Como un foco

Escrito por el 22/07/2009

Villaguay, localidad ubicada en el centro de la provincia de Entre Ríos, en estos días ha sido, casi como una senda, el lugar donde los informativos pusieron su luz. Como villaguayense me debo una opinión en relación a lo que nos convoca eventualmente. Hablamos de un pedido puntual, con centro en la salud pública: el Hospital de Frontera Santa Rosa de Lima. El Hospital pretende ser cabecera del departamento que encierra catorce pueblos, entre municipios y juntas de gobierno, cerca de 50.000 habitantes. Pero lo cierto es que no se puede hacer ni siquiera un parto por cesárea dado que no cuenta con anestesista.
  No traigo a la memoria pública este caso, si bien es único, por su singularidad, sino más bien por su ejemplaridad, es decir para tomarlo de ejemplo, entre otras cosas, para debatir sobre lo público y sobre la partidocracia.
   Como decíamos, el conflicto toma fuerza en las quejas de los propios trabajadores y trabajadoras del lugar. Según éstos, desde los sueldos hasta las condiciones laborales son lamentables. Otras de las personas que impulsan los pedidos es el  Padre Leonardo Tovar, quien delante de unas cinco mil personas mancomunadas frente al edificio, contaba que se mueren ancianos con bolsas de “nylon y algodón en la cola” oficiando de pañal para adultos. Según contaba Tovar, existen especies de “camarillas” de médicos que traban el arribo de nuevos profesionales a la ciudad. Si bien hay que reconocer las actitudes humanistas del padre Leo (como se lo conoce en el pueblo) antiortodoxas en tanto que recomienda que “no busquemos una solución en la inmensidad del cielo”, entre otras cosas, éste decía que lo público y lo privado debe convivir; en mi opinión, la convivencia de éstos, sin una regulación adecuada por parte de los gobiernos mediante el Estado, ha llevado al hospital a lo que es: un armatoste de edificio, que en cuanto a la salud deja mucho que desear y, en tanto lo edilicio, hoy oficia de facultad de Kinesiología, escuela de penitenciaría y hospital a la vez, mientras que en el centro de la ciudad, según lo que tengo en la memoria, ya suman tres, en menos de diez años, servicios de atención médica privados.
   En Villaguay, pueblo que tiene en su esquina de Paso y Matheu una pintada que dice “No a la vida”, se ven varios ejemplos, la salud pública es uno de ellos, pero los clubes de barrios semi privados y vacíos, los colegios deteriorados, las calles con posos con más años que quien escribe, barrios sin cloacas, sin luz eléctrica, sin gas, y la lista podría seguir, nos sirve para pensar sobre qué tenemos que hacer de nuestro futuro, que debemos exigir a nuestra justicia de Estado que en estos momentos oscila provechosamente entre el keynesianismo y el libre mercado.
   En cuanto a la partidocracia, Villaguay desde 1983 hasta 2004 estuvo gobernada por el partido radical. Actualmente el justicialismo se alza con la intendencia. En el conflicto que nos convoca, unos de los rumores que circulaban era le que chusmeaba sobre una disputa entre el intendente Adrian Fuertes y el diputado provincial y director del área de salud de la cámara de diputados provincial Dario Argain. Intenté rastrear hasta el fondo del conflicto, pero nada me convenció. Ahora bien, el supuesto conflicto, lo que sí puedo asegurar, es que dividió a los propios pobladores. Simpáticamente unos defienden a Dario y otros defienden a Adrian. Entonces, no sé mucho de teoría política, pero qué hay de cierto en la frase “divide e impera”.
  Probablemente estas palabras llegarán a los sentidos de algunos partidarios de los partidos políticos aquí nombrados, pero eso no molesta, al contrario, son precisamente ellos quienes deben exigir una transformación dentro de sus propuestas y acciones, adaptándose a nuevas necesidades, pero esto no me aleja de pensar que es más fácil ser oficialista u oposición en estos partidos creados desde hace varios años, que comenzar una nueva senda, con las experiencias más latentes que nuca, en camino a una nueva cultura política más honesta y más justa, con nuevas bases económicas, que rompan las lógicas del individualismo y la competencia. Que termine con las paradojas como las que vive villaguay, una ciudad que acopia 70.000 toneladas de arroz, que faena 120. 000 aves por mes y que tiene solamente 200 empleados municipales y ningún anestesista en su hospital público.


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