“¿Qué hay para cenar?” Cobalto 60, para conservar alimentos
Escrito por Red Nacional De Medios Alternativos el 14/07/2017
El ANMAT anuncia cambios en el Código Alimentario Nacional. En las próximas semanas estaría autorizada la irradiación a una amplia gama de alimentos hasta ahora fuera de esta controversial técnica de conservación. Desde el Enredando las Mañanas nos comunicamos con Adriana Contarini, integrante de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (UBA).
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La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) es el organismo estatal cuya función -según informa su página web- se vincula con la protección de la salud humana, garantizando que los medicamentos, alimentos y dispositivos médicos a disposición de los ciudadanos posean eficacia (que cumplan su objetivo terapéutico, nutricional o diagnóstico) seguridad (alto coeficiente beneficio/riesgo) y calidad (que respondan a las necesidades y expectativas de la población).
Por estos días, trascendió que en el ámbito del ANMAT está en discusión la modificación del Código Alimentario Nacional para permitir la irradiación de una enorme variedad de alimentos con el objetivo de hacer más duraderos -lo que llamamos «larga vida». Sin embargo, aunque la mayoría de la población lo desconozca, en la actualidad ya se consumen productos que han pasado por los efectos de la radiación, en un número bastante pequeño.
Para conversar acerca de esta iniciativa nos comunicamos con Adriana Contarini, Lic. en Tecnología de la Alimentación e integrante de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA.
En primer lugar, Contarini aclara que este proyecto no es nuevo, sino que se viene negociando desde el año 2014 y daría la impresión de que se ha alcanzado ahora algún acuerdo en pos de su aprobación. Lo que se busca es modificar el Código Alimentario Nacional para incluir mayor cantidad de alimentos a la lista de aquellos que ya pueden ser irradiados.
La licenciada en alimentación explica que en el Código aparecen varios procesos de conservación aprobados, cada uno con una serie de consideraciones. “En el caso de la irradiación -explica-, un montón de consideraciones, porque es un proceso que tiene que tener muchos requisitos en cuenta para que sea seguro, para que sea bien aplicado y para que no represente un problema para la salud de las personas ni para el proceso tecnológico que se quiere aplicar en el alimento. O sea, en el caso del proceso de irradiación de alimentos, lo que uno tiene que discutir es si el proceso es inocuo o no, en sí y si está estudiado”.
Este proceso, recuerda, comenzó a probarse en Argentina en 1966, aunque recién en “el 89 se comenzó a irradiar a escala comercial, pero muy poquito, no estaba probado casi nada, excepto papas, cebollas, ajos, para eliminar brotes, supongamos frutillas suponiendo que iban a ser para exportación y básicamente lo que se irradia hasta la actualidad son especias a granel”. Este dato implica que, en realidad, la irradiación esté presente en productos que consumimos sin saberlo, ya que estas especias se incorporan en otros alimentos, como los chacinados, y no se rotulan por ser cantidades muy por debajo de las que el Código establece.
El principio precautorio
El llamado principio precautorio “ es el principio establecido en la Constitución Nacional, que plantea que hasta no saber que [un elemento] es inocuo, no debería ser aplicado. Primero hay que demostrar que es inocuo, no al revés”. Por eso, en relación a este proceso, Contarini sostiene que “hay que hacer hincapié es que no están estudiados, y si lo están, no están puestos a la vista (…) Si hay información científica no está puesta al alcance de los consumidores o del público en general, no está saliendo a ser explicada, todo el mundo te dice es un proceso inocuo, no pasa nada, hay mucha legislación y muchos países que lo están aplicando, pero lo que se estudia en general con la irradiación de alimentos, es si se cumple con el objetivo” del procedimiento, que puede ser “eliminar insectos, desinfección y algunas plagas que hay en materias primas, (…) eliminación de microorganismos, bacterias, levaduras y hongos (…) y después cosas mucho más complejas como pueden ser microorganismos patógenos, que requieren dosis de irradiación más altas”.
Lo que debería observarse y la experta indica que no se hace, es “qué impacto tiene el efecto de la radiación en el alimento y qué pasa con ese consumo en forma crónica”.
El lugar de la soberanía alimentaria
Además de los riesgos para la salud y el ambiente que podría implicar esta modificación del Código Alimentario Nacional, la Lic. en tecnología de los alimentos se hace otras preguntas, vinculadas al “punto de vista de la soberanía alimentaria: [este proceso] ¿es necesario? ¿no hay otros procesos de conservación que ya tienen una historia en la evolución humana que podrían ser aplicados con el mismo propósito? ¿Cuál es el objetivo final atrás de esto? (…) Además, de esto, ¿qué impacto está ocasionando sobre las comunidades, sobre el medio ambiente?. “Hay casos emblemáticos -continúa- en que las plantas de irradiación han tenido derrames de cantidades no determinadas de soluciones de cobalto 60 que es el isótopo radiactivo artificial que nosotros producimos en nuestro país y que se utiliza para la irradiación y es un elemento de altísima energía que liberado al ambiente puede ocasionar gravísimos problemas en la salud de la población”.
Asimismo, señala Cantorini, cabe preguntarse cuáles serían las consecuencias para la economía nacional ya que, explica, “la irradiación en realidad está fomentando la concentración de la producción y el procesamiento de alimentos de grandes empresas que tienen la capacidad de hacer esa inversión en la tecnología. ¿Y qué pasa con los pequeños productores y las pequeñas industrias que no lo pueden alcanzar? Eso suponiendo que fuera positiva. Y después, la irradiación, desde el punto de vista de la soberanía alimentaria y de la alimentación sana que nosotros promovemos tiene como objetivo alargar muchísimo la vida útil de alimentos que sabemos que pierden nutrientes, que en definitiva no son el producto nutritivo que tiene que consumir la mayoría de la población”.
Pensar la alimentación en tiempos de urbanización
Finalmente, Cantorini aclara que cuanto mayor es la urbanización y la concentración de personas en las ciudades mayores es la necesidad de desarrollar procesos de conservación de los alimentos, pero lo que se busca “es una forma de garantizar cierta inocuidad y cierta calidad y seguridad de algunos alimentos”. En particular, desde la Cátedra de Soberanía Alimentaria a la que pertenece, comparte, “lo que proponemos es que haya una mínima proporción de alimentos procesados, ultraprocesados, y haya una máxima concentración en nuestra dieta de alimentos que provengan de fuentes locales, que se les enseñe las buenas prácticas de manufactura, que se les den los recursos económicos para desarrollar las economías regionales, que se le den las posibilidades de generar industrias locales que procesen para la comunidad, también para afuera, pero que no sea una conservación con una vida útil que dure un año, cinco años”.