Por los pibes.Basta de Impunidad- “Fin del mundo” a pura represión estatal

Escrito por el 27/01/2013

Desde la presentación del Archivo que recopila los casos de personas asesinadas por el aparato represivo del estado (1983/2012), que se realizó el pasado 16 de noviembre, nuevos casos de gatillo fácil y muertes en cárceles demuestran que la represión es una política de estado que se implementa a lo largo y ancho del país. Un breve recuento de las muertes tras las rejas (por Correpi – 10 enero 2013)
Jonathan Fernández Vera fue asesinado en la Unidad 47 de San Martín, unos días antes de asistir al juicio oral y público donde debía declarar contra penitenciarios del SPB acusados de violación. Ignorando un oficio que indicaba que Jonathan debía estar solo para resguardar su integridad física, fue puesto en una celda con dos detenidos y un par de horas después apareció muerto, al mismo tiempo que el oficio  desapareció misteriosamente.

Carlos Báez
, uno de los jóvenes que fue internado luego de un supuesto motín en la Unidad Penal III, falleció el pasado 3 de enero, como consecuencia de las quemaduras en sus vías respiratorias.

En la cárcel de mujeres de Ezeiza, apareció muerta Florencia Cuellar. Las causas de su fallecimiento aún continúan dudosas, pero, se trate del motivo que sea, la responsabilidad del fallecimiento es del estado, un estado que asesina y “suicida” en cárceles y comisarías, bajo la protección de los gobiernos de turno, aunque se proclamen garantistas de los derechos humanos.

Pero el estado no mata únicamente a los pobres que están tras las rejas, sino también a través de la modalidad preventiva en las calles que busca disciplinarnos socialmente. En los últimos dos meses, se registraron varios casos de gatillo fácil y represión a sectores populares.

El 28 de noviembre, en la localidad de Villa Ballester, Humberto Gioia, suboficial mayor retirado del Servicio Penitenciario Federal, mató a un pibe de 16 años con la excusa de que intentó robarle el auto.

El 14 de diciembre, en Río Tercero, un pibe de 25 años, de apellido Funes, también fue asesinado por balas policiales. La versión oficial, una vez más, sostiene que se trató de una persecución y un enfrentamiento tras el intento de robo por parte de Funes. Sin embargo, familiares y testigos niegan rotundamente que estos hayan sido los hechos.

En la “ciudad feliz” marplatense, el 23 de diciembre fue asesinado Mauricio Araujo, de 19 años, por dos policías bonaerenses que se encontraban de civil y se movían en un coche sin identificación. Mientras la versión policial y de los medios de comunicación habla de enfrentamientos, vecinos y familiares fueron testigos de la ejecución del pibe y posterior “plantado” de un arma.

El último 20 de diciembre, Brian Fernández, de 14 años, se encontraba junto a otros amigos en un auto. Fue asesinado de un balazo en la cabeza por Claudio Salas, policía provincial que los perseguía por evadir un control de tránsito.

En Rosario, la represión policial en los distintos saqueos dejó como resultado cuatro muertos y cientos de detenidos. Y sigue la lista.

Lo que queda claro es que todos estos casos de supuestos enfrentamientos dejan como resultado pibes muertos y policías ilesos. Las fuerzas represivas que se entrenan para matar, asesinan a un pibe por día, en los distintos barrios del país, buscando ejercer el control sobre la población, pero no sobre toda la población indiscriminadamente, sino sobre los más vulnerables, los más pobres, y sobre los sectores de esa clase trabajadora organizados para luchar.


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