Crónica de un día boliviano en Buenos Aires
Escrito por Red Nacional De Medios Alternativos el 14/09/2008
El viernes , como a las 2 de la tarde los bolivianos se fueron concentrando por grupos que llegaban de a centenares desde el sur y oeste de la ciudad en la Plaza de los Dos Congresos. En menos de dos horas eran más de 5.000 ciudadanos identificados con sus rostros milenarios, banderas boliviana de múltiples colores a la usanza indígena y mucho entusiasmo por marchar contra los yanquis.
Es un viernes agitado en Argentina. No sólo por los cuatro cortes de calle de este día y la ansiedad por el fin de semana en una ciudad presionada por el estrés capitalista de sus oficinas abarrotadas. Es que este viernes Buenos Aires se vistió de bolivianos, sus consignas y gritos en defensa de su democracia, su gobierno, la unidad de su nación, sus conquistas sociales y económicas y la dignidad.
Brotaron por miles de los "barrios bolivianos" situados al oeste y sur de la capital de Argentina. En ellos habitan cerca de un millón de inmigrantes, todos trabajadores en los múltiples servicios de los barrios y en algunas ramas industriales como la construcción. Algunos, como se ha denunciado algunas veces, sometidos a sistemas de reclusión esclavista en galpones cerrados de empresarios textiles.
Cada boliviano de Buenos Aires se las arregló para salir temprano de sus trabajos. Cerraron verdulerías, y pidieron permiso a sus inmisericordes patronos y se arremolinaron en el centro de la ciudad. De allí marcharon a la embajada de Estados Unidos ubicada al norte de la ciudad, detrás del edificio de su amada Sociedad Rural. Recorrieron dos avenidas importantes y marcharon unas cuarenta cuadras hasta la Plaza Italia donde los esperaban organizaciones piketeras, de izquierda, nacionalistas y comedores populares como "Los Pibes".
Una sana y vieja costumbre
Los miles de bolivianos comenzaron y terminaron su marcha con la costumbre asamblearia súper democrática que cargan como memoria y tradición política desde la Revolución de 1952, transferida por tres generaciones.
En la concentración de Plaza Congreso hablaron casi cincuenta de ellos cada uno mejor orador que el otro. Desde cuadros políticos, ex sindicalistas mineros, verduleras y cualquiera que deseara expresarse. Varios gritaron "Aquí no hay dirigentes, todos somos iguales", manifestando, además, alguna disputa interna.
Decían con libertad lo que querían y con la misma libertad integraron los saludos de quienes nos sumamos a su marcha. Este reportero habló en nombre del PSUV, organización venezolana promovida por Hugo Chávez, cuya representación argentina fundó en julio de 2007 en compañía de una veintena de venezolanos y venezolano-argentinos.
En la embajada
La misma práctica democrática practicaron frente a la Embajada yanqui. Allí hablaron unos treinta bolivianos anónimos. Acompañaba una banda musical típica que interpretaban sus carnavalitos y lucían sus brillosos trajes azules. Las cámaras fotográficas y de TV se deleitaron con el espectáculo antiimperialista. Varios jóvenes declararon su voluntas de marchar armados sobre Santa Cruz si el gobierno de Evo Morales lo decide y Chávez acompaña.
De la fila de oradores bolivianos sobresalió una mujer joven pequeñita con cara de diosa inca. Tomó el micrófono, miró fijamente el edificio de la Embajada y gritó: "Señores de Estados Unidos, ya que no nos entienden en español, les voy a hablar en quichua nuestra verdad", y lanzó un discurso que todos comprendimos aunque no supieramos una palabra de quichua.
La mayoría de los oradores bolivianos dieron vivas de agradecimiento al presidente venezolano por su decisión internacionalista de defender a Bolivia por encima de cualquier consideración jurídica imperialista.
También hablaron con sus puntos de vista representantes de organizaciones argentinas como la Federación Universitaria de Buenos Aires, y agrupaciones de izquierda, entre ellas una representación de cubanos que reclamaba ante la Embajada la libertad de los cinco encarcelados de su país en EE.UU.
Paraguay y Venezuela un solo grito
Los dos oradores más aplaudidos fueron, en primer lugar, un cuadro político paraguayo que arrancó entusiasmo en lengua guaraní, y resolvió con frases certeras el odio heredado en ambos países desde la Guerra del Chaco con la que Shell enfrentó a ambas naciones en 1932.
El otro discurso muy aplaudido fue el del representante del PSUV, invitado por los bolivianos a subir a la improvisada tarima. Fue estruendoso el grito general cuando este reportero gritó en su discurso la frase gritada por Chávez en Puerto Cabello: ¡"Yanquis, váyanse a la mierda"! Todos señalaron al edificio blindado por donde asomaban sus cabezotas rubias secretarias gordas, funcionarios y algunos marines.
En el recorrido de la marcha por las casi cuarenta cuadras, los porteños miraban con expectación desde las paradas de los autobuses, los edificios, kioscos y los tradicionales cafés y confiterías que pueblan Buenos Aires. Es que la marcha impactó al más encopetado de los porteños de esta oronda ciudad de clase media, que la relacionaban con las espantosas imágenes de santacruceños matando militantes de Evo. En el trayecto no faltaron saludos solidarios, aunque la mayoría mostraba confusión en sus miradas repletas de información manipulada. A la noche el reporte del noticiero del Canal 13 t TN fue que muchos bolivianos obstruyeron el tráfico de Buenos Aires.
El desafío de la pobre santacruceña
No faltó la excepción. Una jovencita cruceña rubia y desbocada, comenzó a gritar ¡"autonomía"! ¡"autonomía"!, desde una ventana en el barrio rico de Recoleta. Desprendió todo el odio que le enseñaron en su familia terrateniente, comerciante, o petrolera de Santa Cruz de la Sierra. La marcha, que a esa altura ya sumaba cinco cuadras, o sea unos 5.000 bolivianos, le respondió alzándole el dedo medio de la mano izquierda y las sonrisas burlonas por la valiente rubiecita que se atrevió a 5.000 bolivianos desde el cuarto piso de un edificio.