/2021
Este miércoles declararon en el séptimo juicio contra genocidas de Río Negro y Neuquén los hermanos del desaparecido Miguel Ángel Pincheira y del ex preso político Pedro Maidana, ambos perseguidos por ser militantes del PRT-ERP y secuestrados en marco de la razia de Cutral Co. Los dos testimonios versaron sobre las formas en las que las torturas se extienden traspasando los límites de lxs cuerpxs de lxs detenidxs, condicionando las vidas de quienes quedan, esperan, buscan.
“Éramos una burbuja dentro de la sociedad”
El primero en declarar, para cerrar el tratamiento del secuestro y desaparición de Miguel Ángel Pincheira en el que dio anteriormente testimonio su hijo que tenía poco más de un año cuando se llevaron a su papá, fue Omar Pincheira. Destacó que ayer su hermano hubiera cumplido 68 años.
El hombre recordó que la noche que se llevaron al desaparecido militante del PRT-ERP golpearon la puerta de la casa de su madre, donde vivían todxs lxs hermanxs excepto Miguel Ángel, y al abrir se encontraron con personal del ejército y de civil: “preguntaban por Miguel y pensaban que era yo, me agarraron a mí”. Afuera había “camionetas y un despliegue de gente del ejército”. Lo sacaron a la vereda, su hermano vivía a menos de una cuadra, lo llevaron hasta su casa: “golpearon la puerta, atiende mi cuñada, a mí me dejaron afuera, pasan unos minutos y mi cuñada trae en brazos a Juan Manuel y la gente del operativo me dice que me vaya”.
Omar Pincheira caminó hasta lo de su madre con Juan Manuel en brazos. Un rato después, Juana, la compañera de Miguel Ángel, llegó y contó que a su hermano se lo habían llevado a la Comisaría de Cutral Co. Ella y su madre fueron a la dependencia policial, donde confirmaron que estaba el joven y no les dieron ninguna otra información.
El hermano del desaparecido Miguel Ángel Pincheira relató que hicieron numerosas gestiones para averiguar qué habían hecho con el militante del PRT-ERP que se habían llevado, y en el camino se fueron encontrando con otrxs famliarxs en la misma búsqueda. Él estaba abocado al trabajo, por lo que las que más se ocupaban de estos trámites eran su madre y Juana, aunque “me acuerdo haber venido al Comando y ser atendido por (el genocida Luis Alberto) Farías y no tener ninguna respuesta”.
“Lo volví a ver a mediados de junio cuando lo trajeron a la cárcel de Neuquén”, recordó Omar Pincheira: fue el último en entrar a verlo y si bien fue una visita breve, además de notar que había perdido muchísimo peso “me contó que lo habían torturado y me preguntó por Juan Manuel y por la esposa, porque cuando lo torturaban le decían que tenían a la esposa y al hijo”. Contó que “como le costaba hablar le pregunté por qué y me dijo que era mucha picana, que le habían puesto picana en los testículos y en la lengua, le costaba pronunciar palabras, le costaba la dicción”.
Luego, el hermano de Miguel Ángel Pincheira fue forzado a ingresar al servicio militar y lo mandaron a Junín de los Andes, destino que no quiso que su familia conociera, por temor, hasta que se enteraron por un compañero de colimba y viajaron a visitarlo, lo que le permitió enterarse que su hermano estaba en la cárcel de Rawson, pero no quisieron darle más información para protegerlo. Fue lo último que supo de él, antes de su ficticia liberación.
“Todo el grupo familiar fue afectado, sobre todo su hijo”, aseguró Omar Pincheira: “nosotros en ese momento éramos una burbuja dentro de la sociedad, ni siquiera entre nosotros podíamos tocar el tema”. Él, que estudiaba en la escuela nocturna cuando todo esto sucedió, no pudo seguir estudiando por temor, y agregó que “el temor me condicionó la vida”. Y no solo el temor: como varixs familiarxs de desaparecidxs contaron en las distintas audiencias, a él también lo dejaron sin trabajo en la Municipalidad de Cutral Co a cargo de un militar por ser “hermano de un subversivo”.
Recordó un episodio en que viajó junto a su sobrino Juan Manuel y recién ahí, frente al lago Huenchulafquen, pudieron hablar de Miguel Ángel. Con su madre había hablado Pedro Maidana después de recuperar su libertad, a quien él mismo había reconocido en la Comisaría 14 de Cutral Co cuando fue a buscar a su hermano “con la cabeza ensangrentada”. Pero ninguno de los dos se animó a preguntarle qué le había contado.
Su madre falleció hace algunos años “sin ni siquiera llegar a enterarse que había un juicio abierto por su hijo”.
“Esto para nosotros es muy doloroso”, concluyó Omar Pincheira: “lo que yo pretendo es que si mi sobrino tuvo que estar averiguando quién fue su papá y qué pasó, quede bien reflejado en los fallos de la justicia”.
“No pude hacer una vida normal, el dolor se volvió permanente”
Juan Carlos Maidana inició su testimonio señalando que la noche del secuestro fue 45 años y 15 días atrás y que era lunes. Estaban en su casa de Cutral Co su abuela, su mamá y tres hermanxs menores, Roberto, Nélida y Beatriz. Pedro estaba en la escuela. Eran las 19 aproximadamente cuando “irrumpieron en la vivienda unas seis personas encapuchadas, de las cuales tres de ellas estaban vestidas de civil y tres de militar”. A él lo sacaron del lugar, lo metieron en una camioneta del ejército y siguieron revisando la casa. Después sabría que, además de revisar todo mientras sus hermanas lloraban bajo la mesa, a su pequeño hermano de 14 años lo llevaron al fondo del terreno y lo golpearon con un cinto exigiéndole que dijera dónde estaban las armas.
“Me llevaron en una camioneta Ford f100 carrozada, color verde, que decía en su puerta E.A., por las siglas del ejército argentino”, precisó: “cerca había dos vehículos más que eran del ejército y otro vehículo militar con gente que estaba con armamento en la esquina”. En la camioneta en la que lo subieron había tres personas más, todas del ejército. Narró que “el que conducía dijo ‘vamos a la escuela buscar a Pedro’, me preguntaron dónde era la escuela y fuimos hasta Plaza Huincul”. Cuando llegaron a la ENET N°1 de Plaza Huincul, a Pedro ya se lo habían llevado.
Volvieron a Cutral Co y al llegar a la Comisaría 14 le pusieron una capucha y le ataron las manos, antes de bajar del vehículo. “Serían las 21 horas y me dejan en contra de una pared en el ingreso, aparecieron otras personas al lado mío; una gritaba y de a tres le pegaban, más allá estaba el Pato Méndez (Octavio Omar, de 15 años, hermano del desaparecido José Delineo Méndez) y al lado otro señor Méndez (Sergio Méndez Saavedra)”. Recordó que pasada la medianoche, el “Pato” Méndez pedía comida, pedía agua y pedía ir al baño, pero solo recibía golpes como respuestas, hasta que se orinó ahí mismo: “cuando sollozaba venían y le pegaban en la espalda para que se callara”.
Ya se habían llevado a sus dos compañeros, cuando alrededor de la una de la mañana lo vinieron a buscar a él: “me llevaron encapuchado y a los cinco metros me hace chocar contra la pared, me golpeo la cara, me desata y me dice que voy a tener que seguir agachado porque iba a pasar por un túnel. Maidana aseguró que conocía la comisaría y no había ningún túnel: “la persona iba al costado mío a pie y me hacía ir a mí agachado”.
Llegaron a una oficina en la que había al menos diez personas. Lo sentaron en el piso y lo hicieron cruzar las piernas. Comenzaron a interrogarlo por la existencia de armas en su casa y ante su negativa le pusieron un arma en las manos y lo obligaron a tocarla. Mientras tanto, le gatillaron en la cabeza. “¿Esa es el arma que tenía en tu casa Pedro?”, le insistieron sin terminar de entender él qué era conveniente responder. Dijo que no lo sabía.
Lo devolvieron al mismo lugar en el que había estado y lo mantuvieron parado toda la noche: “pasaban y me pegaban en la punta de los pies o en la espalda”, dijo Juan Carlos Maidana. Entre las 7 y 8 de la mañana lo sacaron a la calle, mirando hacia el lado de la plaza, lo desencapucharon y desataron y le dijeron que no podía mirar atrás, que volviera a su casa caminando. Pero tras caminar un poco giró y vio “el despliegue militar que había en esa comisaría”.
“Llegué a mi casa y la situación era bastante desagradable, mi mamá y mi abuela decían que no había que hablar ni decir nada y que mi mamá se iba a ocupar de averiguar”, y así fue, la mujer fue a la comisaría 14, fue al ejército, fue hasta a la escuela de la que Pedro Maidana había sido secuestrado, sin obtener ninguna respuesta.
Cuando todo esto sucedió, Juan Carlos Maidana tenía 17 años y estaba haciendo el secundario. Inmediatamente después se lo llevaron a hacer el servicio militar y cuando volvió se enteró de que su hermano estaba detenido en Rawson y de ahí lo llevaron a Caseros, entonces decidió mudarse a Buenos Aires para poder iniciar trámites por su liberación y para sacarlo del país; buscó un trabajo de noche así podría avanzar con esas gestiones y visitar al militante detenido. Pero pasó un año y lo volvieron a llevar a Rawson, entonces él volvió a Cutral Co frustrado por ya no poder ayudarlo.
Poco tiempo después, Pedro Maidana obtuvo la “libertad vigilada”.
“Mi hermano estuvo detenido 5 años”, relató Maidana: “cuando recuperó su libertad no quería contar nada, fue muy doloroso el silencio; con charlas con otros compañeros me fui enterando lo que le pudo haber sucedido”. Aseguró que ni siquiera en la actualidad los hermanos pudieron charlar a fondo lo que sucedió y que él se va enterando a través de los juicios y de lo que cuentan otrxs compañerxs: “él volvió destruido, queriendo olvidar, no repetir, para protegerse o para proteger al resto”.
“Esta situación a mí me marcó mucho y no me fue fácil poder estudiar o hacer una vida normal”, aseguró frente a los jueces. “Es muy difícil de explicar, existe un dolor permanente que es peor que el dolor físico, son dolores que no se van”, dijo: “se destruyó una familia y cada uno llevó su peso a las familias que fuimos formando y tratando de no trasladarles el dolor”.
En relación al silencio como otra forma de tormento, una extensión, Juan Carlos Maidana dijo tras la audiencia en declaraciones a la prensa que “tenemos una formación patriarcal de reserva en relación a hechos que no son muy bien recibidos por la sociedad, entonces cuando existe una especie de condena social esa situación se oculta y no se permite dentro de lo que es la familia y el entorno un diálogo para poder saber más”.
También resaltó: “me parece un absurdo que la justicia después de 45 años todavía esté bregando por situaciones en las cuales somos las mismas personas que fuimos víctimas en una situación hace tiempo y vemos pasar los diferentes jueces y tenemos que volver a contar lo que pasó y fue tan doloroso” y pidió celeridad. Finalizó diciendo que “el terrorismo de estado no dejó de existir de un día para el otro” y que “los servicios siguen existiendo”, confirmando que lo siguieron tanto en Buenos Aires como en Neuquén.
El miércoles 7 de julio declarará el ex militante del PRT-ERP y ex preso político que integra la Red de Medios Alternativos, Pedro Maidana. También lo harán los testigos Elías Monjes y Ramón Jesús León.
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¡30.400 compañerxs detenidxs desaparecidxs PRESENTES!