Cárcel del Buen Pastor: una fuga para luchar. CBA, 1975
Escrito por Red Nacional De Medios Alternativos el 09/06/2016
En la memoria del pueblo y sus luchas, algunas fechas tienen una carga especial. El 24 de mayo de 1975, el día en que 26 presas políticas se escaparon de la cárcel de mujeres del Buen Pastor en pleno centro cordobés, es una de ellas. En el Enredando las Mañanas, recordamos esa gesta con una de sus protagonistas, Cristina Salvarezza.
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Enredando las Mañanas: Para recordar y contextualizar, en diciembre de 1974, en pleno gobierno peronista, la provincia de Córdoba ya había tenido un golpe de estado policial y una intervención del gobierno nacional con la venia de Perón. El interventor designado por Perón para reemplazar la gobernación del peronismo de izquierda de Obregón Cano y Atilio López fue el Brigadier Lacabanne.
El 24 de mayo de 1975 ocurrió algo que es épico, histórico, una de esas cosas que unx cuando las cuenta, cuando las escucha, dice este triunfo -permitínoslo, Cristina-, es nuestro también. Y queremos contarlo. Porque 26 presas políticas recobraron la libertad y se reincorporaron a la lucha, volvieron a la lucha. La cárcel las estaba conteniendo, más allá de que fue un lugar de aprendizaje, otro frente donde se templaron muchas cosas. Obviamente, la libertad para seguir luchando era clave.
Se fugaron del Buen Pastor, una cárcel que estaba ubicada en la zona céntrica de la ciudad, mientras se realizaba el Te Deum, el acto previo al aniversario del 25 de mayo, en el entonces llamado Teatro Rivera Indarte (hoy teatro San Martin) con la presencia del interventor Brig. Lacabanne.
Cristina Salvarezza es una amiga y compañera, una de las protagonistas de la fuga y de todo el proceso de resistencia a lo que fue después la remodelación de la cárcel para convertirla en un paseo de alto consumo y el intento de invisibilizar la existencia de presas políticas en esa cárcel, antes y durante la dictadura. En una conversación casi íntima en el ELM, estuvimos revolviendo la memoria y recuperando algunos de los innumerables momentos que hicieron posible esta gesta colectiva.
Cristina Salvarezza: Primero, quiero decir que lo que yo cuento, no es mío solamente. Es colectivo. Porque yo, ya sea en la fuga, o adentro de la cárcel, o después de la fuga, viví un pedacito de esta historia. Después, cuando nos reencontramos con las compañeras y cuando pasaron los años nos íbamos acordando, íbamos reconstruyendo cada vez más todo lo que fue la fuga. Porque la fuga fue hecha desde adentro y desde afuera. Fundamentalmente, desde afuera. Pero sí dependía mucho de los datos que teníamos las que estábamos adentro.
Pero además, en toda la presentación que ustedes hicieron, yo quisiera aclarar algunas cosas.
Por ejemplo, quiero aclarar que Córdoba era una de las cinco provincias intervenidas por el Gral. Perón, presidente de la república, junto con Buenos Aires, creo que Salta, Mendoza, y alguna más que no me acuerdo. [Oscar] Bidegain estaba como gobernador en la provincia de Buenos Aires. Eran también peronistas, todos eran peronistas, pero como Obregón Cano y Atilio López.
ELM: Atilio López, para quien no lo recuerde, fue uno de los protagonistas del Cordobazo y dirigente sindical de la UTA.
CS: De la UTA, exactamente, cuando la UTA era un gremio luchador. Pero no vamos a entrar en eso ahora.
La otra cuestión, sobre Lacabanne, esa noche él acababa de decir un discurso político, y ese discurso decía «la subversión está totalmente…» porque éramos todos subversivos en ese momento.
ELM: Toda la juventud.
CS: Toda la juventud y la no juventud, porque nosotras teníamos compañeras de 50, 60 años adentro de la cárcel, en ese momento, madres, abuelas también. Y él dijo «está totalmente derrotada la subversión en Córdoba». Y le tocan el hombro, y un periodista le dice «Oiga, Brigadier Lacabanne, se le fugaron las presas políticas del Buen Pastor». Dicen que la cara de él se transformó totalmente, que cortó el discurso, habría que conseguir, porque en algún lado, esa imagen debe estar registrada. ¡Porque es tan hermoso para nosotros, alguna vez tenemos que darles una pequeña cachetada!, ¿no?
Y sobre esto de la construcción colectiva, a mí me tocó una partecita adentro: armar una caja con ruleros y unos cablecitos que salían para afuera, como si fuera una carga explosiva en una puerta que se abría solamente desde el interior, dejarla allí para que el servicio penitenciario interior de nuestra parte, que era mujeres, no pasaran, y que pudiéramos concretar la fuga. Pero otra compañera hizo otra cosa y otra hizo otra, y con todos esos pedacitos construimos después lo que fue la fuga.
Eran las ocho menos cinco, más o menos, de ese 24, y las compañeras responsables nos empezaron a avisar a todas, nosotras nos enteramos en ese momento que la fuga se hacía a las ocho. O sea que en cinco minutos había que destruir -esas son las cosas que a veces no se dicen y son tan hermosas…- yo tenía una cartita de mi compañero, una cartita de amor, guardada entre un ladrillito, le había sacado el revoque y ahí la había puesto. Yo no me iba a deshacer nunca de esa cartita y tuve que romperla porque decía cosas que podían delatar o allanar otros domicilios.
Pero bueno, se concretó la fuga, con mucho éxito. Después el compañero Yaca, que fue uno de los protagonistas de la fuga, que fue el que a último momento tuvo que modificar cómo ponían las sogas de acero, las cadenas para arrancar la reja, porque no podía salir perpendicular a la reja la tirada del camión, tenía que salir oblicua. Entonces una tenía que ser más grande que la otra. Pero había que escucharlo a él cuando se volvió a un taller metalúrgico a modificar ese sistema de cortar una más larga y otra más corta. Habría que contar los detalles que ellos prepararon. Y después, cuando van a poner los ganchos, los garfios para arrancar la reja, no entraban, porque atrás de las rejas había un entretejido de alambre muy grueso que no permitía que los ganchos engancharan la reja. Entonces él dijo «bueno, voy a abrir la caja de herramientas del camión -que, por supuesto, era secuestrado-, y ojalá que haya un alicate». ¡Y había un alicate y cortaron y pusieron los garfios, arrancaron la reja y ya estábamos saltando nosotras entre los vidrios y demás! Para mí ese momento, el de ver un árbol en la esquina, ver a los compañeros ahí abajo, salir corriendo, subir al auto que sabíamos dónde estaba… y era una zona liberada en ese momento, porque estaba toda tomada la zona, no entraba ni salía ningún auto y menos un auto de la represión, de la policía. Liberada por los compañeros.
Por años… corrí un pedacito y me asusté mucho porque me paré, porque de una casa salió alguien con un fusil y yo me quedé parada como diciendo… «morí ya, acá me agarran», me mira el compañero y me dice «¡Adelante compañera!» y seguí corriendo. Viendo las fotos ahora, reconstruyendo -porque en los juicios se reconstruyen las historias y bueno, se los puede condenar a estos genocidas gracias a los compañeros que sobrevivieron sobre todo de los campos de concentración-, a posterior de la fuga, pude saber que era el compañero Ferreyra el que me había dicho eso. Después él desaparece, muere en otras circunstancias. Entonces vos vas trayendo a esta historia un montón de pedacitos de historia, que ese compañero, la cara que no se me borró nunca más y del Yaca, que sabía que había un compañero que me decía que saltara, y del otro, y de éste, pero que nunca lo conocí, sólo cuando volvió la democracia supe quién era cada uno de ellos, y con este relato colectivo construimos toda la secuencia de la fuga.
ELM: Así fue, un relato colectivo y una participación colectiva, porque así como se fue reconstruyendo el relato de quienes salieron, las 26, quienes quedaron adentro también han ido compartiendo la historia.
Y al mismo tiempo, esta acción colectiva que implicó la fuga, que nosotras la reivindicamos como una fuga impulsada por la necesidad de volver a integrarse a los frentes de lucha de los que eran parte. Además de que se veía venir la represión más dura, ¿cómo fue el después? Nosotras decíamos, medio en broma, dónde estabas el 25 de mayo, porque además debían ser las 26 personas más buscadas, las 26 preguntas. ¿Qué pasó el 25 y cómo fue el después de la fuga?
CS: Adonde estaba, yo no sé dónde estaba, no tengo ni la menor idea. Bueno, eso también lo supe con los años. Fuimos a la casa de un compañero de Obras Sanitarias, el «Gordo» Vera, que está desaparecido. Este Gordo divino cae por amor a talleres, él fue a ver un partido y lo estaban esperando en la cancha, sabían de su fanatismo.
Hay una anécdota que resume un montón de cosas, al Gordo le dijeron esa noche «Prepará comida que vamos a tener una reunión acá de compañeros que vienen de otras provincias». No preguntó más nada y preparó canelones. Nosotros con un montón de hambre que traíamos, fueron los canelones más ricos de nuestra vida. Pero cuando llegamos a la casa, quiero contarlo tal cual fue porque lo tengo presente. El 24 de mayo hacía mucho frío, igual que anoche, había viento… Pero él tenía una parrita y abajo de la parra había un espejo, y él se estaba afeitando con una brocha y con la espuma como se usaba en ese momento, y una maquinita hoja de afeitar. Y nos ve bajar y deja todo, se limpia y demás y ya en esos momentos por la televisión que estaba prendida, empezaban a dar las noticias: la fuga del Buen Pastor y lentamente ponían las imágenes nuestras y nuestro «currículum» abajo, «terroristas, denúncielas cuando las vea», etc.
Entonces el Gordo charlaba con nosotros y la ve a Norma Melani. Mi grupo de cuatro eran Norma Melani -desaparecida-, Ana María Liendo -desaparecida también- y Tota Novillo -también desaparecida. De Ana María Liendo y la Tota recuperaron el cuerpo, pero de Norma Melani no, porque fue llevada a un osario y ya después el Equipo de Antropología no pudo. Entonces soy la cuarta de las cuatro que éramos un equipo dentro de la cárcel.
Y Norma Melani que también era empleada del SEP [Sindicato de Empleados Púbicos] militaba con el Gordo y le dice «Hola Normita, ¡tanto tiempo sin verte!» y de pronto él empieza a relacionar lo que pasaban en la radio, en la televisión y ella, y dice… «No, Normita, vos estabas presa, ¿qué hacés acá? ¡la puta madre! ¿vos sos la fugada? No no no… ¡no me pueden hacer esto a mí!» Se abrazaron y lloraban los dos… eso es algo que lo tengo grabado, homenaje al querido Gordo, a Norma y a tantas otras compañeras. Pequeñas cositas que van diciendo cómo nos recibieron los compañeros. También, con los años, todas estas fantasías, esta cuestión que el pueblo maneja de inventar pero en el buen sentido de la palabra, el protagonismo que tuvo cada uno que se acercaba a hablar con nosotras, que nos habían tenido, nos habían dado ropa, otros nos pasaron una peluca, todos, todos tenían algo que ver con alguna compañera fugada del Buen Pastor.
La anécdota del diariero, que estaba abajo de las ventanas del comedor, el quiosquito de diario… en ese momento había salido un grupo de cuarteteras, primeras mujeres que tocaban cuarteto, que se llamaban «Las Chichi de Córdoba». ¡Hermosas eran! Entonces nosotras las cantábamos con todas las presas comunes allá adentro. Y él, que siempre nos ponía la radio fuerte y nos golpeaba para decir que había puesto la radio fuerte para que escucháramos nosotras, al otro día gritaba «¡Se fugaron las chichí de Córdoba!!» Y así, cada uno con el que hablabas, o que nuestras familias recibían noticias, tenía algo que ver.
ELM: Después vino otra lucha, que tuvo que ver con la reconstrucción de la memoria en torno al Buen Pastor y a la resignificación de ese espacio. Contanos un poco, porque ustedes han tenido muchos logros en relación a instalar el episodio de la fuga y a la denuncia en torno a qué pasaba en la cárcel del Buen Pastor.
CS: Lo primero fue el abrazo que hicimos con toda la facultad de arquitectura para que no se demoliera. Muchos arquitectos, profesores, explicaban en sus cátedras qué significaba el Buen Pastor. Lo que se considera que no es un patrimonio arquitectónico, es un patrimonio histórico de la memoria, totalmente distinto a lo que ha sido en otros lados. Mantener la parte arquitectónica como parte de valor histórico. Acá no, acá era decir qué era lo que significaba estar abajo de las «aguas danzantes», allí estaban los calabozos de castigo. Posterior a la fuga, allí fueron llevadas varias compañeras, entre ellas, comprobado, Silvina Parodi de Orozco, una compañera militante, embarazada, hija de Sonia Torres [fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba], que fue llevada embarazada. No se sabe adónde la llevaron a tener a su bebé, pero fue atendida por médicos allí abajo de las aguas danzantes, que estaban los calabozos de castigo. Hay testigos de presas que les daban de mamar a sus bebés, hay testigos que las vieron, médicos, está la causa y demás… nosotras en ese momento no teníamos tantos datos como para demostrar que Silvina estaba allí. Porque si la justicia -y yo soy buena con la justicia en este caso-, si hubiera tenido los datos concretos de este médico que la vio a ella y la atendió, capaz que raspando la pinturita se podía sacar un ADN del bebé o de Silvina… y con eso le bastaba a la justicia para decretar el no innovar y no destruir las pruebas.
ELM: Exactamente, destrucción de pruebas. Ha pasado, por ejemplo en la ESMA, que muchos años después, gente que ha vuelto y ha reconocido lugares donde no sabía que había estado. Imagínense, si se hubiera roto, no hubiera sabido dónde lo habían tenido detenido.
CS: Exacto. Entonces, ¿cómo luchás contra aquella quinceañera, contra aquella novia, que va a las aguas danzantes el sábado a sacarse una foto, porque son bonitas? Yo reconozco que son lindas. Pero abajo de esas aguas, hay una historia. Por lo menos, que queden las aguas, pero que esté presente la historia. Porque las baldosas que pusimos no alcanzaron, las columnas señalizadas, la reja de la fuga, no alcanza. La gente no las ve, porque hay tanto ruido alrededor, de bares, de cosa trivial, de cosas a las que el pueblo no puede acceder. Ahí van los chicos, se sientan con la computadora en el césped a hacer grupos y a charlar… eso está bueno, pero también se tiene que conocer la otra historia, la nuestra, la que nos quieren hacer desaparecer.
ELM: Así es, Cris, y en esa historia están las nueve compañeras desaparecidas: Sonia, Norma, Zulma, Elena, Alicia, Tota, Ana Vilma, Ana María y Susana. Nueve compañeras que se fugaron, se reincorporaron a sus frentes de lucha y desaparecieron después.
Una de las razones por las que entendemos que la fuga fue más silenciada es que fue una cachetada al poder. Muchas veces hay una recuperación de la memoria en tanto víctimas de la represión, cuestión que hay que denunciar, visibilizar. Pero la fuga fue una cachetada y me parece que por eso costó tanto visibilizarla, que se le diera relevancia, aun cuando ya estaban muy instalados los discursos de recuperación y de reconstrucción de la memoria. Por eso, creo que muchas y muchos la sentimos emblemática y hacemos también nuestro un poco el triunfo de esa fuga.
¿Querés compartir con nosotrxs algo más, antes de cerrar?
CS: Anoche [24 de mayo] fuimos tres, cuatro, acompañadas por nuestros hijos, hermanos, de algunas compañeras, nos sentamos en la reja. Y yo fue la primera vez, después del bombardeo de fotos y de saludos, de solidaridad, que pude descubrir la sonrisa detrás de las fotos de las compañeras. La alegría, esa cosa linda que ellas tenían. Recuperar el gesto de adentro porque las fotos son una cosa dura, estática, que queda. Pero yo anoche veía las fotos y las veía en movimiento, en sonido, las veía con colores, veía que ellas estaban felices, porque esa noche fue una felicidad muy grande lograr la salida.
Y quiero decir esto nada más: ¡Vayan a ver las baldosas! Porque en cada baldosa no hay una fecha solamente del momento en que a ella la secuestran y la hacen desaparecer posterior a la fuga, sino que hay un pensamiento de ellas. Por ejemplo, Sonia Blessa, lo que decía, Norma Melani, las alegrías y los compromisos que hay en esas frases, en esos pensamientos. Y eso quisimos hacer, que conocieran a las compañeras a través de sus propios pensamientos.
ELM: Cristina, nunca nos cansamos de escucharte.
Es realmente fabuloso, conmovedor, pero además permitirnos que esto también sea nuestro más allá de la distancia generacional. Sin duda hace a las bellas historias de lucha y del significado de la lucha, más allá de los años que han pasado, de la dictadura, de la tortura, el asesinato y volver a querer instalar el discurso del olvido. El «acá estamos de pie, continuamos de pie, combatiendo ese olvido”, pero por otro lado no queremos hacer solamente un acto recordatorio, sino que necesitamos que eso continúe corriendo por nuestras venas, que en definitiva es nuestra sangre.
CS: Muchas gracias a ustedes, no me olvido del Movimiento de Mujeres Córdoba que siempre nos apoyaron.
ELM: Las nueve compañeras detenidas-desaparecidas del Buen Pastor… ¡PRESENTES!
Cerramos el bloque… escuchando a «Las Chichís de Córdoba»