El genocidio silencioso

Las “guerras preventivas” que lleva a cabo EEUU en Afganistán, Irak y otras regiones del mundo, han concitado el repudio de las mayorías populares en los cinco continentes. No ha sido ni es tan así, lamentablemente, lo referido a la muerte silenciosa de millones de niños en las últimas décadas, precisamente cuando los gastos bélicos crecieron geométricamente en las grandes potencias de la OTAN.

Al respecto escribía el Premio Nobel de la Paz , Adolfo Pérez Esquivel (Agencia Latina de Información – 31/10/2001): “ La FAO anunció ese día ( 11 de septiembre de 2001) que murieron en el  mundo 35.615 niños de hambre (…) Los quinientos mil niños muertos en Irak por el bloqueo de EEUU y Gran Bretaña no son noticia, no se registran en las conciencias”.

El gigantesco contraste entre la publicidad brindada por los medios de comunicación a los 3000 muertos en las Torres Gemelas en el trágico 11/S, frente al ocultamiento de las víctimas cotidianas de un sistema expoliador que hoy tambalea a escala mundial, desnuda la esencia de las “democracias representativas”.
Porque así como se soslayan los datos relacionados con el genocidio silencioso, también son escamoteadas las referencias a la raigambre reaccionaria de la ideología de los gobernantes norteamericanos, bien definida por Nicolas J. Spykman – precursor de los expertos del Comité de Santa Fe – quien en 1941 puntualizaba en su libro “Estados Unidos frente al mundo” : “ La guerra es la situación normal en las relaciones internacionales y la paz es solo un armisticio entre la guerra que pasó y la que viene (..:) Por otra parte, en el siglo XX la guerra experimenta un cambio cualitativo, deviene en guerra total”. Coincidentemente con las afirmaciones de Spykman, señalaban los redactores del Documento Santa Fe I : “ La guerra y no la  paz es la norma que rige los asuntos internacionales”.

El derrumbe del bloque soviético en Europa Oriental estimuló las ilusiones del progresismo acerca de “cien años de  vigencia democrática” . Sin embargo, las renovadas aventuras intervencionistas en Yugoslavia (1999), Afganistán (2001) e Irak (2003) demostraron la certeza de lo planteado por el escritor Noam Chomsky a comienzos de la década del 90: Desde 1945 Estados Unidos ha gastado 4 billones de dólares en armas nucleares, más que su deuda nacional; ha realizado experimentos de radiación con soldados, mujeres embarazadas, niños inválidos y pacientes mentales. Ha envenenado su territorio con basura radioactiva cuya neutralización costará 350 mil millones de dólares y la historia sigue. En 1995 gastará más de 20 mil millones de dólares en armas nucleares”.  Esa brutal realidad significó la sepultura de las ingenuas esperanzas de unos, de las pretensiones de cambiar algo para que todo quede como está de otros, mientras el despliegue de las “guerras preventivas” siguió siendo el soporte del genocidio de niños en el mundo.

Al finalizar el año 2008 es imprescindible reflexionar acerca de la alienación colectiva provocada por la dictadura mediática en los cinco continentes. Por eso es que la tarea prioritaria de las organizaciones, dirigentes y militantes populares se vincula, hoy más que nunca, con el combate  sin tregua a las “ verdades reveladas” y al “destino manifiesto” norteamericano. Su resolución significará ser los artífices de nuestro propio destino, liberándonos del sistema impulsor de los genocidios , o la resignación a vivir en una factoría neocolonial.      

Buenos Aires, 16 de diciembre de 2008.-