A una semana del día en que “Nora Cortiñas operó la Radio Abierta de la RNMA”. Crónica de una nueva transmisión a 17 años de la Masacre de Avellaneda
Written by Red Nacional De Medios Alternativos on 02/07/2019
Como ya es costumbre, se realizó la transmisión de la RNMA en la Estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. El primer bloque contó con la presencia de Alberto Santillán, padre de Darío, Vanina Kostelki, hermana de Maxi, Pablo Pimentel, de APDH La Matanza quienes llevan la causa y Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
“Pero cuándo es eso”, preguntó mirando una foto del fanzine ‘26 de Junio. Fuego en el Puente Pueyrredón’.
“No sé, debe ser el 2004 ¡Estábamos haciendo la radio abierta de la RNMA!”
Hacer la radio abierta los 25 de junio es un trabajo militante. Militante en los términos más integrales de la palabra. Requiere mucho esfuerzo; querés que refleje todo aquello que pensás, que te atraviesa; lo hacés con esas personas con las que compartís ideales, reuniones, marchas; lo organizás en los espacios que te quedan entre el laburo, el estudio, lxs amigxs, la casa; arrancás tarde y se entiende porque… todo lo anterior; y, a pesar de meterle toda la experiencia de muchos años, de haberle metido cabeza entre quienes hacemos comunicación todos los días, sale como sale por… todo lo anterior.
–¿Qué bloque es el mío? –preguntó una de las conductoras que no había dicho que iba a conducir pero como se había tomado el día en el laburo entonces quería sacarle todo el jugo posible.
–No hay orden. Cuando está toda la gente, sale –contestó la productora, siempre alguien tiene que tener todo el programa en la cabeza. –Ahora, la idea es que el compañero –señalando al músico que estaba sentado a la mesa –toque dos temas y salimos con Pablo Pimentel hablando sobre la causa, si las compañeras del encuentro plurinacional y de la campaña están podemos salir en el próximo bloque–. Sin mediar pausa, miró ese que sabe que le va a cumplir la tarea sin dar una disquisición sobre roles, jerarquías y autoridad –Che, buscá a Pablo y decile que sale en quince minutos.
–Dale. ¿Y si le decimos a Alberto también que venga? Si lo voy a buscar con Pimentel no puede decir que no –las estrategias de los productores a veces pueden ser viles.
Una compañera que se había incorporado hace poco a uno de los medios estaba apoyada contra la ventanilla de la boletería viendo como todo el mundo llegó, se enfrascó en sus tareas y no le dieron una. Darle la tarea de que consiga a Santillán era demasiada responsabilidad pero no decirle nada era que continué en la misma situación. Así, los dos salieron del hall de la estación en búsqueda de los entrevistados.
A metros de la entrada de la Estación, estaba Pablo Pimentel hablando con el compañero que horas después dirigió el acto de cierre.
–Quince minutos y arrancamos. Pensábamos decirle a Alberto que se sume a la mesa ¿Te parece? –le dijeron a Pimentel.
–Sí, por supuesto –el tono de “me acompañás a decirle porque si voy yo no me va a dar bola” no se entendió.
–¿Lo viste? –insistieron.
–Estaba por acá, se fue a sacar una foto con un grupo de Chaco –segunda derrota.
Metiéndose por los distintos grupos de militantes, buscaban a Alberto ¡Cómo no encontrar tamaña inmensidad! Tenía sentido, había mucha gente y toda pegada entre sí por el frío. Finalmente, en el anfiteatro lo encontraron. Estaba junto a Leo, su hijo, hablando cada uno que se le acercaba a saludarlo. Esperaron a que termine de hablar y con un tono muy poco firme le dijeron que en quince minutos iba a empezar el bloque sobre la causa sin omitir el dato de que iba a estar Pimentel.
Media hora después de eso, les conductores recién se sentaban en la mesa porque “sale por acá, pero no sale por acá” según una de las operadoras señalando la consola, siempre algo falla. Quienes tenían la tarea de traer al entrevistado se miraron entre elles y salieron del hall en su búsqueda. No lo veían por ningún lado en el anfiteatro pero tenía que estar allí, en el panel estaba su hijo junto a María del Carmen Verdú y María Nahuel hablando sobre la represión en épocas de Macri. En una punta, del otro lado del anfiteatro al lado de Kari Diaz (para quienes no la tiene de nombre es la fotógrafa que siempre está al lado de Norita Cortiñas) estaba él, escuchando el panel. Había que interrumpirlo.
–Diez minutos y salimos –dijo el changarín.
–Dale, sí, ya voy –mostraba en su cara que esa frase no se estaba vinculando con ninguna de todas las cosas que le habían dicho en la última media hora.
–Estamos en el hall de la estación –y se le hizo la referencia en la cara.
Empezó la radio abierta con los dos temas que interpretó Lobo Cruz del Partido de los Poetas. En ese momento Alberto entra al hall y se para al lado de Pablo Pimentel, le deja su mochila y al ver que la guitarra seguía sonando volvió a salir.
–Vos quédate con la mochila –le dice la productora a Pimentel– si vuelve que no se la lleve que ya salimos.
Pablo, que antes que nada es un buen tipo, cuando Alberto volvió por su mochila y la agarró del piso, intentó retenerla de un manotazo que se frenó porque la locura tiene límites. Segundos después ambos luchadores estaban sentados a la mesa junto a les conductores.
«Estamos hablando de un pibe de 21 años que no quería traicionarse y no quería traicionar a los cumpas. Y estamos a 17 años y nos encontramos rodeados de traidores, los grandes medios haciendo eco de lo que dicen, que todos los movimientos sociales acompañan a Felipe Solá, y no, no son todos los movimientos sociales. Los que acompañan a Felipe Solá son una verdadera mierda, son unos traidores». Alberto Santiilán.
«Darío sangrando ahí, estaba pariendo miles de hijos y hoy a 17 años los sigo viendo en todos lados, hoy la juventud se suma y se suma. Y en esa juventud veo fuego en los ojos (…). No lo mataron, lo multiplicaron». Alberto Santillán.
«Cuando Alberto, Leo y no se quien más vinieron a APDH La Matanza, allá en un espacio que tenemos recuperado a lado de la vía, estábamos sorprendidos y no lo podíamos que creer que una de las causas más paradigmáticas, que fue, sin dudas, bisagra en la historia, no tuviera defensa, no tuviera abogados que encararan justamente a los responsables intelectuales. Nos llamó la atención». Pablo Pimentel.
«En un país más o menos ordenado, con conciencia crítica del pueblo lo que hizo Solá no pasa de largo. Él se autoinculpó en aquella jornada legislativa cuando dijo que el verdadero manejo de la policía la tiene la política». Pablo Pimentel.
«La vigilia de hoy y la marcha de mañana nos tienen que hacer pensar que va a ser difícil lograr justicia, pero pregúntenle a Norita y a las madres sino, va a ser difícil pero no imposible. Y cuando logremos vencer esa imposibilidad vamos a haber crecido como pueblo, para que esto no pase Nunca Más». Pablo Pimentel.
Tarea cumplida.
Se había logrado sumarle un plus a aquella entrevista que se planeó una semana atrás. Pero la crónica no termina ahí.
Entre las palabras de los dos entrevistados que con mucha experiencia y mucha historia le hablaban a la multitud que había rodeado a la radio abierta, una señora con una pañuelo blanco bordado con letras azules en la cabeza, “una viejita” diría algún distraído que no conoce de su fuerza, se sentó en la mesa donde estaban operando la radio. Detrás de una de las computadoras estaba “la madre de todes” y a quienes habían estado trabajando en eso toda la semana, el título “Nora Cortiñas opera la Radio Abierta de la RNMA” se les tipió en el cerebro.
Pasa algo increíble cuando Norita aparece en escena, por más de que se esté hablando de represión, de desaparecidos, de responsables políticos que siguen impunes y de todas esas cosas que se hablan cuando ella está, a quien la mira se le dibuja una sonrisa. Una sonrisa que dice “todo va a estar bien” y algo así dijeron los entrevistados cuando la vieron entrar porque algo así deben haber sentido.
Cuando terminó de hablar Pablo, uno de les conductores que le venía haciendo señas desde que llegó para que se incorpore a la mesa, se corre a una de las sillas vacías y le deja el espacio al lado de Alberto.
«Darío y Maxi eran luchadores como nuestros hijos desaparecidos. A los que las Madres vamos hace 42 años a la plaza a reivindicar. Tenemos la suerte de estar orgullosas de ellos. Y cada uno, en su momento, cayó con las balas de los policías o los militares o la tortura. Son una muestra de qué clases de personas eran». Nora Cortiñas.
«Yo miro a las madres que caminan todos los jueves conmigo y tenemos 90 años, hace 40 años que estamos haciendo esto, algunas tienen 100 y digo, ¡Qué gesta! Perdón pero hoy estoy orgullosa de todas las luchas. Y tenemos que estar felices de que todos los días hay una nueva lucha, entonces tenemos que tener un poquito de optimismo». Nora Cortiñas.
«Aún después de 40 años los extrañamos a ellos, y a ellas. Cuando los vemos a ustedes pensamos, será como él, será como ella. Todos los días, no es que nos conformamos las madres. Por eso, queremos toda la verdad y toda la justicia. Porque la metodología es la misma, a la familia de Santiago le dijeron que estaba por allá que estaba por acá (…) ¿Por qué? para volvernos locos, pero no nos enloquecieron. Aunque somos un poco locas.». Nora Cortiñas.
Listo, el trabajo hecho se había justificado con creces se habían logrado testimonios históricos no sólo por el contenido sino por el contexto en el que se realizaron pero, y sí, hay un pero más: ya no quedaban dudas de que las palabras de esos entrevistados tenían un poder de atracción, corroborado por el público que se había duplicado, sin embargo entre las palabras de Norita, exactamente cuando decía “Tenemos que avanzar nosotros, no tenemos que permitir que otra vez vuelvan a hacer lo que hicieron”, por debajo de la soga que cerraba el sector de la radio, pasa una mujer que cargaba en sus ojos esa mirada de quienes aprendieron a vivir con el dolor.
–Se suma Vanina Kosteki, la hermana de Maxi –le dice la productora a la conductora que le sonrió asintiendo con cara de “le vengo haciendo señas para que se sume hace media hora”.
Vanina saludó a Alberto primero, a Pablo después y le hizo un gesto con la cara a Norita para no cortar lo que estaba diciendo. La escuchó hablar pero la sonrisa no se le dibujaba en la cara como a los demás.
–¡Hola a todos! –dijo cuando el conductor le dio la palabra –La verdad… yo hace 10 años que no entro a la estac… –y se tapó la boca con la mano para evitar el llanto.
–¡Fuerza! –gritó alguien desde el público.
–Hace 10 años que dejé de entrar a esta estación y creo que es una de las primeras veces que me ven llorando. Siempre traté de guardarme esas lágrimas para mi soledad –quienes estaban escuchando la radio, pudieron oírla cuando dijo que se había dado cuenta de que Maxi estaba ahí en cada una de las personas presentes.
«Hoy después de mucho tiempo me volví a subir a un tren. Hija, nieta, bisnieta de ferroviarios durante 10 años dejó de andar en tren. Pero nunca dejé de luchar, nunca dejé de estar en la calle que es donde todos debemos estar día a día por cada compañero, con cada reclamo de justicia». Vanina Kosteki.
«Vine para acá pensando con qué me iba a encontrar, pensando que iba a tener que volver a poner mi cara de piedra, y pasar este mal trago de tener que volver a recordar y a vivir y a sentir tanta bronca y tanto odio por no tenerlo a Maxi. Y sin embargo, encontré un montón de gente que sigue estando, que sigue apoyando, que sigue aguantando, que sigue acompañándonos». Vanina Kosteki.
«Estoy orgullosa porque me di cuenta de que la justicia se hace en la calle. Creo que es el único lugar en donde nosotros podemos reclamar y el único lugar en donde vamos a lograr justicia por Maxi y por Darío. No dejemos que nadie nos llene la cabeza con pelotudeces». Vanina Kosteki.
A su última frase, “no abandonemos nunca la calle”, el público respondió con aplausos y gritos de aliento. Los abrazos no se hicieron esperar, el operador metió la cortina y la transmisión de la radio abierta quedó en segundo plano.
–Compas, que alguien le diga a la gente que se quede que hay más bloques.