Las infancias trabajadoras en América Latina: un debate urgente

Escrito por el 07/08/2017

El Enredando las Mañanas del viernes 28 de julio, recibió visitas de Nuestra América; Walter Bogado y Carlos Flecha, integrantes del Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores (MOLACNATS). También participaron Santiago Morales, integrante de la organización Miguelito Pepe, y María de la Asamblea Revelde, dos espacios en Argentina que potencian el protagonismo de niñas/os y adolescentes en los barrios

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Walter tiene 18 años y se empezó a organizar hace más de diez, es lustrabotas en la estación de trenes de Asunción (Paraguay). Carlos Flecha es su acompañante-educador.

¿Por qué las infancias trabajadoras son criminalizadas? ¿Qué relación existe entre la intención de bajar la edad de punibilidad y aumentar la edad reglamentaria para ingresar al mercado del trabajo? ¿Cómo es la experiencia de niñas, niños y adolescentes que a lo largo y ancho de Nuestra América construyen proyectos de organización por sus derechos, y se constituyen como sujetos de derecho y sujetos políticos? ¿Por qué el trabajo de niñas, niños y adolescentes no tiene que ser equiparado a la explotación? ¿Cuál es el papel de los  organismos internacionales como UNICEF y la OIT?

 

-¿Qué es el Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores (MOLACNATS)?

Walter: el Movimiento es un colectivo de organizaciones de niñas, niños y adolescentes trabajadores organizados que actualmente se encuentran en nueve países a nivel latinoamericano (Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, México, Perú, Paraguay, Colombia y Venezuela) Lo que busca es la dignidad del niño, niña, adolescente trabajador. El trabajo a uno lo dignifica, lo hace sentir bien, ayuda al crecimiento. También promulga la participación protagónica de niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos, ya que casi siempre son los adultos los que participan, se les hace a un lado a los niños. Eso promulga principalmente el Movimiento.

-¿Cómo fue tu comienzo, cómo empezaste a participar? ¿En qué te cambió?

Empecé a trabajar dentro de la organización del MOLACNATS en mi país. Allá se llama CONNATs -Coordinación Nacional de niños niñas y adolescentes trabajadores del Paraguay- yo formo parte de ella desde hace un poquito más de diez años. Empecé desde muy chiquito en la organización, a los seis, difícilmente a organizarme, a trabajar en equipo, a debatir sobre temas no muy políticos en ese entonces, pero que nos afectan a nosotros desde muy chicos. Estuve desde los seis a los diez años en mi comunidad, que hay un grupo de base ahí, después me lancé al espacio público, la terminal de Asunción, donde estoy trabajando hasta ahora como lustrabotas.

La organización me ayudó como persona a formarme, a conocer más, pude aprender más valores que me ayudan hasta ahora como la solidaridad, el respeto, el compañerismo. También me ayudó mucho con mi estudio, ya que gracias a que trabajé pude seguir estudiando. Este año termino el colegio. Me ayudó a hacer un aporte solidario a mi familia con los gastos de la casa, ya que como somos muchos hermanos los gastos son muchos. Me ha ayudado a formarme políticamente, a ver la realidad desde un contexto muy diferente y es la que no te pone en la misma línea de los demás, es abrirse un poco más y conocer las verdades, las realidades de todos los países y no lo que te muestran solamente la tele, los medios de comunicación, que es muy distinta a la verdadera realidad de los países.

-Hay una mirada general, hegemónica, entorno al trabajo infantil que se asocia rápidamente a la explotación ¿Por qué crees que existe esta concepción y por qué es un tema difícil para abrir el debate?

Walter: Cuando nosotros decimos infancia que está trabajando, la gente nos asocia con la explotación. No tiene esa mirada crítica diferencial de lo que es trabajo y de lo que es explotación. Para nosotros es trabajo todo lo que te genere dignidad, porque te ayuda a crecer como persona siempre y cuando vos te sientas cómodo en ese espacio que estas laburando. Explotación es una cosa muy distinta. Creo que también se fue formando desde organismos internacionales como UNICEF, que no hace esa diferenciación. Para la OIT (Organización Internacional del Trabajo) la explotación infantil está considerada una de las peores formas de trabajo, el mini tráfico de drogas también está ahí. Esos no son trabajos infantiles, son causas de la explotación hacia los niños, niñas y adolescentes y hacia sus padres también. Hay gente que no se abre al diálogo y dice que el niño solo debe estudiar y jugar pero eso en sí no es la realidad. Ese término es usado globalmente diría yo, para hacer quedar mal a los niños que trabajan, ya que no hacen esa diferenciación. Para esos organismos internacionales todo es lo mismo, meten todo en una misma bolsa, no les importa la cultura, como la campesina en la que trabaja su familia, los otros que hacen trabajos comunitarios y para todos ese trabajo es explotación y está mal.

-En el sentido común, por lo general urbano, muy distinto a la cosmovisión, a las concepciones de mundo, a la cultura campesina o indígena, se separa tajantemente la educación del trabajo, mientras que a nivel rural, el trabajo es un proceso formativo, proceso donde uno adquiere saberes, conocimientos, incluso es un proceso pedagógico. Les quería preguntar a los cuatro ¿cómo ven este sentido común, que es dominante, que muchas veces rechaza, incluso estigmatiza, esas prácticas desde una visión no solo adulto-céntrica sino a veces que ningunea a las culturas campesinas, indígenas o a otros territorios rurales donde educación y trabajo no tienen que ver con lo que por lo general quiere imponer la escuela o un sistema educativo homogeneizador?

Carlos: a lo largo de este tiempo, estas concepciones reduccionistas fueron globalizando estos conceptos, estructurándonos para después reprimirnos y hasta utilizarlo como medio de control social. A partir de esto se genera todo un imaginario social, y este imaginario social lleva a una estigmatización, criminalización, a una estructuración dentro de los diferentes ambientes perdiendo de vista las diferentes dimensiones. Es decir, se tiene en cuenta que el niño debe de estudiar y debe de jugar, y hablamos de la escuela estructurada, enmarcada dentro de un sistema. Se pierde de vista lo comunitario. Se pierde de vista hasta la construcción familiar en el amplio sentido de la palabra. Y eso es adrede. Nos hace perder cultura, de entrada esa cultura de solidaridad. Nos hace perder cosmovisiones, que las traemos arraigadas a través de nuestra descendencia o no, y que nos hace vivir en un mundo individualista, que no permite encontrar en el otro, a ese compañero, hermano, a ese amigo para seguir construyendo. Ese mundo individualista hace que cada uno construya bien estructuradamente todo lo que se viene.

En síntesis, son sistemas de control social que persiguen a todos aquellos que tratan, osan en poder realizar algún tipo de esas actividades. Esas actividades que ni siquiera se les permite a les niñes y adolescentes llevar delante de un modo formativo, educativo. Todo está estigmatizado, todo está criminalizado.

Es muy diferente ver a un niño, a una niña –que sigue siendo niño-niña- a un modelo por televisión que es muy bien visto, que tiene una aceptación social. Y es muy mal visto cuando vemos en la esquina a un niño, y especialmente al de nuestras barriadas, vemos a un niño sucio, inmediatamente pasan dos o tres cosas por la mente, está trabajando, se está drogando o está queriendo afanar.

Son cosas que nos llevan a un debate profundo inclusive dentro de la misma izquierda que tenemos que reconceptualizar y volver a esta cosmovisión profunda de nuestros pueblos que muchas veces hemos perdido y volver a esos valores. Nosotros por ejemplo dentro de la organización, en mucho de los movimientos, se vuelven a prácticas comunitarias, trabajos comunitarios. Nosotros venimos de una cultura guaraní. No existía la palabra trabajo. Existía lo que son las actividades comunitarias, las acciones sociales. Era tan natural. Y formaba parte del crecimiento, de la formación del ser humano. Las mingas son el trabajo comunitario donde todos nos ayudamos, donde estamos juntos. Eso está estigmatizado. Hoy no se puede hacer.

Hoy los chicos y las chicas empiezan y desafían un poco al mundo adulto y hasta nuestros pensamientos más profundos y eso es transformación. Y abrirse a eso es un desafío, es desestructurarse y un generar cambios de fondo.

¿Cómo trabajan y construyen colectivamente desde la niñez, desde la adolescencia un proyecto que batalle contra el adultocentrismo? ¿Cómo es ese desafió cotidiano entre ustedes?

Walter: no apuntamos tampoco al niñismo, que solo niños-niñas y adolescentes solos van a cambiar al mundo, sino que decimos que vamos a hacerlo en conjunto con los adultos, ya que es algo que por sí solo ningún sector lo va a poder lograr. Ese cambio se va  a lograr todos juntos.

Es un proceso difícil. Va costando pero es muy bueno, deje muy buenos elementos de trabajo. Tenemos muy fuerte instalado lo que es el adultocentrismo, el machismo, que de por si a uno le cuesta mucho cambiar luego de transitar otra realidad, que hiciste otras cosas, el darse cuenta que no sos vos el que tiene toda la razón. No se va a hacer sólo lo que el adulto dice, o no se va a hacer sólo lo que vos decís, sino lo que se elige conjuntamente para ver qué es mejor para todos. No para un sector o para el otro.

Fuimos desafiándonos a nosotros mismos, a ver a dónde podíamos llegar, más que nada haciendo los análisis de coyuntura. Analizamos, vemos la realidad que afecta a nuestro país en el ámbito político, social y económico, y no solo en nuestro país, sino en los distintos países de Latinoamérica y eso nos da otra visión que hay niños-niñas y adolescentes sufriendo esto en tal y tal país.

El análisis de la tierra, que es uno de los principales problemas en Paraguay, donde un poquito más del 3% de la población tiene el 80% de toda la tierra productiva del Paraguay, y todo eso también lo solemos ver desde nosotros mismos, y de eso llegamos a una conclusión de que el trabajo es lo que nos da dignidad, nos identifica como trabajador y nos ayuda a crecer como personas, no individualmente sino colectivamente.

Ahora mismo no estamos usando el término de trabajo infantil, porque es usado por las organizaciones internacionales para dejar mal a la niñez trabajadora y se mezcla directamente con la explotación. Estamos usando el término infancia trabajadora, ya que ponemos en primer lugar el niño, niña y adolescente después del trabajo que hace.    

-En el caso de la Asamblea Revelde ¿cómo fue ese proceso de construir un espacio asambleario en barrios populares, donde las culturas diversas son algo cotidiano?

María: los niños, niñas y adolescentes solos no vamos a poder cambiar el mundo. Entonces nuestra asamblea comenzó por la propuesta de los adultos de la Miguelito Pepe de empezar a organizarnos. Empezamos los del barrio Fátima y después nos pusimos a pensar que queríamos cambiar de la sociedad. Algo que veíamos es que no se cumplían nuestros derechos. Hagamos que se cumplan nuestros derechos y que no simplemente estén escritos en un papel, sino que los adultos y adultas los empiecen a respetar, que se escuche nuestra voz. La asamblea va a cumplir tres años en diciembre y venimos peleando.

Santiago: hay una pista para empezar a pensar el desde dónde poder discutir esta idea tan instalada de la prohibición del trabajo de niñas, niños y adolescentes, y esa pista creemos que tiene que ver con lo que el movimiento feminista ha podido visibilizar a partir de demostrar que la dependencia económica de la mujer para con el varón, es una fuente de opresión, de dependencia que no le ha permitido a muchas mujeres alejarse de situaciones de violencia y maltrato desde los más sencillos a los más perversos. En las nuevas generaciones, sobre todo en la adolescencia, son cuestiones que nos parecen fundamentales, porque la posibilidad acercarse a prácticas de trabajo, no entendiendo la posibilidad de que un adolescente entre a una fábrica, sino más bien viendo la posibilidad de que un adolescente pueda tener una moneda propia. Eso le permite empezar a alejarse en muchos casos de situaciones de profunda violencia, intrafamiliar o en contextos comunitarios. Se ve en la adolescencia o en la niñez en general  porque el carácter adultocéntrico de la sociedad hace que los adultos consideremos a las nuevas generaciones como un objeto, como propiedad privada, “mi hijo es mío” por lo tanto hago lo que quiero con él o con ella, y eso se recrudece en el caso de las mujeres por el carácter patriarcal de nuestra sociedad. Son sometidas a un conjunto de prácticas de semi esclavitud o de abusos y violaciones sexuales. Entonces muchas veces la imposibilidad de encontrar estrategias de supervivencia hace que lo que esté al alcance de la mano sea el escape.

Nosotros creemos que una pista para empezar a analizar y encontrar colectivamente estrategias a esas situaciones es recuperar el proyecto de niñez y adolescencia de José Martí, de Simón Rodríguez, que entendían que una forma de poder educar a las nuevas generaciones con consciencia social era vinculándolas al mundo del trabajo.

Nosotros y nosotras tenemos profunda intención de poder encarar proyectos productivos, emprendimientos productivos colectivos con los chicos y las chicas para encontrar estrategias alternativas porque también es real que la situación de pobreza o de dificultad económica  muchas veces lleva a que se vivencien situaciones complejas. Pero eso no es posible. Si nosotros hiciésemos eso con un adolescente de quince años nosotros estamos infringiendo la ley, estamos muy cerca de comernos una denuncia con pena de prisión. En ese sentido para nosotros es crucial empezar a debatir ese tema, porque en un contexto mundial, de un capitalismo que vive una crisis civilizatoria y en un mundo que está al borde del colapso, con el uno por ciento de la población que concentra el 99% de la riqueza, el proyecto que los organismos internacionales de Naciones Unidas, la OIT y Unicef, vienen planteando para Latinoamérica y el mundo es cada vez más elevar la edad mínima de admisión al trabajo. En argentina está en 16, en Paraguay está en 14, pero el proyecto es llevarlo hasta los 18. Es un mundo que necesita cada vez menos trabajadores y cada vez más calificados. Qué pasa con esa porción de la población humana y de las nuevas generaciones que se van a ver destinadas a la imposibilidad de entrar al mercado formal del trabajo.

-Hay una cuestión que es trasversal a la realidad de Nuestra América que es la criminalización de los pibes y las pibas. ¿Qué opinan de todo esto que está sucediendo?

Walter: nosotros trabajamos porque queremos dar un apoyo solidario a nuestras familias. Nosotros pasamos ofreciendo nuestro trabajo de lustre y la gente piensa tan mal, que cuando pasas esconde todos los bolsos, acerca todo pensando que nosotros les vamos a robar. “Vos trabajas porque te querés drogar”, “vos sos un vago”, sin saber todo eso. Al decir que vos sos niño, niña trabajador/a te dicen que tus padres te están explotando, al decir que vos tenés voz propia, dicen que alguien te está manipulando, siempre le buscan la contraria a lo que vos decís. Sí o sí buscan estigmatizarte, hacerte quedar mal con la sociedad, que piensa con un sistema muy capitalista que tienen tan metido por dentro que no le da también la posibilidad de analizar y de ver desde nuestra visión nuestra propia realidad. Casi toda la gente se guía por la realidad que ve en la tele, en los medios, cosa que nunca van a mostrar la verdadera realidad porque no les conviene. Es algo muy contradictorio y muy fuerte a la vez al mismo tiempo.

María: no hay coherencia  en esto de que quieren bajar la edad de punibilidad y subir la edad para que trabajemos porque nos están limitando a avanzar o crecer como personas porque si no te permiten trabajar antes de los 18 pero te quieren llevar a la cárcel a los 14 años, yo creo que nos están cerrando todas las puertas para que podamos avanzar y crecer como personas. José Martí decía que los niños y niñas debíamos trabajar, estudiar y jugar, y entonces, nos cierran todas las puertas para que podamos nosotros y nosotras crecer.  

Walter: la cuarta conferencia de la OIT es exclusivamente sobre trabajo infantil, y se va a hacer acá en Buenos Aires en Noviembre. Nosotros  invitamos a la gente a que vea un ejemplo muy claro del sistema adulto-centrista que tenemos, y es que en el encuentro de la OIT va a haber todas personas adultas,  niñólogos le decimos nosotros, expertos en infancia supuestamente y no va a haber ningún niño/a ni adolescente trabajador contando por qué está trabajando. Esta es una gran contradicción, porque supuestamente la OIT promulga la participación de niñas, niños y adolescentes pero no son cumplidos.


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