Lo que no se mueve no se mejora: el deporte olímpico y la deuda con las personas trans

Escrito por el 30/07/2020

El mundo del deporte se proyecta hacia los próximos Juegos Olímpicos en Tokio 2021 y dos deportistas transgénero tienen la posibilidad de clasificar. Por eso hacemos una revisión histórica para conocer qué lugar ocupan les deportistas trans en la historia de la máxima competencia mundial del deporte y cuáles fueron los cambios (o no) de los últimos años.

A pesar del contexto mundial atravesado por la pandemia, los y las deportistas olímpicos en todo el mundo se preparan para la máxima competencia, que se desarrollará en Tokio en el 2021. De hecho algunas disciplinas todavía no cerraron sus rankings clasificatorios y sus protagonistas pelean por conseguir el puntaje necesario.

Entre las deportistas se encuentran Tifanny Abreu y Laurel Hubbard, las dos mujeres transgénero que podríamos ver participar en Tokio si logran cumplir con los test requeridos al momento de la competencia y que, sin dudas, marcarían la historia de los Juegos Olímpicos. Tifanny es la primera deportista trans de la Liga de Voley de Brasil y Laurel quien cambió de género a los 30 años, representa a Nueva Zelanda en la disciplina de Halterofilia (levantamiento de pesas) donde ya ganó una medalla de plata en el Campeonato Mundial realizado en EEUU en el 2017. Además de estos casos, nos preguntamos ¿Dónde están les deportistas trans? ¿Por qué no vemos referentes trans en los Juegos Olímpicos?

En el deporte, como en la vida, los parámetros y reglamentos corren muy por detrás de los procesos sociales y por eso siempre es necesario el compromiso de reivindicar los derechos y saldar las deudas.

Por supuesto que el deporte forma parte de la desigualdad social estructural y es inevitable mencionar su aspecto binario y conservador. Matilde Fontecha, Licenciada en Ciencias de la Educación Física y el Deporte y Doctora en Filosofía, dijo en una entrevista al Diario de España “El deporte es el ámbito que más discrimina, por su estructura antidemocrática y androcéntrica” (1).

Para pensarlo intentaré hacer el recorrido y contar, brevemente, el lugar que ocuparon les deportistas trans en la historia del deporte mundial.

Si bien la referencia de los Juegos Olímpicos data 776 años aC intentaba consagrar al hombre más atlético (que era considerado el mejor guerrero), la competencia como la conocemos hoy, entendida como la máxima competición deportiva mundial, comenzó en el año 1894 con la fundación del Comité Olímpico Internacional (COI).

En 1896 en Atenas fue la primera edición de los Juegos Olímpicos modernos, de la que participaron 245 atletas varones. A partir de ese evento, se disputa cada 4 años, exceptuando algunos momentos de la historia como durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, que impidieron su desarrollo (1916, 1940 y 1944).

El COI, encargado de organizar y regular dicha competencia, en sus comienzos estaba conformado por 12 representantes varones de distintos países del mundo y desde ese año crece.

Si bien los Juegos Olímpicos de París 1900 tuvieron la particularidad de la incorporación de las mujeres en algunas modalidades, recién en 1980 (cuando el COI contaba con 117 miembros, de los cuales 16 eran mujeres) crearon la “Selección de Promoción de la mujer” para promover la participación en el deporte femenino que exigió que los deportes del Programa Olímpico incluyeran las pruebas femeninas.

Entonces, 80 años después de la incorporación de algunas mujeres, se consideró necesario igualar, al menos en posibilidad de participación en las disciplinas, la representación femenina, respecto de la masculina.

Joanna Harper es médica, ex atleta y abandonó su carrera deportiva en el año 2004, tras tomar la decisión de iniciar la terapia hormonal. Es la primera mujer trans en colaborar con el COI y pensar de qué manera incorporar a las personas trans a la competencia. Además de su propia experiencia, Joanna se suma a las historias de deportistas que abandonaron su carrera o esperaron concluirla para vivir su transición sin enfrentarse a parámetros de revisión poco claros y excluyentes.

Entre esos casos, encontramos a Caitlyn Jenner, quien en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, siendo Bruce Jenner (varón) obtuvo la medalla dorada en decatlón. Es estadounidense y hoy considerada un símbolo en la comunidad trans del país. Hizo pública la culminación de su tratamiento en el año 2015.

Por su parte, el alemán Balian Buschbaum participó de los Juegos Olímpicos de Sydney 2005 en la disciplina de salto con garrocha, donde obtuvo un diploma por el sexto lugar cuando todavía no había hecho el cambio de género y se llamaba Yvonne. 7 años después de su logro deportivo más importante anunció su retiro para comenzar con su tratamiento, que incluyó la operación de cambio de sexo, y manifestó: “Durante muchos años me sentí que vivía en un cuerpo equivocado”.

A partir del año 2003, para la participación de personas trans se estableció que era obligatoria la cirugía de cambio de sexo y además dos años de terapia hormonal, que no invitaron a ningún atleta a participar. Pero no fue hasta noviembre del 2015 que el COI convocó a médicos, científicos y abogados para redactar las reglas de competencia para atletas transgénero.

Entre esos especialistas se destacó la ya mencionada Joanna Harper, quien manifestó que “exigir cambios anatómicos atenta contra los derechos humanos” (2).

Si bien se impone en el deporte la distinción binaria (que distingue como categorías masculino y femenino, y ninguna otra identidad) nos invita a pensar ¿Qué determina si somos varones y mujeres?

Las experiencias de estos y estas deportistas nos permiten comprender que no es el sexo asignado al nacer. Y que, nuevamente tarde, el deporte necesita encontrar respuesta y reivindicar el lugar de les deportistas históricamente excluides.

En ese momento, en vista a los Juegos Olímpicos de Río 2016, se concluyó que en el caso de los varones trans, pueden participar en la categoría masculina mientras que las mujeres trans deberán someterse al análisis hormonal que mide el nivel de testosterona (hormona masculina), que debe encontrarse por debajo de los 10 nanogramos por ml. de sangre, durante los 12 meses previos a la competencia. Además de que una vez que declare su género percibido como mujer no podrá cambiarlo durante los siguientes 4 años. Posición que sigue contribuyendo a excluir identidades intersexuales.

Lo interesante para analizar es que, con este protocolo aceptado, en los últimos Juegos Olímpicos, del que participaron 11.400 atletas de 205 países, de los cuales 6.200 eran hombres y 5.200 mujeres, tampoco hubo ninguna participación de deportistas trans.

Hay algunos caminos para explicarlo. En primer lugar, el COI no interviene directamente en las federaciones de los distintos deportes de cada país, no podemos dejar de lado que algunos países condenan con pena de muerte el cambio de género en la actualidad. Pero sin necesidad de recurrir a las contradicciones interculturales que aparecen en una competencia mundial y olímpica, someterse a tratamientos hormonales debe ser una elección personal y no condicionada; además de que puede considerarse violento e invasivo el testeo mensual ¿No podríamos pensar esto como una desventaja?

Mientras la ciencia intenta comprobar las ventajas y desventajas que pueden sobrellevar los niveles de testosterona en la mejora de parámetros como la fuerza y potencia, y no encuentra referencias específicas, expone un modelo que a partir de generar desigualdad propone desventajas.

En una nota a El Diario de España, Joanna Harper dijo, usando la ironía como herramienta, que “las mujeres trans son bienvenidas, siempre que no ganen”.

Sobre la influencia de los tratamientos hormonales en el rendimiento deportivo, Alba Palacios, primera jugadora de fútbol trans en la liga de Madrid, manifestó en una entrevista al diario El País que “La hormonación me ha afectado muchísimo. Al bloquear la testosterona he perdido potencia, velocidad y fuerza. Pero mentalmente soy mejor: ahora soy feliz y libre, me puedo concentrar en los partidos, antes no estaba. Hoy, sí” (3). Cabe destacar que para el fichaje no le exigieron el tratamiento, sólo el cambio de género en su DNI, fue ella quien decidió regular sus hormonas.

La misma Joanna manifestó la disminución de su marca deportiva en un 12% pero además de ser parámetros relativos responden a la tendencia histórica de pensar que el estándar que queremos alcanzar es el de los varones.

La discusión sobre parámetros que permitan encasillar a los deportistas dentro de las opciones masculino y femenino es enorme. Es un debate que exige el compromiso de cada federación de los distintos deportes e incluso de la sociedad como cómplice de la invisibilización de identidades trans a lo largo de la historia.

Entonces, sería una opción pensar que para desarrollar la incorporación de deportistas trans a la competencia, sabiendo que no existe la disposición para romper la distinción binaria, podríamos ponderar que haya lugar para las personas trans, más allá de su elección de tratamientos médicos, para que comencemos a ver a nuestres referentes y el alto rendimiento sea, en principio, una posibilidad para quienes atraviesan una transición de género.

Es por eso que la posible participación de las deportistas trans en Tokio 2021 es fundamental para comenzar una reivindicación histórica, de saldar la deuda con les deportistas. Lejos de ser un avance del deporte, implica pensar que nos perdimos a muches deportistas por establecer parámetros que excluyen y planteará un antecedente para quienes vengan.

En definitiva, revisar la historia debería permitirnos pensar en nuestros errores para no volver a repetirlos. El deporte Olímpico convoca a millones en el mundo detrás de las pantallas y necesita moverse, ya no se puede naturalizar que invisibilicemos a las identidades trans, ¿O asumimos que para elles no es una posibilidad soñar con el alto rendimiento?

Notas:
(1) https://www.eldiario.es/norte/euskadi/deporte-ambito-discrimina-mujer_0_622588637.html
(2) https://www.eldiario.es/sociedad/mujeres-bienvenidas-competiciones-deportivas-siempre_128_1690245.html
(3) https://elpais.com/sociedad/2020-03-08/alba-palacio-pago-muy-caro-ser-mujer.html

Fuente: https://elequipo-deportea.com/2019/03/07/que-dicen-las-leyes-del-deporte/

 

Imagen: Ine García @viajo.x.metro

Por Mica Gamuza para Red Eco Alternativo


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