LLEGAR Y DESPUÉS (1º Parte)

QUEREMOS CRUZAR

Mientras poco a poco Europa cierra sus fronteras no sólo externas sino internas a pesar de los acuerdos Schengen (1), hay una que ha permanecido siempre así. Se trata de la que separa a Inglaterra y Francia (ya que Inglaterra no participa del espacio Schengen) materializada por un mar a cruzar pero no solo por eso.

Desde hace varios años, los camiones de carga que transitan entre ambos países por el túnel que cruza el canal de la Mancha son algunos de los medios elegidos por los migrantes para alcanzar Inglaterra, donde casi siempre los espera un pariente.Una frontera natural entonces, que el hombre necesitó profundizar y marcar cada vez más con rejas, vallas y otros mecanismos de protección. El viernes 25 de septiembre, la Coalición Internacional de Sin Papeles y Migrantes (CISPM) decidió viajar a Calais, la ciudad fronteriza del lado francés, para mostrar su solidaridad a los refugiados condenados a una espera eterna en la “New Jungle”, un campamento informal a metros del puerto y de la autopista, donde viven en condiciones precarias entre 3000 y 4000 personas.  Desde Francia, Anita Pouchard Serra (integrante de la RNMA)

 

REFUGIADOS VERSUS MIGRANTES, ¿DOS LUCHAS?

La lucha de los sin papeles en Francia no nació ayer y ya cuenta con varios capítulos no menores de resistencia, como por ejemplo la organización de los trabajadores sin-papeles, que sufren una situación hipócrita: Trabajo si, papeles no. Un movimiento que hoy ya es internacional, agrupando varios países de Europa, que se sumaron también a la marcha de Calais.

Esta situación nos lleva a preguntarnos: ¿cuál es la diferencia entre un migrante y un refugiado? Una pregunta omnipresente en los discursos políticos y los medios masivos que tienden a querer diferenciar claramente estas dos condiciones. Por un lado, los migrantes cuyo principal motivo sería el económico, y por otro lado los refugiados, que huyen de guerras o persecución política. En su discurso Francia dice “Si” a los refugiados, pero “No” a los flujos tradicionales de migraciones.

Es esta brecha que la CISPM quiere borrar, simbolizada por el lema “Los refugiados de hoy serán los sin-papeles de mañana”. Una visión cercana a la realidad cuando solo un 15% de los que inician un trámite de asilo lo obtienen (cifra oficial: 2014). Los demás, entran en el limbo de la ilegalidad, cuando no son deportados hacia sus países. Con ese motivo, la CISPM quiere impulsar una lucha común, en búsqueda de la regularización de todos los sin-papeles y migrantes en el territorio, considerando además que todos son refugiados, sin importar que el motivo sea económico, político o por razones de conflicto armado.

RELATO DE UN DÍA AL BORDE LA FRONTERA.

Siete de la mañana, en la simbólica Plaza de la República de Paris, los cuatro micros de la Coalición internacional de los Sin-papeles y Emigrantes (CISPM) salen para Calais. Al llegar a Calais, la movilización comienza en un lugar altamente simbólico, el Centro de Detención Administrativa, donde los migrantes que intentan cruzar son detenidos. Rejas del Centro, rejas del túnel bajo la mancha…es una zona hostil, bajo la mirada de la policía de las fronteras. Desde el afuera, los manifestantes gritan en varios idiomas su solidaridad con los detenidos, recibiendo como respuesta a distancia las señales de sus manos a través de las ventanas de las celdas. A metros de ahí, el ballet de los camiones por entrar al túnel es tan incesante como inaccesible.

CALAIS Y LOS MIGRANTES

Después de varios kilómetros de marcha por el campo, atravesado por pedazos de la sagrada autopista hacia Inglaterra, la marcha entra en Calais. Aparecen las primeras casas y las primeras miradas. Calais no es cualquier ciudad en el paisaje social y político francés. Después del cierre de las minas y de importantes industrias, el panorama social y económico de  la ciudad se volvió cada vez más complejo. Tradicionalmente obrera, con una proporción importante de votos a partidos de izquierda y extrema izquierda, Calais está dando vuelta estos últimos años hacia la extrema derecha y su discurso se ha renovado, en apariencia. A pocas semanas de las elecciones regionales, los pronósticos dan como ganador por primera vez en una región de Francia al Front National liderado por Marine Le Pen, que sabe aprovechar la problemática de los migrantes para sumar  puntos, oponiendo pobres contra pobres.

Es en esta ciudad y en este contexto que entran entonces las coloridas columnas del CISPM. No tardan en aparecer los primeros choques entre algunos habitantes y los manifestantes, como el de un niño de no más de 6 años, que anda en bicicleta al costado de la marcha y que grita “Calais para los Calaisiens”, una variante local de “Francia para los franceses”. Sin embargo se logran cruzar algunas miradas y manos solidarias.

En Calais se juntan entonces conflictos internacionales con conflictos nacionales. El problema de los refugiados se lee desde una perspectiva puntual y local, en una Francia donde expresar ideas racistas o votar a políticos que las defienden, ya no es tabú, hasta puede ser una reivindicación tanto en el discurso como en la misma calle.

 

DESPUÉS DE LA CIUDAD, LA JUNGLA

Ya se aleja la ciudad, y entramos en la zona industrial. Poco a poco la presencia de migrantes en las veredas se hace sentir más. Al pasar la marcha, varios se detienen y nos sacan fotos. Delegados de la CISPM van a su encuentro para explicar en distintos idiomas el por qué de la manifestación en un lugar como este, a lo que siguen abrazos y saludos fraternales hasta que llegamos a la puerta de la “New Jungle” (la nueva selva de Calais) donde nos espera un grupo conformado de migrantes con carteles . Al vernos se acercan y pronto los dos grupos terminan formando uno solo. Es en este momento que empezamos a entender lo que hay detrás de la palabra “Jungle”, su realidad social y geográfica. La puerta no es una imagen, ni una metáfora, es demasiada real para serlo. El puente de la autopista hacia el túnel funciona como un gran portón que esconde la ciudad ilegal y las vallas que la rodean terminan de apartar y excluir lo que se busca esconder.

Cuando la palabra refugiados tiende a generar la imagen de un grupo uniforme, la realidad en el terreno es la de la diversidad. No hay que olvidar que ser refugiados es una condición, no una identidad. En la multitud de la “Jungle” están todas las clases sociales, todos los oficios, las religiones. Se juntan países que no comparten fronteras, conviven idiomas que no se comprenden. Acá el mayor denominador común es el hecho de estar y querer cruzar.

Una mujer llamada Baby, de Eritrea, nos invita a marchar por la “Jungle” y su inmensidad; carteles y banderas en mano, y las voces altas gritando: “ We have right, we want to cross the border, we are humans, jungle is for animals”. En el camino, habitantes del campamento se suman al recorrido, agarrando carteles. Para los parisinos, es el momento también de dimensionar el campamento, donde 3000 personas viven (a veces más). Entre las carpas, van apareciendo construcciones más firmes. Algunas asociaciones instalaron baños secos. La vida cotidiana y sus necesidades básicas ya empezaron a habitar el lugar. En una suerte de avenida principal aparecieron dos kioscos, un café improvisado, un peluquero callejero. Una avenida hecha de arena, bordada a lo lejos por dunas y plantas silvestres. Extraño paisaje. ¿Quién adivinaría viendo esta foto que estamos en el norte de Francia?

Ahí se divide el mundo en dos: los que recriminan a los refugiados por su impacto nefasto en la zona, los que recriminan a las instituciones por su inacción en este tema donde se juntan todas las urgencias: sociales, sanitarias y políticas; condenando a sus ocupantes a una espera indigna, conduciendo a algunos a la muerte. Desde junio 2015, 16 personas murieron en el intento de cruzar, ya sea por tren o subiéndose a los camiones, pocos lo lograron. Algunos otros quedaron heridos gravemente. La noche cae en este lugar con poca luz. Mientras el contingente de Paris empieza a caminar para encontrarse con los micros, en el medio de esta zona industrial, migrantes lo hacen a nuestro lado, preparándose para una nueva tentativa.

 

 

(1) Acuerdo por el que varios países de Europa han suprimido los controles en las fronteras interiores (entre esos países) y han trasladado estos controles a las fronteras exteriores (con países terceros). El acuerdo, firmado en la ciudad luxemburguesa de Schengen en 1985 y en vigor desde 1995, establece un espacio común -denominado espacio de Schengen- por el que puede circular libremente toda persona que haya entrado regularmente por una frontera exterior o resida en uno de los países que aplican el Convenio. En total, los países que forman parte del espacio de Schengen son 26: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Suecia y Suiza.

Fotos: Anita Pouchard Serra