Palabras más, palabras menos sobre el XXV ENM

Escrito por el 19/10/2010

Muchas cosas no han sido dichas sobre el XXV Encuentro Nacional de Mujeres. El ciudadano común, los medios de comunicación y los sectores liga-dos a la derecha y la Iglesia hicieron su recorte intencional, y por lo tanto ideo-lógico, de la movilización de 30.000 cuerpos por las calles de la ciudad de Pa-raná.  El encuentro de mujeres dejó el lastimoso y obsceno saldo de paredes pintadas, edificios destruidos y kilos de mugre diseminados por todos lados. La comunidad paranaense está indignada, enojada. Yo también estoy indignada, pero mis motivos son muy distintos
El fantasma del encuentro
En los últimos días los medios de comunicacion, tanto locales como na-cionales, han reproducido una serie de imágenes sobre el encuentro nacional de mujeres: paredes pintadas, edificios rotos, tetas al aire, ciudadanos indigna-dos, funcionarios que no funcionan, mugre acumulada en las veredas y plazas. El encuentro fue un desastre, el discurso es contundente y según estos no hay posibilidad de otro acontecimiento. La idea se refuerza por la lógica de la re-producción y saca a flote los vestigios más conservadores de nuestras socie-dades actuales, la consecuencia más directa: el rechazo.
Los ciudadanos paranaenses han cerrado sus oídos a cualquier tipo de discurso que diga algo positivo sobre el encuentro, ellos han sido agredidos en su fuero íntimo porque un par de foráneas han destruido los espacios públicos representativos de su identidad, siendo que la mayoría de las paredes pintadas fueron casas particulares y vidrieras de comercios. De repente el paranaense ha despertado el lunes por la mañana con un sentimiento renovado por lo pú-blico, que hasta ese momento habría estado dormido.
Lo que molesta no son las pintadas sino las palabras que han sido deja-das para la posteridad en esos muros. Chocante, directas y hasta obscenas llenan el aire de reclamos que parecieran ser lejanos y de otros, y que en reali-dad son más presentes y reales que el propio caminar. Lo que perturba a los paranaenses es verse obligados a reflexionar y debatir sobre las problemáticas de género, los desconcierta saberse presos de la opresión, no poder combatirla y mucho menos entender la determinación con la que 30.000 cuerpos marchan en búsqueda de una mayor libertad.
Las pintadas van a desaparecer de los muros en un par de días, la ma-yoría de ellas ya han sido tapadas, pocos rastros quedan de los “destrozos”, sin embargo, será difícil borrar de la memoria esas palabras, pues no son simples palabras, son el grito ahogado de miles de mujeres argentinas.
La lógica de la novedad hará que en menos de una semana los sucesos vinculados al encuentro de mujeres hayan desaparecido de los medios, así funcionan las noticias, y el encuentro ya no es noticia y tampoco hay intención de que vuelva a serlo. El encuentro no es tema de agenda. 
El fantasma del encuentro todavía deambula por la ciudad, los ciudada-nos caminan cuidadosos de no ser sorprendidos otra vez por él. Pero el fan-tasma llegó para quedarse en las memorias de unos pocos hombres y mujeres, y se convirtió en un ser vivo, en una nueva bocanada de aire fresco, en un horizonte que se avizora llenó de oportunidades. 
¿Y vos porqué no estabas ahí?
Es comprensible el rechazo y la ignorancia con que los paranaenses y especialmente las mujeres se refieren al encuentro, es que ninguno de ellos estuvo ahí, hizo su propia experiencia, hizo su propia historia. 
De las casi 8.000 mujeres inscriptas y las tantas otras miles de asisten-tes, no hubo presencia de las locales, muy pocas fueron las mujeres que se acercaron a participar. Ni siquiera se sumaron a la marcha,  se conformaron con mirar curiosas desde sus balcones, comentar por lo bajo detrás de algún vidrio delator o darle la espalda a la columna de casi 10 cuadras que durante más de una hora y media recorrió las calles de la ciudad.
Su ausencia de notó en los más de 160 talleres y en las valiosas y ricas conclusiones que de ellos surgieron, cargadas de polémica, pero que han sabi-do reflejar la voz de todas las participantes y no sólo de la mayoría. Esas con-clusiones que han sido la base de las conquistas más importantes de los últi-mos tiempos como lo fueron las leyes de salud sexual, matrimonio igualitario y tantas otras referidas a la equidad de género y que demuestran ampliamente que el Encuentro Nacional de Mujeres no es un espacio de catarsis sino un espacio de construcción política de ciudadanas, un espacio en donde ejercer de manera horizontal y plural la democracia.
El corazón de los encuentros son los talleres y ese corazón cada año la-te más fuerte,  irrigando sangre cargada de rebeldía a miles de mujeres que deciden declararse desde hoy y para siempre en contra de todo aquello que este sistema patriarcal quiere de ellas. 
 Este año se pudieron debatir más de 54 temáticas que abarcaban des-de  mujer y feminismo, activismo lésbico, aborto, identidad, familia, educación sexual, capacidades diferentes, ITS, adicciones, violencia, trata de personas, abuso sexual, entre otras tantas. 
La concurrencia a los talleres fue amplia y hasta superó el número pre-visto que fue tomado del encuentro del año pasado realizado en Tucumán, por lo que tuvieron que abrirse más talleres de los previstos. 
Las mujeres también pudieron disfrutar del amplio abanico de activida-des culturales como la proyección de documentales, presentación de libros, paneles, obras de teatro y hasta del contrafesto, fiesta popular de nuestra cui-dad, que tuvieron lugar esos días. Las plazas fueron invadidas por artesanos provenientes de todo el país y muchas de ellas parecían ferias americanas, sin lugar a dudas, una postal diferente y no habitual de la ciudad. 
El encuentro también se vive como una fiesta y la peña de cierre es qui-zás ese espacio en donde relajar el cuerpo y cantar y bailar todas juntas. En ella actuaron artistas locales y nacionales, hubo presencia de bailarines y de murga. La misma se extendió hasta bien pasada la madrugada y hubo amplia concurrencia de hombres, porque el compartir también forma parte del ritual de las encuentreras.  
El lunes por la mañana se realizó el acto de apertura y allí se eligió la nueva sede del XXVI Encuentro Nacional de Mujeres: Bariloche. Las mujeres barilochenses fueron ovacionadas por las presentes y emocionadas bajaron del escenario y se despidieron cantando y saltando tal como habían llegado el pri-mer día. 
La lectura de las conclusiones llevó más de cuatro horas. Una por una las mujeres subieron al escenario a leer las 40 conclusiones más representati-vas de  las 160 elaboradas en total, fruto del trabajo del dos días de debate, y del intercambio plural de mujeres de todo el país. 
Poco a poco las delegaciones se fueron retirando del parque Berduc, lu-gar en donde tuvieron lugar el acto de apertura, la peña, y el acto de cierre, rumbo a sus lugares de origen, muchas horas de viaje les esperan a estas mu-jeres. Horas cargadas de reflexión, de charla, de intercambio, de contarse unas  a otras como fue que este encuentro las cambio, aunque sea en algo minúscu-lo, casi invisible, una pequeña duda que ojala tome forma, que sea liberadora, transformadora. 
¿Y yo que? 
Y yo que pienso de este encuentro… más que pensar siento mucho.
Siento que jamás volveré a ser la misma, porque hay rostros, aromas, suspiros, llantos, colores, formas, sabores, palabras, que se grabaron a fuego en mi retina.
Siento que por ser mi primer encuentro será como todas las primerida-des de esta vida, inolvidable. Pero reconozco que fue tan sólo una pequeña parte de lo que el horizonte avizora, que es rico, diverso, irresistible.
Siento que no estoy sola en esta lucha cotidiana de lograr la libertad y el equilibrio entre quien quiero ser y qué esperan los otros de mí. 
Siento enojo por las paredes pintadas, por aquellas mujeres que quieren terminar con los encuentros, que quieren dividirnos, que tienen caretas, que no son auténticas.
Siento tantas cosas que la enumeración sería en vano. Lo numérico la mayoría de las veces es farsa.
Lo más importante, no me siento ni me sentiré jamás sola, porque en al-gún lugar de este vasto país, hay 30.000 mujeres que de algún modo yo ayude a parir y con las que comparto el sabor que suelen tener los momentos sim-ples. 
Siento que la lucha continua, que es cotidiana, que es minúscula, casi invisible, pero que existe y tiene presencia; siento que hay largos caminos por recorrer.
¡Hasta la victoria siempre!, decía el Che, yo diría… ¡hasta volverlas a ver!

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