UNER – Minería a Cielo Abierto Contaminación, Saqueo y Complicidad

Escrito por el 07/09/2009

Intelectuales No Muy Alumbrados por Unos Cobres

A fines de 2008 llegaron por primera vez a la Universidad Nacional de Entre Ríos los fondos provenientes de la explotación minera “Bajo La Alumbrera”. Hasta ese momento la megaminería era un tema ajeno a nuestra universidad, a pesar de que las Asambleas de Vecinos y otros movimientos sociales de la región cordillerana llevan años enfrentando las iniciativas de las transnacionales y sufriendo los efectos de las mega-explotaciones.

En aquel momento, durante la reunión del órgano directivo de la UNER, los Consejeros Superiores discutieron si recibir o no estos fondos, y finalmente decidieron –casi por unanimidad (con sólo dos abstenciones)– la aceptación de un millón de pesos a distribuir entre las 9 facultades de nuestra universidad.

Fundamentaron así: es legal recibir los fondos porque están asignados por una ley vigente. En cuanto a las denuncias presentadas otorgaron el “beneficio de la duda” ya que afirmaban desconocer la existencia de estudios técnicos para certificar si efectivamente Bajo La Alumbrera contamina o no.  Como se puede advertir en este argumento, muchos universitarios llegaron tarde a descubrir datos de dominio público, mientras que otros patearon la pelota para adelante (su confesión de ignorancia es poco creible considerando formación y ámbito de trabajo). En aquella reunión se designa también una comisión (¡claro!) para efectuar un estudio técnico que permitiese dirimir científicamente esta cuestión.

A lo largo de 2009 distintos grupos fueron difundiendo información sobre la minería a cielo abierto (el modo de extracción de los minerales y su impacto sanitario y ambiental, las leyes vigentes, la distribución de beneficios y pérdidas, etc), todo lo cual se entremezcló con discusiones propias de la Universidad: su financiamiento a cuentagotas, la autonomia de fantasía, el sentido de la formación adquirida en sus aulas que se ajusta a lo que pide el mercado y renuncia a pensar transformaciones, los propósitos de las investigaciones que no parecen apuntar a la resolución de los problemas regionales, entre otros temas.

Muchos de nosotros, docentes de distintas facultades de la UNER, nos sensibilizamos con este tema al intercambiar documentos y opiniones. Pudimos leer el acta de la discusión del Consejo Superior de 2008 y también varios informes elaborados por docentes, investigadores y figuras públicas como Perez Esquivel y el biólogo Raúl Montenegro (premio Nobel Alternativo 2004 y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba). Es preciso remarcarlo: no había que urgar en sotanos de bibliotecas olvidadas, ni era preciso lanzarnos a ubicar expertos inaccesibles para encontrar indicios sobre el impacto de la megaminería. Bastaba con ponerse en contacto con los movimientos sociales o incluso –dentro del propio sistema universitario– con los investigadores que trabajan sobre estos temas. Pero es más habitual perseguir convenios empresarios que vincularse con la plebe.

No Sólo Explota el Verano (y Otras Referencias Ambientales)

Casi un año después, para la reunión del Consejo Superior de Agosto de 2009 se trata nuevamente el tema, que para este año son 37 millones que se distribuyen entre las UUNN, de los cuales le tocarían a la UNER 820 mil pesos. Como para ubicarnos: el presupuesto de nuestra universidad en 2009 es de unos 100 millones de pesos, el 95% correspondiente a sueldos. De modo que los fondos provenientes de la minera representan menos del 1% del presupuesto total. Sin embargo, si sólo se considera la porción destinada a gastos no salariales (desde la compra de equipamiento, tonner y biromes hasta la construcción de aulas y el pago de la luz y el teléfono) el porcentaje que representa la plata de Bajo La Alumbrera se eleva al 16,4% (de los 5 millones de pesos destinados a estos fines). Ya deja de ser tan insignificante para convertirse en una suma capaz de tentar a muchas voluntades. Los 5 millones de pesos de las arcas ilustradas son tan insuficientes que convierten a los universitarios en langostas famélicas dispuestas a fagocitarse cualquier basura, sin condiciones.

Echemos un vistazo a la explotación que produce estas monedas. Luego de siglos de minería tradicional bajo tierra, ya no quedan sustancias útiles concentradas en vetas sino que los minerales aparecen diluidos en las montañas, como si fueran una salmuera sólida. Entonces, para obtenerlos es preciso dinamitar la roca y separar el cobre, el oro y demás metales mediante procesos muy agresivos que involucran el uso de cianuro, mercurio, acido sulfúrico u otros elementos que los solubilizan y permiten separarlos de la matriz de roca. En el yacimiento Bajo La Alumbrera se necesita mucho agua, tanto para estos procesos como para bombear el material desde Catamarca hasta Tucumán por un mineraloducto, que no es otra cosa que un tubo, de 300 kilómetros. En el proceso se extrae una enorme cantidad de agua fresca proveniente de un acuifero subterraneo (y cabe enfatizar que la región de donde se chupa el agua es semidesértica). Una vez en Tucumán, se le extrae parte del agua (y esos miles de litros un poquito contaminados se liberan en una cuenca de agua diferente a la de su origen). Ya hecho polvo, el concentrado viaja en tren hasta San Lorenzo, provincia de Santa Fe, donde se carga en barcos que lo llevan a las refinerías del extranjero. No se exporta el cobre puro sino esta mezcla que posee un 30% de este metal (y que al refinarse multiplica su valor por cuatro). En el proceso también se separa el oro y posiblemente otros materiales útiles y caros, pero sin ningún tipo de control.

El impacto ambiental es enorme. Bajo La Alumbrera consume el equivalente al 87% de la energía utilizada en Catamarca, además quema alrededor de 33 millones de litros de gasoil anualmente, bebe 100 millones de litros de agua fresca por día (y que no devuelve cristalinamente al ambiente) y por si fuera poco suele padecer accidentes, como la recurrente pinchadura de su mineraloducto o el derrame de combustible que provocó un camión de La Alumbrera al volcar el 19 de agosto de 2009 y derramar 36 mil litros de gasoil que contaminaron el río y la planta potabilizadora en plena época de sequía, dejando a la población sin agua (1). 

Cada año la explotación procesa unos 120 millones de toneladas de roca utilizando miles de toneladas de explosivos y de solventes, para producir sólo 180 mil toneladas de concentrado de cobre. Estos números transparentan una eficiencia sumamente baja, un desperdicio casi total. Tras la separación de los concentrados, los desechos se almacenan en la propia montaña y se transforman en un peligro potencial porque los piletones y diques de contención pueden agrietarse y filtrar su contenido, ahora mismo o dentro de un número desconocido de años. Uno de los mayores peligros de este tipo de minería es que la roca residual es potencialmente generadora de ácidos, los cuales tienen la capacidad de solubilizar metales pesados sumamente tóxicos para la vida. De respetarse a la montaña y su proceso de erosión natural, los metales pesados quedan atrapados en la matriz rocosa sin peligro de difuminarse, o haciéndolo a un ritmo inocuo a lo largo de miles de años. Probablemente, cuando los efectos alcancen su esplendor (y los metales pesados manifiestan su presencia décadas después de su ingestión), la minera y sus directivos no habrán dejado rastros.

Los sistemas de tratamiento de desechos que poseen, por ejemplo en Tucumán, no han impedido que se haya comprobado que contamina a cientos de kilómetros de Andalgalá (la población más cercana al epicentro de la explotación). Por este motivo está procesado el vicepresidente de la empresa, Julián Rooney. ¿Por qué está procesado el vicepresidente y no otros directivos de la misma empresa? La respuesta la da el fiscal federal de Tucumán Gustavo Gomez: “Porque, aunque parezca mentira, no sabemos quiénes son. Los registros de la AFIP no estaban actualizados y los de personería jurídica, menos. La Alumbrera tiene domicilio en una isla del Caribe” (2).

Breve Apelación al Bolsillo Nacional y Otras Historias

Para evitar golpes bajos que atenten contra el supremo pragmatismo que reina en los lugares donde se toman decisiones que tienen que ver con la minería a cielo abierto, no se intentará dimensionar el volumen de contaminación producida ni describir sus múltiples efectos sobre los seres vivos (entre quienes se encuentran, por ejemplo, el subgrupo que podríamos llamar "los Catamarqueños" que algunos derechos deben tener –según la Constitución– ya que teóricamente los clasificaríamos dentro de una especie amenazada, aún no extinguida, denominada "ciudadanos"). En cambio, le prestaremos un poco de atención al negocio de la mega-minera. La empresa de capitales canadienses y suizos Minera Alumbrera Limited (integrada por Xstrata Copper, Goldcorp Inc. y Yamana Gold) se asoció con la estatal Yacimientos Mineros Agua de Dionisio (YMAD), propietaria del yacimiento, en la cual participan la provincia de Catamarca, la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y el Estado Nacional. El 80% de las utilidades generadas se distribuyen para MAL (y esto no sólo es un juicio de valor, sino que M.A.L. es el acrónimo de la empresa transnacional) y 20% para YMAD (a su vez esta fracción se distribuye así: 60% para la provincia de Catamarca, 20% para la UNT descubridora del yacimiento y 20% para el resto de las UUNN, que actualmente son 36). Para dar un ejemplo, las utilidades generadas en el año 2004 por el concentrado de cobre fueron de unos 650 millones de dólares (3). Estas ganancias son las que la empresa declara, sin que exista ningún tipo de control por parte de su socia estatal. Por suerte son gente super honesta que nunca intentaría estafar al Estado Nacional y al pueblo argentino. La empresa extranjera de dueños desconocidos que se queda con el 80% de las utilidades declaradas prácticamente no paga impuestos sobre estas superganancias gracias a las leyes de minería sancionadas durante la década menemista y aún vigentes en épocas mucho más nacionales y populares, redistribuidoras de la riqueza.

La megaminera utiliza un fuerte operativo de prensa para disfrazar su acción e impacto mostrando bellas cifras de inversiones, contribuciones al fisco, cuidado ambiental y generación de trabajo. Necesita esta fachada para que no peligre su permanencia, para no resultar expulsada por la potencia del rechazo social. Pero veamos algunos detalles: entre 1995 y 2003 invirtieron 1400 millones de dólares. Esta cifra es astronómica. Sin embargo se recupera en menos de 3 años contando sólo la producción declarada de concentrado de cobre, y es preciso señalar que la vida util prevista es de 20 años, con lo cual ya vienen gozando de ganancias puras y sin cargas fiscales, que seguirán llevándose durante mucho tiempo. En el pico de utilización de mano de obra, durante su construcción entre 1995 y 1997 emplearon a 5.000 trabajadores. Hoy en día quedan unos 2.000, de los cuales sólo 45 están agremiados, raro considerando las condiciones de trabajo: 12 hs/dia, 14 días corridos, 7 de descanso, no se pagan los días no trabajados por enfermedad.

Lo dicho hasta aquí es sólo un breve resumen. Se puede corroborar la existencia de procesos judiciales que avanzan a pesar de la corrupción que están en condiciones de alimentar y de las presiones que son capaces de generar sobre la justicia. Existen muchas denuncias de contaminación y se cuenta con pericias realizadas por distintos organismos (desde Gendarmería hasta la Comisión Nacional de Energía Atómica) que certifican la existencia de peligro y de daños.

Universitarios con Síndrome de Argumentos Escasos

¿Qué decidió el Consejo Superior de la UNER en agosto de 2009, cuando discutió nuevamente si aceptar o rechazar los 820 mil pesos provenientes de YMAD? Pues bien, decidió recibir nuevamente los fondos y todo esto a pesar de que la Comisión especialmente designada para investigar si Minera Alumbrera Limited contamina nunca presentó ningún dictamen (espejismo que demuestra que su creación fue una farsa para ganar tiempo), a pesar de la sólida argumentación  esgrimida, a pesar del pedido expreso de más de 130 docentes que solicitaron rechazar los fondos (¿respecto de qué otro tema se expresan tantas voluntades en el órgano de gobierno de la UNER?) y a pesar de que ya no cabe exculparse por ignorantes.

La diferencia respecto de 2008 fue lo ajustado de la votación: 15 por la aceptación, 11 por el rechazo y 1 abstención. ¿Por qué, cuando ya disponemos de suficiente información aún existen quince consejeros que prefieren convertir a la universidad en cómplice del saqueo y la muerte? Entre éstos, me resultan llamativos los votos de los representantes de Bromatología (esta facultad se encuentra en la significativa ciudad de Gualeguaychú, tan cercana a Botnia), y de Ciencias de la Salud que entre otras carreras dicta “Licenciatura en Salud Ambiental”.

El argumento de quienes lavan su conciencia resguardándose en la legalidad de los fondos no lo vamos a discutir, aunque sí podríamos recordar cierta asimetría: cuando se trata de la defensa de los trabajadores, de los movimientos sociales, del medio ambiente, las leyes no se respetan tanto y los derechos se garantizan menos que cuando hay que proteger al Gran Capital y a los dueños del Poder. Por dar un solo ejemplo del contraste: la Ley “Banelco” sigue flexibilizando a los trabajadores mientras que la Ley de Glaciares sufrió el veto presidencial.

La Universidad actualmente dista de ser un espacio gobernado por la argumentación y el conocimiento, por la racionalidad y el humanismo. Sus órganos de gobierno padecen una  democracia desnutrida y su presupuesto genuino es tan minúsculo que carece de la autonomía necesaria para que sus actividades de docencia, investigación y extensión puedan orientarse al desarrollo y la transformación social (e incluso si hubiese suficiente presupuesto, cabría preguntarse por la disponibilidad de voluntad para contribuir a cambiar la realidad). Ojalá se pueda torcer este destino. En las últimas semanas hubo un destello de esperanza: tres de las nueve facultades decidieron rechazar los fondos y solicitaron al Consejo Superior que reconsidere el tema. Para este triunfo parcial fue importante el activismo de muchos universitarios de los distintos claustros, y de la comunidad en general. Se han desarrollado numerosas reuniones públicas y todo indica que un numeroso grupo de estudiantes y docentes estarán presentes en la próxima sesión del Consejo Superior, este miércoles 9 de septiembre de 2009. La idea es que aquellos Consejeros acostumbrados a levantar la mano con impunidad sientan que sus representados no están mirando para otro lado, sino que de cuerpo presente intentarán recordarles que la democracia no puede asentarse sobre la destrucción del medio ambiente y el abandono de los pueblos a la voluntad de lucro del capitalismo.

Si cabe señalar algún aspecto esperanzador, es el de la movilización y el activismo que este tema despertó en la UNER. La minería no es el único sistema de explotación sobre el cual los universitarios deberían elevar una voz pública: ¿se desatarán en algún momento debates semejantes en relación con los modos de producción en nuestra provincia?

Referencias:
(1) Prensa Contrapunto, periódico integrante de la Red Nacional de Medios Alternativos. 19/08/2009.
(2) Mu, el periódico de lavaca. Marzo 2009 / año 3 / número 22.
(3) Coria, Lorena (2007). “Desarrollo local y actividad minera en la provincia de Catamarca. Compatibilidad e incompatibilidades para la configuración de la micro región de Andalgalá”. Revista Oidles (vol 1, nro 0).


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